Capítulo 3

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Lucy

Me termino de arreglar con el tiempo justo para no perder el autobús que me deja en la universidad. Salgo de mi cuarto y casi me choco con Natsu, que hasta recién levantado parece un modelo. No sé cómo lo hace. Me mira de arriba abajo, observando mis vaqueros sencillos y mi camiseta sin florituras.

—No te van a reconocer así vestida.

—Buenos días a ti también y me importa una mierda que no me reconozcan. Ahora quítate del pasillo que llego tarde.

—Voy en coche —dice Jellal saliendo de su cuarto y poniéndose un jersey—. Te acerco o él que va en moto.

—No... Yo... —Los miro a ambos. Me encantaría aceptar su oferta y no tener que lidiar con el bus, pero hacerlo sería reconocer públicamente que somos algo más que conocidos. Busco las palabras para decírselo, pero no las encuentro.

—Tranquila bonita, en lo que a mí respecta, no te conozco de nada. Está claro que los de tu clase encuentran repulsivo ser amigos de gente trabajadora y honrada —Me dice de manera despectiva Natsu acertando las palabras no dichas tras mi silencio.

—No es eso es... No quiero defraudar a mis padres.

—Mejor estate callada, lo estás empeorando. —Natsu se aleja—. Por mí perfecto. No quiero que nadie me vea hablando con una pija como tú. Adiós.

Y sin más se marcha. Me giro a Jellal que no tiene mucha mejor cara que su amigo.

—El bus para a dos calles de aquí, si no te das prisa en cogerlo lo perderás. —No veo el brillo en sus ojos, ese que siempre me da calidez. Está claro que lo he estropeado todo.

—Solo quiero que mis padres me acepten...

—Tú misma.

Se va y me deja sola sintiéndome una mierda por no saber manejar esta situación. Sintiendo que una vez más estoy fingiendo y anulándome como persona solo para que mis padres no tengan quejas de mí. Para que dejen de mirarme como si fuera lo peor que los hubiera pasado y para que yo deje de desear no haber nacido porque
siempre han dejado claro que no entraba en sus planes tenerme. Tanto era así, que no abortaron de milagro como de vez en cuando recalca mi madre. Cosa que me recuerda a menudo para que no olvide dar gracias de que estoy viva porque decidieron no hacerlo.

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Llego a la universidad con el tiempo justo. Entro a clase y enseguida siento que mis antiguas amigas o las que yo creía que lo eran, me miran fijamente; entre ellas está Yukino. Siento asco al mirarla e imaginar cómo se rio de mí, cómo se acostaba con mi novio creyendo que era tan tonta de no ver que lo hacía delante de mi cara.
Siento que si no los he pillado más veces, ha sido de milagro ya que cuando lo hice no ponían un espacial cuidado en que no los viera. Da la sensación de que ellos pensaban que si los pillaba, miraría hacia otro lado. De hecho que acabaran, en vez de apartarse, deja claro que esto es así.

Me siento alejada de ellas y las ignoro. Trato de tomar apuntes y con el estado de nervios que tengo no son muy buenos. Dejo caer la cabeza sobre la mesa cuando acaba la clase. Tomo aire y me encamino hacia la siguiente.

A media mañana estoy de los nervios por aguantar la rabia y morderme la lengua, por tener que callar para no quedar mal ante toda esta gente que piensa que soy un témpano de hielo. Algo incierto, pero nunca he encontrado las palabras para hablar con ellos. Tal vez temiendo eso que dicen que más vale parecer tonto que hablar y demostrarlo. Algo que he escuchado muchas veces por mis hermanos a lo largo de mi vida y que hace que cuando estoy ante mis amigos siempre piense dos veces qué decir por si es una estupidez.

La enfermedad del Amor ||Nalu|| [ADP]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora