Capítulo 8

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Lucy

Sting aparca el coche en la puerta de la casa de mis padres. Miro la casa tras las plantas, rodeada de un jardín impresionante, con su preciosa fuente. Todo tan lujoso, tan frío...

—Espero que no hagas nada de lo que debas arrepentirte.

—Y yo espero que no vuelvas a acercar tus labios a los míos, porque te juro que te muerdo —le contesto con una sonrisa pues la puerta de la casa se acaba de abrir y salen mis padres.

Salgo del coche y los observo mientras se acercan. Sting da la vuelta hasta llegar a mi lado.

Hemos venido por insistencia de Sting que le alegra que mis padres le hayan dicho que querían vernos. No me quedó más remedio que aceptar cuando me amenazó de nuevo.

Por un instante pensé en negarme, pero luego me vi sola, alejada de la familia que conocía y más desplazada aún y eso me creó mucha ansiedad, como si algo me oprimiera el pecho cada vez que pienso en la posibilidad del abandono. En parte sé que es normal, ya que pese a todo es mi familia. Pero esto no quita que no me sienta mal por estar aquí interpretando el papel de novia perfecta.

Cuanto más tiempo paso en casa de Natsu y Jellal, más me cuesta volver a esta realidad. Es como si a su lado estuviera conociendo una parte de mí que dejé olvidada para no disgustar a mis padres. Han pasado dos semanas desde que Natsu me invitó a churros con chocolate y casi no nos hemos visto debido a los estudios y su trabajo. Aunque por las noches antes de acostarse siempre se pasa por mi cuarto para ver cómo estoy. Y no sé cómo lo hacemos, pero mis manos acaban por buscar su contacto. Me encantan sus caricias y acariciarlo. Esto con Jellal no me pasa y eso que es a quien más veo y se está convirtiendo en un gran amigo. Aunque no siento esa necesidad de sentirlo tan cerca.

Mi padre llega a nosotros y me saluda con una leve inclinación de cabeza. Su pelo es ahora canoso, en otro tiempo era rubio como el mío, aunque sus ojos son azules. Mi madre lleva el pelo tintado de rubio platino y tiene los ojos verdes. No nos parecemos en nada. Yo me parezco a un tío mío que tiene los ojos castaños y de quien dicen he heredado estos rasgos tan poco agraciados, aunque yo solo veo
parecido en los ojos y nada más. Cierto es que nunca he visto una foto suya de joven.

Saludan a Sting con un abrazo y afecto, y mi madre me mira de arriba abajo para torcer el gesto a continuación.

—¿Has engordado? —Agacho la mirada—. Es mejor que subas a cambiarte. La cena estará lista dentro de poco.

Me lo dice con frialdad. En sus ojos solo veo resquemor, como si yo le hubiera hecho algo y tuviera la culpa de haber nacido cuando ellos ya tenían toda su vida resulta y no era más que un estorbo. Mis padres rozan los setenta años, mi madre me tuvo con cincuenta años. Me dijo un día que por mi culpa casi murió en el parto por la edad tan avanzada que tenía para quedarse en estado.

A mi hermano mayor, de nombre Jude, como mi padre, lo tuvo con veinte años ya que lleva toda la vida con mi padre. Cuando yo nací, este tenía treinta años, casado y con dos niños. El que le sigue solo tenía un año más que Jude y también estaba casado, con dos hijos, cuando me tuvieron. Se llama Laxus. Los otros tenían
novia, pero no se habían casado aún, de mayor a menor son Hibiki, Larcade y Eve. El más pequeño cuando yo nací tenía veinte años y ya no vivía en casa por lo que desde niña no me he relacionado con ellos. Para ellos soy más una extraña que su hermana pequeña. Tengo sobrinos que son más mayores que yo y que, como sus padres, me tratan con la misma indiferencia, sobre todo los de Jude y su mujer que no pueden ni verme.

Entro en la casa y mis padres se llevan a Sting al salón donde ya escucho voces.

Seguramente de algunos de mis hermanos que han venido a cenar porque viven cerca.

La enfermedad del Amor ||Nalu|| [ADP]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora