NatsuEscucho que alguien no atina a meter la llave en la puerta de la calle. Cansado del ruido y suponiendo que es Lu, voy a abrir. Cuando lo hago me encuentro tras ella a Lu con el rímel corrido, la cara pálida y temblando. Noto que el corazón me da un vuelco temiendo que le haya sucedido algo grave.
—¿Qué te ha hecho?
—Se ha escondido para hacerme creer que lo han raptado. Pensé que le había pasado algo. Me aterré...
La dejo pasar. Deja sus cosas en el armario de la entrada y se va hacia el sofá. Se sienta y mira la tele. Su pinta es lamentable, patética y hace que una vez más me vea incapaz de desentenderme de ella.
Me voy a la cocina y le hago una tila. Regreso y sigue en la misma postura. Le tiendo la taza y me mira como si no supiera ni donde está. Sus ojos parecen más claros por las lágrimas. Tiene un color marrón cobrizo intenso y ya me he fijado más de una vez que cuando sonríe capta todos los colores que le rodean, haciendo que su mirada sea más intensa. Me siento en la mesa del centro y cojo sus manos. Se queda quieta sin apartar sus manos de las mías.
—No voy a abandonarlo. En el fondo siento que está tan solo como me he sentido yo tantas veces.
—Sí, lo está. Su madre solo piensa en sí misma y en ligarse a unos y a otros.
—Es triste.
—Sí. Y como no ponga remedio, pronto ese crío acabará con traumas que le costará extirpar de su ser, si es que no es tarde ya.
Asiente.
—Pero pese a eso, ahora mismo lo ahorcaría con mis propias manos —bromea y queda ridícula su risa con la cara llena de lágrimas y el rímel corrido.
—Te ayudaría —le digo.
Me observa y sonríe con sinceridad haciendo que sus ojos brillen y no por las lágrimas. Me veo preso de esa sonrisa y deseo que no la pierda. Me aparto algo incómodo.
Lu se toma la tila y le tiendo unos pañuelos para que se limpie. Estoy en ello cuando Jellal abre la puerta de la casa con una sonrisa en la cara que pierde en cuanto ve el estado en el que se encuentra nuestra compañera de piso.
—¿Qué ha pasado?
—El pequeño demonio le ha hecho creer que se había perdido — explico.
—No sé si te sale rentable cuidarlo, ya me ha contado por mensaje Natsu que vas a ser su niñera.
—No voy a abandonarlo. Yo no —dice con convicción algo que me gusta mucho.
—Tiene suerte de tenerte entonces —señala Jellal guiñándole un ojo—. Como te toca hacer la cena, te ayudo.
—Vale, yo creía que ibas a decir que la hacías tú.
Jellal se ríe y tira de ella para que se levante y vaya a la cocina.
Jellal siempre ha tenido más facilidad que yo para hablar con la gente y pese a eso las amistades femeninas nos han durado siempre poco o más bien han durado hasta que se han creído enamoradas de nosotros y se han alejado al darse cuenta de que no queríamos nada serio con ellas. Solo espero que esto no pase con Lu. Todo sería muy incómodo.
Lucy
Observo a Romeo desde abajo de los columpios como llevo haciendo toda la semana. No pienso perderle de vista, así se me sequen los ojos por no poder casi ni pestañear. Estamos a jueves y no ha hecho nada malo. Está tranquilo, tal vez el verme asustada le ha hecho pensar.
Lo veo entrar por una pasarela y espero que salga para ir hacia el tobogán como he hecho muchas veces. Espero que se tire y de repente se resbala, y veo como se cae hacia la arena. Grito y corro hacia él, pero por mucho que extiendo las manos no puedo cogerlo. Más porque se ha caído por el otro lado donde yo estoy. Aterrada llego hasta donde está y veo cómo la arena se tiñe de sangre. Me tiemblan tanto las piernas que llego hasta él no sé ni cómo. Está tan quieto que se ha hecho el silencio en el parque, como si todos temieran el destino del pequeño. Me arrodillo a su lado y lo giro. Veo cómo la sangre brota de la cabeza. Una mujer me dice que van a llamar a una ambulancia y asiento tratando de buscar la herida para reanimarlo. Y de repente, se ríe. ¡Se ríe!. Lo miro como si le hubieran salido dos cabezas y se levanta mostrándome un tubo lleno de lo que parece sangre.
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La enfermedad del Amor ||Nalu|| [ADP]
FanficLucy acaba de descubrir como su novio le engañaba con su mejor amiga después de sufrir un duro golpe. Dos traiciones en una sola noche harán que salga de casa con lo puesto, aunque esto sea un ridículo cancán de color rosa y unos zapatos puestos con...