B4 - The loves of my entire life

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Era un día como cualquier otro, se levantó sin que nadie lo llamara y comenzó su típico ritual matutino de colocar el cereal y luego la leche para comenzar a desayunar.

—Hoy no salgas, parece que lloverá.

El joven miro a su madre expresando una leve molestia, dio una cucharada a su cereal, mastico y trago.

—Incluso aunque llueva no pienso romper una promesa.

Continúo comiendo, la mujer suspiro. De por si el hecho de que el muchacho se hubiera levantado solo era señal suficiente de que aquel asunto era más importante.

Había prometido reunirse con su vieja amiga de la infancia. Hace ya dos años que ella se había mudado a una zona un poco más lejana; lo cual por consecuencia provocaba que no asistieran ni a la misma escuela, ni a los mismos lugares donde coincidían.

Aun así, cada tanto, un fin de semana, un feriado, o en verano ella con su amada bicicleta violeta se tomaba el trabajo de recorrer todo ese camino hasta su lugar secreto. Pensar que todo había comenzado como un inocente juego de niños. Tener su guardia secreta era un refugio de todas esas peleas o problemas que tendrían sus padres en sus hogares; era un escape del resto del mundo donde solo parecían existir ellos dos.

Nunca supieron quien la habría construido, pero esa pequeña casa en la sima del árbol fue testigo de tantas promesas y juegos entre ambos.

Él llego primero, se sentó a los pies del gran tronco de árbol. Podía sentir el aroma de las flores recién nacidas, la primavera se sentía en el aire. Antes de que su amiga llegara junto algunas de las más bonitas que vio, para regalárselas. A ella le gustaban mucho esos pequeños gestos, esas demostraciones de amor sin palabras.

Se preguntaba que tanto habría cambiado, habían pasado ya varios meses desde la última vez que se vieron. La escuela, las responsabilidades, los padres...No era tanto tiempo, pero a los 15 años se sentía una eternidad.

Vio la bici a lo lejos mientras terminaba de armar un pequeño ramo con flores diferentes. Su largo cabello rubio era elevado por una leve ventisca, una enorme sonrisa se asomó en su rostro cuando vio al rubio de lejos. Sus pies pedalearon aún más rápido que antes, detuvo la bici y con cuidado la dejo sobre el tronco, se acercó para darle un abrazo.

Luego se miraron y rieron sin razón. Él le extendió las flores, sabía lo que seguía; siempre que le daba alguna ella sacaba un libro y las guardaba dentro.
Tenía esa costumbre desde pequeña, le daba una sensación agradable el encontrar una flor y recordar el momento mientras leía un libro.

Esos pequeños detalles que alegran el día.

Luego de colocarlas en páginas al azar, subieron por los escalones de madera que estaban clavados firmemente en el árbol. Se sentaron con los pies colgando al aire; hablaron durante horas de sus vidas, como iban sus estudios, sobre sus familias, sobre como pasaba el tiempo.

Sentían como si no quisieran que esa tarde se terminara, había pasado tanto tiempo desde que se sentían tan paz.

¿No es maravilloso? Que existan esas personas que te transmiten paz con su sola presencia, que te hagan olvidar todo lo malo por un rato, aunque sea poco.

Eso sentían uno por el otro.

—Lamento que las cosas hayan terminado así.

—¿Así? ¿A qué te refieres? —, el rubio sacudió la cabeza confundido.

—¿Recuerdas esa promesa...?

El chico la miro algo confundido —¿Cuál de todas?

Ella sonrío mirándolo, luego sus ojos se dirigieron al cielo nuevamente —Cada tarde de primavera, venir aquí y compartir cada momento que podamos juntos.

Un leve sonrojo se asomó en las mejillas del chico. Una promesa que en su momento había sonado tan inocente ahora le provocaba latidos más intensos en su corazón.

¿Desde cuándo había cambiado aquello? Hasta hace pocos años eran dos niños corriendo y jugando en la tierra. Sin embargo, ahora estos extraños sentimientos los invadían, floreciendo como las flores en esta primavera.

—Temo no poder cumplirla, lo siento...

Una leve brisa los recorrió envolviéndolos, trayendo algunos pétalos y hojas. ¿En qué momento se había nublado? Una pequeña flor rosada cayó justo en su mano. El rubio la tomo y la extendió hacia la joven. Ella lo miro, acomodándose un mechón de su cabello detrás de la oreja derecha.

—Yo... yo esperare. Aunque la vida nos separe, sé que estaremos juntos algún día.

Ella lo miro, y tomo la flor asintiendo con la cabeza.

—Gracias...

En ese mismo instante comenzó a lloviznar, muy levemente. La vista de ambos se dirigió al cielo, a presenciar ese bello milagro de la naturaleza.

Ver como las gotas empapaban poco a poco los árboles, la tierra, y todo a su paso. El comenzó a tararear una melodía, a la cual ella momentos después se uniría entonándola.

"So, don't you worry your pretty little mind

People throw rocks at things that shine

And life makes love look hard

Don't you worry your pretty little mind

People throw rocks at things that shine

But they can't take what's ours

They can't take what's ours

The stakes are high, the water's rough

But this love is ours"

Entrelazaron sus dedos en algún momento. Esta nueva promesa silenciosa los llenaba de esperanza; algún día tendrían un futuro mejor, juntos.

Lo que no sabían era que está sería su época más pacifica, antes de inocencia y akumas. Antes de amarse y perderse. Antes de reencarnar y volver a encontrarse para perderse de nuevo tantos años y querer volver a destruirse.

Definitivamente... el amor es una de las fuerzas más poderosas existentes.

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Lena Osaki

Argentina, 24 años.

No me había animado a escribir antes, quien sabe porque. Gracias al tiempo libre que la cuarentena me ha dado estos últimos meses, aprovecho la oportunidad para explayarme creando historias.
Amo D.Gray-Man, Nana y Naruto. Llevo algo de cada historia tatuado en mi piel.

Tengo muchísimas ideas por hacer y mucho por mejorar, espero paciente que me lean y me cuenten que les parece.


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