CAPÍTULO XVI – REALIDADES A LA LUZ
A la mañana siguiente de la internación de Gin, Katina salió de su casa hecha un huracán. Fue con todo hacia las oficinas de Hugo para pedirle una explicación por lo sucedido con Babi. No iba a aceptar que tras 20 años de convivencia, él se vuelva a dar el gusto de revivir sus épocas de rebelde. No permitiría que su cuñada sufra por culpa de él. Llegó a la fábrica y fue en su búsqueda. Ingresó al edificio y fue derecho a la oficina de Hugo. Romeo intentó atajarla, pero fue imposible. Katina entró a la oficina y encaró a Hugo de manera violenta:
- ¡Katina! – exclamó Hugo – Que grata sorpresa.
- ¡Escúchame una cosa, grandísimo imbécil! ¡No voy a aceptar que lastimes a Gin de esa forma y menos estando ella en el estado que está! ¿Soy clara?
- Katina, no entiendo que me estás diciendo – dijo Hugo
- No me tomes por estúpida Hugo Olivera. Sé todo. Ya lo sé todo. Sé todo lo que pasó entre tú y Babi. ¡No me quieras mentir!
Hugo se sintió acorralado. No podía mentir más. La verdad debía salir a la luz.
- Te lo dijo… ¿Todo?
- ¡Miserable! Con decirte que me dijo que aun la amas. ¿Cómo coños puedes hacerle esto a Gin? ¿Cómo carajos le puedes mentir de esa forma, cabrón? Mientras ella está convaleciente en tu casa, tú aprovechas para revolcarte con Babi como si fuera que no tienes compromisos en tu vida ¿Acaso en que mierda estuviste pensando?
- Katina, por favor – trataba de calmarla Hugo.
- ¡Nada! Escúchame una cosa, Hugo Olivera. Si tú no hablas, hablaré yo. Si no le dices la verdad a Gin, seré yo quien hable ¡y las cosas van a ser aun más dolorosas para ti! ¿Soy clara no? ¡Estas advertido, cabrón! - amenazó Katina y se marchó reventando la puerta de un portazo.
Hugo se sentía acorralado. Debía hablar con Gin esa noche y decirle toda la verdad, de lo contrario, Katina le haría el peor mal de toda su vida.
Por otro lado, en la tarde de ese mismo día y tras haber recibido los resultados del chequeo médico realizado, Gustavo retornó a su casa, mudo como un muñeco de trapo. Al llegar, escuchó a Babi tratando de recomponer la relación con su hija, algo que le arrancó un gesto de sonrisa. Tras haber ingresado, se fue directamente hacia su escritorio, de donde le envió un mensaje de texto a su hijo:
"Horacio, necesito que te presentes al escritorio en este instante". Necesitaba hablar a solas con él. Horacio se presentó en el escritorio y comenzó la charla:
- Aquí me tienes, padre ¿Qué necesitas?
- Hijo… Tengo que pedirte algo. En vistas de que van a ocurrir cosas que afectaran el rumbo de esta familia, se vienen tiempos difíciles y necesito contar contigo para lo que viene.
- Pues… dime. Quiero saber. ¿Que es eso que tanto necesitas que te ayude?
- Hijo, necesitaré que te hagas cargo de los negocios de la familia. Eres mi único hijo varón y el mayor de los dos. Necesito que te pongas al frente, ya que se avecinan fuertes temporales en nuestras vidas.
- ¡Papá! – Exclamó Horacio con sorpresa - ¡Lo que me pides es algo completamente fuera de mi alcance! ¡Es mucha responsabilidad llevar la familia adelante! ¿Por qué me estas pidiendo esto?
- Es para que te vayas aclimatando hijo y para que vayas tomando conciencia, de que todo este imperio, algún día va a ser tuyo.
- Pero papá, ¿no puedes esperar un poco? Todavía soy joven para tomar una determinación así. Tendré que abandonar mis estudios para dedicarme a la familia. ¿Acaso hay algo que me estas ocultando y no te animas a decir?