Veintitrés.

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CAPÍTULO 23: Depresión.











Dos años y meses en donde Touka junto con Yomo veían que la peli-plateada moría internamente cada día, ambos Ghouls veían como la pálida piel de la mujer se volvía un pálido enfermizo, las ojeras más pronuncias y negras debajo de esos ocelos violetas ahora sin brillo, la mirada apagada de la mujer alarmaba a sus compañeros pero lo que temían era en la escasa alimentación de Gina.

Estaba dispuesta a morir.

Las primeras semanas se mantuvo firme a la espera del híbrido pero éste nunca apareció, en los siguientes meses poco a poco esa firmeza se iba y cuando se cumplió el año, la firmeza desapareció para dar a paso a la depresión.

¿Un Ghoul puede entrar en depresión?

Si, porque ellos sienten lo mismo que un mundano y eso los hacía hacer tan humanos como  ellos, Gina entró en depresión y no puso salir jamás de ahí.

La muerte de su padre adoptivo y la desaparición de Kaneki, había hecho que la antigua Gina se enterrara en el fondo de su alma y sufriera cada día con el recuerdo de las personas que más quiso.

La de ocelos violetas había ayudado a sus compañeros a abrir una nueva cafetería con los ahorros que ella tenía, sin embargo, eso no hizo que una pizca de alegría sintiera la Ghoul.

Su alma moría con el pasar de los días y todos lo sabían. 

La alimentación de Gina era mucho peor de lo que imaginaban sus compañeros, la hora plateada había hecho presencia dos veces en los dos años y esa mujer de ocelos violetas no había sentido ningún ápice de hambre. Solo se fundió en las sábanas de su cama para llorar y lamentarse por las pérdidas de ellos dos hombres; y a la misma vez debilitando su cuerpo.

Itori iba de vez en cuando a ver a su amiga y cuando salía de la habitación de la mujer negaba con su cabeza hacia los compañeros de Gina, diciéndole con la mirada que no había mejora alguna.

Cuando la mujer de cabellos plateados veía la Luna tomar el cielo nocturno, salía de su habitación y débilmente iba en busca de pistas para saber el paradero de Kaneki para después volver al amanecer decaída cuando no encontraba nada.

Cerró los ojos tratando de dormir cuando escuchó leves golpes provenir de la puerta de roble, no respondió pero alguien entró como siempre.

—Gina-san, es hora de que te alimentes.

—No tengo hambre, Touka —murmuró débilmente la de ocelos violetas dándose la vuelta y escuchó un suspiro por parte de la peli-azul, ésta se acercó a la mayor para después sacarle la sábana que cubría su delgado cuerpo—. Touka.

—Mírate, Gina-san, estás demasiado delgada y ni te puedes parar —señaló lo obvio la menor y escuchó un sollozo salir de los labios pálidos de su mayor, cerró los ojos soltando una exhalación y se sentó a un lado del cuerpo de Gina—. Gina-san, se que estás mal por la muerte de Yoshimura-san y la desaparición de Kaneki, pero debes mantenerte fuerte por ellos.

—¿Cómo quieres que me mantenga fuerte si ellos eran las dos personas por la cual seguía adelante? Ya no están aquí y no encuentro pistas del paradero de Kaneki, no puedo seguir con esta vida, Touka —murmuró Gina parpadeando rápidamente para que las lágrimas se vayan—. ¿Puedes irte, Touka? Por favor.

La menor asintió decaída por no hacer que la mayor se alimentara y dejó el termo con sangre en la mesita de luz que había en la habitación, salió del lugar y fue a donde estaba Yomo para negar con la cabeza.

—¿No se alimentó de nuevo?

—No, Yomo-san —informó la menor acercándose hacia éste para comenzar a limpiar las tazas.

La mujer de cabellos plateados murmuró un par de incoherencias y vio sin expresión alguna el termo con sangre, hizo una mueca y se sentó en su cama para pararse agarrándose de las orillas del lecho y se impulsó para aterrizar contra el suelo.

Jadeo de dolor y apoyando sus manos en el piso se paró lentamente, estaba débil y eso lo confirmaba con pesar. Se dirigió lentamente al baño para limpiarse y verse fresca por más que se sienta muerta en vida.

Después de una hora salió bebiendo el líquido del termo y fue hacia el interior de la cafetería, sorprendió a sus compañeros y solo les sonrió ligeramente.

—¿G-Gina-san?

—Así es, Yomo-san —dio el último sorbo al contenido del termo e hizo una reverencia a los presentes—. Lamento la preocupación causada, pero no tenía la suficiente fuerza para seguir.

Gina después de decir eso ayudó durante horas a preparar cafés, limpiar mesas, lavar tazas u ordenar objetos y todo con el intento de olvidar aquel sentimiento de tristeza que sentía.

—¡Que buen aroma! ¡Seguro que aquí sirven un café delicioso! —señaló el hombre de hebras blancas con las raíces negras al entrar a la cafetería—. Me lo dice mi nariz kagune.

—Ssesan lo vive mucho ¿eh?

—Es que le encanta ir en busca de buenas cafeterías.

Yomo observó al hombre que acaba de entrar y éste lo observó.

—Yomo-san, ¿aún no recuerdas el saludar a los clientes? —preguntó con un deje de diversión Gina, ésta se acercó hacia los clientes que acaban de entrar y paró en seco al ver aquellos ojos grises que siempre recordaba.

Los ojos violetas de la peli-plateada brillaron con emoción y Haise fue testigo de eso. Observó como la mujer enfrente suyo se tambaleaba y daba un paso hacia el pero paraba en seco, notó como una lágrima bajaba por la mejilla izquierda de la fémina y algo adentro suyo se partió al ver eso.

Pronto Haise estaba sentado en una silla a un costado de sus subordinados y con sus ojos grises observaba como la figura delgada de aquella chica preparaba los cafés de ellos y venía hacia donde estaban para entregárselos.

Haise se llevó la taza hacia sus labios y bebió del contenido oscuro, bajó la taza y murmuró—: ¿Eh? Este sabor...

Una lágrima silenciosa bajó por su mejilla izquierda y miró hacia la camarera de cabellos plateados que estaba parada al frente de él.

«¿Por qué tu rostro es inexpresivo y tus ojos tienen un brillo de emoción pero, a la misma vez, con preocupación? ¿Quién eres?» Pensó Haise observando a la mujer.

«¿Por qué tu rostro es inexpresivo y tus ojos tienen un brillo de emoción pero, a la misma vez, con preocupación? ¿Quién eres?» Pensó Haise observando a la mujer

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Fijándome en los capítulos que tengo, creo que quedarían unos diez para el final y uno más para el epílogo.

Nuestra querida Gina y el Kaneki se está por acabar, aunque para mí siempre Gina estará en mí corazón.

Úɴɪᴄᴏꜱ │ᴋᴇɴ ᴋᴀɴᴇᴋɪ ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora