Capítulo 11: Solución

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彡Dejo publicado este capítulo y me retiro para que disfruten de la lectura...

Mientras todos dormían dentro de la cabaña de la anciana Kaede, Inuyasha sintió por un instante con su fina nariz, un leve aroma tan conocido para él, sin embargo seguía dormido; rapidamente se despaviló del sueño y agudizó sus sentidos, moviendo sus suaves orejas en el acto, estaba sentado hacia la entrada de la puerta corrediza haciendo guardia, descruzó sus piernas y brazos que hasta el momento permanecieron como en una pose de meditación. Afianzó su espada colmillo de acero, y salió a toda prisa rumbo a un lugar en específico. El viejo pozo.

Kagome llevaba ya dos semanas sin aparecer, las ansias lo corroían por atravesar el pozo e ir a traerla, como un costal de papas de ser necesario, ¡la necesitaba!, ¡tenían que encontrar los fragmentos restantes! Aunque el hanyo desconocía que solo quedara uno por buscar. Pero Miroku le había aconsejado que la dejara en paz, que las mujeres necesitaban su tiempo y espacio para que se les pasara su rabieta, en ese entonces recordó que Miroku se ganó un fuerte trancazo con el Hiraikotsu, cortesía de Sango.

La noche reinaba en su majestuosidad, con cautela se acercó hacia la orilla del pozo, aunque era una noche tranquila, de cierto modo le inquietaba algo que no sabía que era. Kagome no estaba por los alrededores ¡la habría visto!, sin embargo había un leve aroma de ella por el lugar, incluído un olor extraño que no supo reconocer, pero estaba mezclado con el de ella, y eso era raro.

Se acercó a la orilla del pozo, y se hincó hasta quedar a la altura de la vieja madera, apoyó su mentón y ambas manos en el. Sus rasgos se suavizaron al ver el arco y carcaj en el suelo del pozo, ese que dejó Kagome hace poco más de dos semanas ahí dentro, el mismo que le dio Kikyo.

—Kagome…— la llamó, pero el silencio fue su respuesta. ¿quién entendía a las mujeres? Pasaron buenos ratos mientras buscaban indicios de la ubicación de algún fragmento, y aunque no hallaron ninguno, el viaje de regreso fue bastante agradable... hasta que se encontraron al lobo sarnoso de paso, y como siempre muy pasado de confianza según su parecer.

"Koga no perdía oportunidad de cortejarla diciéndole sus melosas confesiones ¡y en frente de sus propias narices! Lo decía de una forma tan segura y fluída que el hanyo interiormente sentía envidia de aquello, aunque definitivamente no lo aceptaría nunca, como buen macho alfa que se respeta.

Ese fatídico día, el demonio lobo le besó las manos agradecido de que su "amada" haya arriesgado su vida para salvarlo de las telarañas de Naraku, aquel día que se derrumbó el monte Hakurei; luego la había abrazado y consolado por las penas y tristezas que pasaba junto al híbrido, tanto, que el muy sinverguenza, la abrazó de la cintura y la acunó en su pecho, pidiéndole ser su compañera y vivir con su manada, como siempre, para variar. Y que no tenga que aguantar los cambios de humor del mitad bestia.

¿Qué podía hacer? El hanyo saltó por impulso contra el demonio sarnoso, con Tessaiga bien enfundada en mano, sin importarle que todavía Kagome estuviera entre sus brazos. Pero ya debería haberse apartado ¿cierto? El abrazo -muy afectuoso a su pensar- ya había durado bastante, y no iba a permitir que estuviera más tiempo entre sus garras. Koga detuvo su espada con la garra de acero que protegía su mano, defendiéndose del repentino ataque de Inuyasha y protegiendo a Kagome a la vez.

La mirada que le dedicó Kagome le partió el corazón, más incluso, su alma. Esa mirada chocolate tenía miedo de por medio, temor, decepción, angustia, incredulidad, no supo identificar más, miró a sus demás espectadores que presenciaban la escena, Miroku, Sango y Shippo solo negaban con la cabeza, en silencio. Miró de vuelta a Kagome y ahora tenía un aura oscura y furiosa que emanaba a su alrededor, con un par de venitas en la frente, eso no era bueno, nada bueno, tragó grueso al entender lo que había hecho.

Encantos De Un MercenarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora