Capítulo 6: Resurgimiento

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Aquí vamos... Nuevo capítulo nueva portada. Disfrútenla.
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—Decida usted, ¿la salvará o la dejará morir?

Esa pregunta fue lanzada por el par de niñas que tenía en frente y que ella las miraba con asombro, eran espíritus invocados por Kikyo, la petición hecha resonó en su cabeza, como un eco taladraban su mente, robándole así la tranquilidad que hasta ahora creía tener.

Una tranquilidad efímera, pues a veces mientras todos estaban dormidos, Kagome en silencio esperaba a Inuyasha, no podía evitar estar preocupada por él, se sentía un poco celosa y ese sentimiento la hacía sentirse egoísta, pero no le deseaba ningún mal a su rival de amores. Ella sólo observaba en silencio y desde las sombras, sin poder consolar al hombre que amaba, viendo como sufría por otra mujer.

Ahora, jamás pensó en decidir sobre la vida de alguien, y sinceramente nunca imaginó tener la vida de Kikyo en sus manos ¿qué debía hacer? Aunque esa pregunta estaba demás... no la dejaría morir. En primer lugar estaban sus valores y principios: la de siempre ayudar al prójimo, segundo ella era la reencarnación de Kikyo... y si Kikyo desaparecía ella... ¿no nacería? Acaso ¿dejaría de existir? Definitivamente tendría que investigar mucho acerca de esa teoría, y por último... Inuyasha.

Inuyasha se pondría muy triste al ver morir nuevamente a su antiguo amor. Ninguna persona podría soportar tanta desesperación junta, aunque sea un hanyo. Sin embargo aún no se ha escuchado que alguien se muera de tristeza.

Cuando Kagome estaba por cruzar el pozo que la trasladaría a su época, Inuyasha apareció de repente, pidiendo por ella... esto le devolvió la calidez en el pecho y la sensación de que todo estaba bien. Aunque internamente también sintió una punzada de angustia, pero en ese momento decidió ignorarla, por el bien suyo y el de él.

"—Inuyasha— susurró.

—Kagome. Ven conmigo.— pidió.

La azabache no sabía que pensar ¿estaría soñando? Era demasiado bueno para ser realidad. ¿Cuántas veces rogó por eso? Porque Inuyasha le demostrara sus sentimientos así tan naturalmente y sin tapujos, que sea más abierto ante las emociones y sensaciones nuevas que experimentaba. Incrédula lo miró a los ojos ambarinos que aún de noche brillaban en la oscuridad, tratando de desvelar la verdad en ellos, no encontró rastro de mentira en sus ojos y un calor bonito se instaló en su pecho... hasta que con decisión y firmeza Inuyasha continuó.

—Ven conmigo Kagome. Tienes que salvar a Kikyo.

Si tan solo no la hubiera mencionado, no habría caído en cuenta de la burbuja encantada que creó a su alrededor y que reventó abruptamente sin contemplaciones, traéndola de vuelta a la cruda y cruel realidad. Aquella realidad donde solo era la amiga, la compañera, la recolectora de fragmentos, la aspirante a algún día obtener su amor, la que lo ama y espera su amor en silencio.

Luego de eso todo pasó muy rápido, se sintió patética al no poder articular palabra alguna, ¡ni siquiera un monosílabo!, dada la situación ella solo asintió, más por aturdimiento que por convicción. Inuyasha la cargó y la llevó en la espalda pese a la resistencia de la azabache, pues ya no se sentía cómoda yendo de esa manera con él, mientras él pensaba en otra, aunque esa otra sea su ancestra, y tal vez solo tal vez el amor de su vida; ambos se dirigieron directo hacia los dos espíritus que esperaban el regreso del hanyo, todo pasó tan rápido que aún no asimilaba la situación."

Después del repentino viaje, arribaron a un lugar escondido y desconocido para Kagome, pasaron una barrera que ni siquiera sintió o notó, llegando al fin a un lugar específico, comprendió que en realidad Kikyo estaba muy mal. Al verla sumergida en el agua tan frágil e indefenza, siendo la sombra de la sacerdotiza fría y fuerte que conoció.

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