Capítulo 24

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Lucy

—Vamos pruébalo. Está delicioso.

—Dudo que esté buena una magdalena de chocolate con patatas fritas —respondo a Erza que se ríe por mi gesto de asco antes de meterme el dulce a la boca.

No es que me encante, pero no está malo.

—¿A que no está tan malo? —Me mira risueña haciendo que sus ojos negros reluzcan. Niego con la cabeza.

Erza se echa hacia atrás en su asiento. Estamos en la cafetería de la universidad. Hace más de una semana que fui a su casa y desde entonces me he cansado de fingir ante mis amigas. Noto cómo me observan continuamente y cómo murmuran sobre mí pero ya me da igual. Mis padres quieren que esté con Sting, no han especificado nada de que tenga que seguir siendo amiga de esas falsas.

Sting, como buen novio de mentira, se pasa cada dos por tres a ver cómo estoy y se sienta con nosotras hasta que con un una sonrisa le pido que se marche. Hoy no anda lejos, me mira de una forma que me pone los pelos de punta. Es como si supiera algo que yo ignoro desde hace días y cuando le pregunto, solo me dice que nada. No lo soporto.

Sigo mi mirada por la cafetería y veo fuera a Natsu con sus amigos. Enseguida que mi mirada se posa en él, sus ojos me buscan como si lo sintiera. Me sonríe de medio lado antes de apartar la mirada. Agacho la mirada para que nadie note cómo lo observo enamorada. Cada día que pasa lo quiero más.

Las cosas entre los dos van mejor. Somos como los amigos que éramos, que saben que se quieren y se desean, y eso hace que todo vaya mejor. Lo veo poco porque trabaja.

Mirajane vino a pedirnos perdón, pero me dijo que esperaba que no le hiciera daño, porque pese al tiempo que habían pasado separados, Natsu era importante para ella y que solo el tiempo haría que dejara de pensar que acabaría por traicionarlo. Le dije que era justo y entre las dos hay una especie de tregua. Ahora mismo está con Natsu a su lado y con sus amigos, que también se han hecho los suyos. Aunque
no entiende que Natsu esté conmigo, no ha vuelto a insinuársele. Lo que me duele, es que ella tenga la libertad de estar a su lado siempre y yo no. Todo es por mi miedo a decir la verdad.

—Voy a por otro café, si no te juro que me quedo dormida en clase. —Asiento a Erza y la veo irse a por otro café. De camino se acerca a dar un beso a su novio que la mira con cara de pocos amigos y la llama pesada. Cosa que me he dado cuenta que hace a menudo.

Erza solo sonríe y le saca la lengua restándole importancia, pero la conozco lo suficiente para saber que le duele la actitud de su pareja.

—Está muy bueno la verdad. —Me giro al escuchar la molesta voz de Yukino y veo que se ha sentado a mi lado y mira fijamente a Natsu que está de espaldas—. Y menudo culo tiene, sobre todo cuando lo agarras con fuerza una vez que está dentro de ti...

Sus palabras me caen como una losa y la miro impactada. Se ríe.

—¿Tú y él? —le pregunto con un hilo de voz temiendo su respuesta y sabiendo que mi modo de preguntarlo y mi actitud me ha delatado, pues Yukino sonríe triunfal. He caído en su trampa.—Sí. —Siento cómo me falta el aire y eso le encanta a Yukino—. Tenía mis sospechas por tu forma de mirarlo. Sting piensa que estás con alguien y eso ha hecho que esté más atenta a todo y te delatas. Tranquila. No diré nada. No saco nada diciéndolo. —La miro impactada y niego con la cabeza, y se ríe de nuevo—. ¿Te sorprende que haya estado con dos de tus hombres? No te sorprendas tanto. Los hombres como Natsu o Sting se acaban cansando de mojigatas como tú. A ellos les gustan las emociones más fuertes. Me apuesto lo que quieras a que o ni te has acostado con él o solo habéis hecho el misionero. Tan convencional... Conmigo era puro fuego. Me desgarraba la ropa con ansias de adentrarse en mí. Lo hacíamos de maneras que parecían imposibles. Tan fogoso... —No puedo más que mirarla y siento cómo con cada palabra suya se rompe algo dentro de mí.

La enfermedad del Amor ||Nalu|| [ADP]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora