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Harry no estaba de buen humor a la mañana siguiente. No era de extrañar, le había despertado una llamada urgente de su secretaria después de haber pasado toda la noche sin dormir. Y la frialdad con que ____ le había recibido esa mañana en la cocina, cuando había bajado a tomar un poco de café, no había contribuido precisamente a mejorar las cosas.

«Estoy agotada, más de lo normal, supongo que será por el embarazo, dicen que los primeros meses te cansas mucho». Sus palabras martilleaban su cabeza una y otra vez, como lo habían estado haciendo a lo largo de la noche.

Sabía que, si no hacía nada para remediarlo, ____ se pasaría todo el día comportándose como si él no estuviera presente. Y no estaba dispuesto a ser ignorado. Como tampoco tenía ninguna intención de negar que fuera hijo suyo el bebé que llevaba en su seno.

Para su desgracia, tuvo que pasarse la mayor parte de la mañana pegado al teléfono hablando con su secretaria y con el vicepresidente de su agencia en Denver y, mientras discutían sobre los diversos asuntos de trabajo, su mente seguía puesta en aquella pequeña bomba de relojería que ____ había dejado caer la noche anterior. Sabía que podría tratar de forma más rápida y eficiente la inesperada crisis de su empresa desde su propio despacho, pero no tenía intención de marcharse de allí sin haber llegado antes a algún tipo de acuerdo con ____ respecto a su hijo.

Al menos un acuerdo de ánimos. Después de todo, ella tenía necesariamente que hablar con él para poder solucionar las cosas. Así que, cuando todos estuvieron reunidos de nuevo en el comedor, con la mesa llena de platos de pavo y jamón y puré de patatas con salsa de carne, Harry reconsideró su plan.

Un plan que recibió un impulso inesperado cuando su padre se puso de pie.

—Ahora que estamos todos reunidos para celebrar el día de Acción de Gracias, creo que es un buen momento para reflexionar sobre las muchas razones que tenemos para estar agradecidos. A lo largo de mi vida, he sido bendecido con una familia maravillosa, una buena salud y una considerable fortuna. Pero este año, tengo una nueva razón para expresar mi agradecimiento, y esa razón es la novia maravillosa que tengo sentada aquí a mi lado.

—No veo a ninguna novia —se adelantó a decir Livie con mucha espontaneidad.

—Creo que lo que tu abuelo nos quiere decir es que él y la señora McCord se han casado —explicó Zane a su hija.

—Ahora es la señora Styles —dijo Rex con orgullo—. Pero tú puedes llamarla abuela.

—O simplemente Eleanor —dijo su esposa, no queriendo obligar a la niña a aceptar demasiado pronto su nuevo papel en la familia.

—Enhorabuena —dijo Charlie, aunque su voz sonó algo tímida al levantar su copa.

El resto de los McCord y los Styles se unieron de inmediato a la felicitación.

—¡Felicidades!

—¡Que tengáis una vida larga y feliz juntos!

—¡Por los novios!

A pesar de los alegres brindis y del tintineo de copas chocando en señal de felicidad, Harry sabía que no todo el mundo estaba contento con aquella unión. Quizá les llevase aún algún tiempo a ambas familias aceptar que la vieja enemistad había llegado verdaderamente a su fin, como parecía querer simbolizar el matrimonio entre Rex y Eleanor.

—Ya que estamos celebrando una buena noticia —comenzó diciendo Harry, poniéndose de pie para dirigirse al grupo reunido alrededor de la mesa—. Yo también tengo algo que comunicaros.

El murmullo y el tintineo de cubiertos y platos cesó progresivamente y todas las miradas, incluida la de ____ que le contemplaba algo asustada, se concentraron en él.

Seduccion FalsaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora