¿Qué se puede hacer para ser exitoso?

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Después que corrí, me encontré en el cruce de caminos, como en el centro de una cruz de madera. Allí estaba un demonio parecido a Pablo Mármol, pero realista: de carne y hueso.
Pero éste también era perturbador: ya que estaba sonriendo en todo momento, como un payaso; y estaba todo quieto mirándome como una estatua coloreada

Claro que me dio miedo, entonces corrí por el camino principal de mi casa. Llegué, pero me tuve que agachar como un gato negro asustado. Me arrastré como tortuga, hasta que saqué mis manos y pude salir de la pequeña losa, porque estaba nervioso.

Abrí la puerta del baño y la cerré, llegué a mi cama, pero, al instante, como asaltadores y ladrones, bajaron y vinieron del baño: el cuco, Alex, Melman, Gloria y Marty.

Empezamos a correr en círculos, como los perros rabiosos y el gato negro nervioso de salvar su vida.

Finalmente se cansaron, se fueron, me quedé tranquilo. La verdad es que mi madre, Verez, siempre venía a verme como si fuera una doctora: es decir, una visita momentánea de doctor, que luego se va. Por tanto, siempre me quedaba solo con el cuco; aunque no estaba yo solo, sino que mi compañía era Cristo Jesús, el Invisible.
Todos los días era una visita del cuco, y de sus compañeros que, de muy malos, tomaban la forma de caricaturas; por tanto, no me gustan ver, yo solo, las caricaturas: es como, el padre a quien a su hija lo mató un asesino, lo vea todos los días trabajando en la televisión, pero obviamente no quiere volver a saber más de él, ni a mirarlo.

Pero generalmente, siempre venía solo el cuco, había veces que me escondía debajo de la cama: pero entonces miraba debajo de la cama, alargaba su brazo negro, y me agarraba como quien agarra un perrito chiquito.
Había otras, que me escondía detrás de la heladera, pero entonces buscaba detrás de la heladera, me hallaba, y me sacaba como quien saca un aragán. Pero gracias a Cristo Jesús, que siempre me pude escapar de sus manos, como el gato que salva su vida.

Llego un día, que, aun estando mi padre Frithu, y mi madre Verz (durmiendo), venía el cuco hasta el pasillo, en que estaba encendido un foco amarillo.
Nos mirábamos los dos, yo sentía curiosidad, era como Alicia en el mundo del Sombrerero, no tenía miedo a nada; pero conocía las malas intenciones de estos demonios.
Me acerqué, él ya me estaba llevando, pero había una botella de vidrio en el suelo, una botella común.
Entonces, la botella se hizo como la botella de Aladín: salió un duende de la botella, pero este duende tenía la forma de superman; lo curioso es que la mayoría eran mudos, estos demonios.
Este superman era petiso, como un muñeco barato de segunda mano, además presumía de sus músculos.
Era un demonio de menor jerarquía: porque quería pelear con el cuco, para matarme él a mí, antes que el cuco.
El cuco lo pinchó con su dedo, como si se tratase de una aguja, y el superman se desinfló: se le salió el aire como si fuera un globo, o un juguete inflable; luego el cuerpo sin aire se metió en la botella rápidamente.
Yo me puse triste, porque lo había humillado.

Los Secretos Del Cuco De Joel Franco CASTILLO IRUPA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora