14

2.2K 86 11
                                    

____ se despertó con un beso la mañana de Navidad. Levantó los brazos sin abrir los ojos, y rodeó con ellos el cuello de Harry.

—Vas a conseguir que se me caiga la bandeja de tu desayuno —dijo él.

—¿Me has traído el desayuno a la cama?

—Unos rollitos de canela que te he calentado, un poco de fruta y un yogur.

Ella se incorporó en la cama para ponerse la bandeja sobre el regazo.

—¡Qué rico!

—Bueno, todo el mundo acostumbra a hacer las mismas cosas en estas fechas, adornar el árbol de Navidad y colgar de la chimenea los calcetines para que Santa Klaus los llene de regalos, así que pensé que podríamos empezar a crear nuestras propias tradiciones.

—Me gusta ésta —dijo ella pinchando una fresa con el tenedor y saboreándola.

—Bueno, date prisa, que tenemos que ir a ver lo que nos ha dejado Papa Noel.

—Él sólo deja regalos a los niños que se han portado bien —afirmó ella bromeando.

—¿Acaso no me porté yo bien anoche?

—Muy bien —dijo ella, sonriendo—, aunque no estoy segura de que el viejo regordete premie ese tipo de cosas.

Ella terminó su desayuno, alternando los bocados con los besos, y luego se bajó de la cama y se puso la bata por encima del camisón.

Había una verdadera montaña de regalos bajo el enorme abeto de Navidad que habían puesto en un rincón del cuarto de estar. Muchos más de los que ella había visto la noche anterior antes de irse a la cama.

Cuando comenzó a abrir los regalos, se encontró con multitud de artículos para bebés: sonajeros y baberos, cuadernos infantiles y ositos de peluche, y dos pequeños suéteres de los Texas Rangers de béisbol.

—Desde luego, Papa Noel disfrutó casi tanto como tú comprando en Baby World —dijo bromeando.

Harry se limitó a sonreír mientras desenvolvía uno de sus regalos.

Ella se había devanado los sesos, tratando de buscar lo que más le pudiese gustar a su marido. Finalmente le había comprado la serie completa de uno de sus programas de televisión favoritos, un elegante suéter de cachemir que hacía juego con el azul de sus ojos, y un nuevo putter de golf, al que había visto que él había echado el ojo cuando estuvieron juntos comprando los regalos para su padre. Y, por si fuera poco, después de mucho pensarlo, había vuelto a Baby World y había comprado aquel gran perro de peluche que él había devuelto aquel día de mala gana a la estantería.

Harry le regaló a ____ una imagen enmarcada de la ecografía de los bebés y un libro lujosamente encuadernado lleno de preciosas ilustraciones sobre Venecia. Cuando ella fue a abrirlo, se cayeron al suelo dos billetes de avión.

—Quería llevarte a cenar a la plaza de San Marcos auténtica. Y he pensado que será mejor hacerlo cuanto antes, porque dentro de unos meses no estarás ya en condiciones de viajar.

—El tiempo pasa volando —dijo ella—. Casi no me puedo creer que el año próximo por estas fechas tengamos a dos bebés gateando por aquí.

—Y probablemente, tratando de derribar el árbol de Navidad —advirtió Harry.

—Para abrir los regalos —añadió ____.

—O para intentar comerse los adornos.

—Y, en cualquier caso, para sacarnos de quicio —dijo ella sonriendo—. ¿Sigues aún asustado?

Seduccion FalsaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora