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Cuando la ceremonia hubo concluido, ____ y Harry fueron conducidos a un comedor privado que tenía una sola mesa puesta con un mantel blanco inmaculado, una cristalería reluciente y una cubertería de plata. Se oía una música suave, procedente de unos altavoces invisibles, lo bastante audible como para crear un ambiente romántico, pero no tan alta como para impedir mantener una conversación.

Habían encendido la vela del quinqué que había en el centro de la mesa y había un camarero de esmoquin preparado con una botella de champán sin alcohol. Se presentó a sí mismo como Gabriel y luego les mostró la marca para su aprobación, antes de descorchar la botella y servir el dorado y burbujeante líquido en dos copas altas y estrechas.

El fotógrafo encargado del reportaje de su ceremonia siguió sacándoles fotos con su cámara, haciéndole sentirse a ____ un poco incómoda.

Gabriel recitó de memoria las especialidades de la casa, les tomó nota y se fue después a la cocina.

—¿Te he dicho ya lo maravillosa que estás esta noche?

—Sí —respondió ____, tratando de olvidar la excitación que había sentido esa tarde cuando él le había lanzado una mirada llena de deseo al salir ella del vestidor de la suite.

Había estado dudando hasta última hora si era procedente comprarse un traje de novia, y al final había pensado que, a pesar de todo, la ocasión lo merecía. Encontró un sencillo vestido liso de color marfil, elegante pero sin excesos, que le pareció muy adecuado para la ceremonia.

Harry había encargado también un ramo de novia. Era un manojo de rosas atado con una cinta ancha de satén que hacía juego con la banda del escote cuadrado y el ribete del bajo de su vestido.

Pero habían sido las joyas que llevaba lo que más había despertado la admiración y el orgullo de Harry. Tanto los pendientes como el collar tenían diamantes ámbar.

Durante los últimos seis meses, Blake había estado acaparando todos los diamantes ámbar que había conseguido encontrar en el mercado, confiando en que su popularidad, y en consecuencia su valor, se revalorizarían cuando se encontrase el diamante Santa Magdalena. Había sido una apuesta arriesgada, pero estaba comenzando a dar sus frutos.

Y, mientras Blake se centraba en esa misión, a _____ se le había encomendado la tarea de diseñar una serie de piezas para sacar el mejor partido a las gemas. La colección, basada en diseños tradicionales de estilo español, reflejando la historia del Santa Magdalena, se había exhibido recientemente en la portada de Vogue y en la alfombra roja de Hollywood.

Los pendientes que llevaba, una verdadera filigrana de oro engastado con diminutos diamantes ámbar salpicando la base como un dorado polvo de estrellas, había sido un regalo de agradecimiento de su hermano por las horas extra que ella había puesto en el proyecto. El collar, una sólida cadena de cuentas, del mismo estilo que los pendientes, se lo había comprado ella misma, simplemente porque no había sido capaz de resistir la tentación. Y parecía hecho a juego con los pendientes. ¿Una simple casualidad? ¿O una broma del destino?

Las palabras de Harry, levantando su copa, la devolvieron al presente.

—¡Brindo por la hermosa novia!

Él estaba fabuloso con su traje negro, su camisa plateada y su corbata color burdeos. Sintió la necesidad de decírselo.

—¡Y por la excelencia del novio! —exclamó ella, alzando su copa.

El fotógrafo se acercó un poco más a ellos para captar el momento del feliz brindis.

—¿Va a pasarse toda la noche revoloteando por aquí? —preguntó ella.

Seduccion FalsaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora