Apenas Ari hubo desaparecido, HanSeul escuchó una familiar voz que la llamaba.
Hanie~. Vuelve aquí conmigo. Tengo muchas cosas que mostrarte.
La pelivioleta suspiró antes de salir corriendo de vuelta al río.
¿Qué tal lo llevas?
-¿El qué?-frunció su ceño, mirando a un pecesito que pasaba por allí.
Eso de ser deidad.
-Es algo...inesperado.
Pero...
-Me gustaría que mis padres y la señora Min estuviesen aquí-confesó, sentándose a la orilla de río de piernas cruzadas estilo indio.
Cariño, sé que los extrañas, pero ya va siendo hora de que lo superes.
-Tú lo dices muy fácil-bufó-. Estás llena de peces, tiburones, algas...todos ellos te hacen compañía. Yo estoy sola y juro que me siento vacía.
Tal vez te sientas así porque parte de tu alma la tiene tu guardián.
HanSeul rodó los ojos y el agua soltó una risita.
Deja esa mala cara ahora ¿sí? Ahora que tus poderes están completos, tengo muchas cosas que enseñarte y no sé por cuál empezar.
Así fue como, siguiendo indicaciones de su líquida amiga, la pelivioleta caminó sobre la superficie del río, sintiendo cómo las plantas de los pies se le mojaban. También aprendió a formar por sí misma figuras con las gotas o chorros y también a cambiarlas de estado, de líquido a sólido o evaporado, formando figuras de hielo y cortinas de niebla.
Finalmente, había comprendido cómo manejar el agua a su antojo, dejando que esta bailara a su alrededor tal cual una hermosa y elaborada danza.
Ya no le importaba si su largo cabello estuviese pegado a su frente, nuca, hombros y espalda, mucho menos que su ropa estuviera más que ajustada a su figura así como también le restó importancia al hecho de que sus zapatos estuviesen en la orilla, empapándose.
El agua y ella parecían una sola, riendo de alegría, la una porque siempre le agradó y causó cosquillas que la tocaran y jugaran con ella a pesar de que le gustaba, y la otra porque se sentía bien e impresionada al saber que todo aquel espectáculo lo estaba armando ella.
Sin embargo, escuchó un sonido que la hizo alarmarse.
Inmediatamente una hilera de flechas de hielo se dirigieron hacia el lugar de donde creyó ella haber escuchado el sonido, pero inmediatamente las mismas se deshicieron al chocar los azules ojos de HanSeul con los miel de aquel gran lobo castaño, cuyo pelaje estaba tan húmedo como la piel de ella.
El imponente lobo cambió su forma y un apuesto chico de cabellos grisáceos, mejillas rellenas y labios gruesos se hizo presente, no despeganfo jamás sus ojos miel de los de su contraria.
HanSeul, de repente, se sintió completa y una lágrima rodó por su mejilla, seguida de otras más que lograron camuflarse con las gotas de agua que la cubrían.
Caminó por la superficie del agua hasta llegar a la orilla donde estaba aquel chico y ambos tomaron la iniciativa de acercarse, al punto de tener sus narices y pechos rozando.
Sin embargo, lo que no sabía ella, era que aquel muchacho se sentía exactamente igual, y esas lágrimas retenidas en sus ojos eran suficiente prueba.
Aquella punzada en sua corazones no era normal y eran conscientes de ello.
Sabían, con tan sólo una mirada, que se pertenecían.
El peligris sonrió y la pelivioleta lo imitó, maravillada con tal vista y le fue imposible el no sonrojarse cuando sus manos se rozaron y el chico tomó una de ellas para llevarla a su boca y depositar un suave beso allí.
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✧*:.。.τнє κєєρєя.。.:*✧ |ᴾ.ᴶ.ᴹ| #𝟐✓
FanfictionLuego del regreso del reino de Skygall, la diosa Ari establece conexiones entre los otros reinos que antes convivían pacíficamente en las nubes, quedando solamente uno (el original) en dicho lugar. Pero lo relevante se encuentra en Kwon HanSeul, una...