treinta y cuatro: final

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Úɴɪᴄᴏꜱ

Úɴɪᴄᴏꜱ

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¿Qué es vivir?

¿Qué es vivir sin tener alguna meta en mente, lo que te inspira a seguir?

¿Qué es vivir?

Kaneki suspiró relajando sus hombros y se paró de la silla metálica, en donde anteriormente había pasado toda la noche viendo el cuerpo de Gina, buscando algún indicio de algún avance, para después caminar por la habitación estirando sus extremidades a la vez que veía el anillo que descansaba en su dedo anular.

Habían pasado días desde el incidente en la cafetería, y días desde que tenía el anillo en su dedo, símbolo de espera y amor que le tuvo Gina durante esos largos tres años. Dirigió sus ojos a la mujer que reposaba con tranquilidad en la cama blanca, sus manos arriba del cubrecama y dejando a la vista aquellas enredaderas negras que entrecruzaba su piel en varias direcciones, su pálida piel tenía algunas marcas de quebrajaduras, como si su piel se estuviera deprendiendo como una muñeca. Kaneki ya no podía ver esos ojos violetas brillando en armonía para él, ni sus labios delgados de un color rosa pálido elevarse en una sonrisa como las que le daba hace solo unas cuantas semanas atrás, ni tampoco esas manos blancas, que eran decoradas por unos finos anillos, acariciar su rostro o rodear su cintura como lo hizo antes de que el desapareciera.

Ya no podía ver a la mujer que amaba sonriéndole, abrazándole, susurrando su nombre con sus ojos brillando, ya no podía verla.

Ya no estaba ahí con el.

¿Qué es vivir sin tener a alguien a tu lado?

¿Qué puede hacer uno al no tener a nadie a tu lado sin acompañarte en esa vida larga o corta?

¿Qué es vivir sin una meta y sin una persona a tu lado?

¿Qué es vivir?

Kaneki volvió a suspirar y desvió su mirada con melancolía y culpabilidad, ese último sentimiento atormentándolo a cada minuto y hasta en sus sueños. ¿Qué podía hacer para que se vaya esa culpabilidad de su pecho? Seguir esperando, seguir esperando e implorando que aquella mujer de cortas hebras plateadas y de ojos violáceos despertara y así, de esa manera, pedirle disculpas por todo el mal que le hizo.

Todo las cosas que le afectaron durante su desaparición.

Todas las cosas que tuvo que pasar para terminar en esa situación.

Por todo.

Miró la puerta, la cual estaba siendo tocada con delicadeza, como si tuviera temor a que la persona que estaba plácidamente en la cama se despertara por el ruido. Irónico, porque todos sabían que ese insignificante sonido no iba a lograr despertarla. Se acercó para abrirla y se quedó mirando con neutralidad a Tsukiyama, quien mantenía un rostro sereno pero con una sonrisa triste que ni siquiera era capaz de comprender.

Úɴɪᴄᴏꜱ │ᴋᴇɴ ᴋᴀɴᴇᴋɪ ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora