Capítulo 36: Hola

154 10 0
                                    

°B R O O K E°

De mi boca salió un gran bostezo, mis ojos fueron velozmente abiertos, a mi mente llegaron los recuerdos antes de que me desmayara. Al abrir mis ojos me tope con un lugar algo repugnante, estaba sucio, olía fatal; olor a muerte específicamente, intente levantar mis manos para pararme del asiento en el que estaba, más sin embargo no pude; mis manos estaban atrapadas con algo de metal, fruncí mis cejas inmediatamente, no entendí nada de lo que estaba sucediendo, pude observar que mi mano izquierda; aquella que estaba herida, ahora poseía una gasa envolviéndola, el sonido de unos fuertes pasos se adentraron a mis oídos, volví a cerrar mis ojos.

—Diablos, te vez fatal cariño —habló una voz gruesa.

No reconocía para nada la voz y eso me ponía aún más nerviosa de lo que ya me encontraba. La mano del hombre comenzó a acariciar mi mejilla, mi boca fue abierta por uno de sus dedos, inmediatamente mordí aquel dedo, he hice que él gimiera de dolor, su mano izquierda impactó en mi mejilla y así dándome una dolorosa bofetada.

—¡Mierda, Brooke! —vociferó.

¿Cómo sabia mi nombre?, no me lograba explicar. Abrí de nuevo mis ojos, mi mirada se encontró con un hombre de ojos azules y cabello rubio, acepto que me parecía conocido, pero no lograba descifrar de dónde.

—¿Quién eres? —pregunte.

—No me reconoces —murmuró.

Yo solamente negué con mi cabeza. Fue mala idea, muy mala idea venir hasta aquí sola.

—Ahora es cuando apareces... —empezó a citar.

—Para salvar el día papá —lo interrumpí.

Era él. David. Dios, no puedo creer que esto sea cierto.

—Por un momento pensé que estabas muerto —susurré.

—Parece que pensamos lo mismo —confesó —. ¿Por qué venias sola hasta las puertas del laboratorio?

—No vengo sola —declare —. Hace unos meses nos unimos a un grupo. Mamá y algunas personas del grupo están en la camioneta que hay fuera.

—Rodeados de aquellos caminantes —musito — ¿Por qué nos los trajiste contigo?

David todavía lograba intimidarme bastante.

—Pensé que podía con los caminantes, pero eran demasiados y tenía miedo de que mamá te viera convertido en uno de esas cosas —hablé bajando mi mirada a mis pies.

—Sigues siendo la misma estúpida niña de hace unos años atrás —sentenció.

—Estaría bien que me soltaras —opine ignorando sus palabras.

—Así no funcionan las cosas —aclaró.

El puso de nuevo su mano en mi mejilla, volteé mi cabeza hacia el otro lado para que no pudiera tocarme, el hombre dio media vuelta y tomó una bolsa de sangre, fruncí mis labios, ¿qué mierda va hacer?, David volteo a verme y de sus labios sacó una gran sonrisa, que siendo sincera me dio repulsión, gracias a sus dientes amarillos.

—Desátame, papá —pedí —. Puedes venir con nosotros.

—Así no funcionan las cosas, cariño —repitió.

—¿Entonces cómo funcionan? —interrogue.

Él no me respondió, introdujo en mi cuerpo una especie de tubo que se encontraba conectado con la bolsa de sangre, de mi boca salió un pequeño gemido de dolor, colgó la bolsa en un soporte y se volví a acercar a mí.

You And I ➳ Carl GrimesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora