CAPÍTULO XXVII – LA CONFIRMACIÓN
Horacio no volvió a su casa luego de esta triste revelación. Desesperado por lo sucedido, volvió a subir a su moto y emprendió viaje sin destino fijo. Mientras viajaba, recordaba una y otra vez las últimas palabras de Gustavo, quien le había pedido que no olvide que nunca iba a dejar de ser su hijo. Manejando como un endemoniado, decidió retornar al puerto para ver a sus viejos amigos. Cuando llegó, causó sorpresa con su aparición y fue recibido por sus seguidores. Del otro lado del puerto estaba Morrison, quien había bajado un poco de su pedestal, luego de la golpiza que le propinasen Horacio y Diego. Al encontrarlo, se quedaron un rato largo, estudiándose y midiéndose con la mirada.
- Regresaste – dijo Morrison.
- Necesito un desafío. Dame una oportunidad – pidió Horacio.
- ¿Qué dices? ¿Tú, el mítico Hache pidiéndome una oportunidad? – preguntó Morrison sin entender nada.
- Vamos, ¿Qué esperas? Necesito ese desafío – insistió Horacio.
Ambos contrincantes se reunieron en la línea de largada. El desafío se inició y comenzaron nuevamente a girar por el circuito improvisado del puerto. Sin embargo, cuando todo parecía que iba a terminar bien, la Guardia Civil llegó y comenzó a reprimir. Horacio por primera vez detuvo su motocicleta y se quedó esperando que se lo vengan a llevar.
Una vez detenido, fue llevado a la Jefatura, donde le fue notificada su situación. Se le permitió realizar una llamada, pero no fue a su casa precisamente. Llamó a Valeria y pidió para verla.
Cuando por fin se encontraron comenzaron la charla:
- ¿Qué has hecho? ¿Por qué estás aquí? – preguntó Valeria.
- Te pido que me perdones mi amor. Pero ya no doy más. No soporto más seguir con todo esto y de esta forma – lamentó Horacio.
- Pero ¿Por qué me dices eso? – preguntó aun atónita Valeria
- Valeria, he vuelto a correr. No mereces estar a mi lado. No soy digno de tu amor – respondió Horacio.
- Horacio, yo me siento muy feliz a tu lado. No entiendo ¿por qué sigues haciendo esto? – quería saber Valeria.
Horacio estaba abatido. Ni siquiera sabía cómo iba a decirle la verdad a Valeria.
- Amor, lo que sucedió, fue algo muy grave que alteró el curso de mi vida para siempre – respondió Horacio
- Sigo sin entender de que hablas amor. Explícate – pidió Valeria.
- Hoy… Mi madre me reveló la realidad. Hoy me he enterado de mi realidad. Todo este tiempo que he vivido fue una gran mentira. Una gran mentira. Por eso volví a las carreras – arrancó confesando Horacio.
- Horacio, ¿me explicas que fue lo que te enteraste? – pidió Valeria pacientemente.
- Valeria mi amor… Me enteré… Me enteré quién es mi verdadero padre. – confesó Horacio
Al oir estas palabras, Valeria abrió los ojos enormemente por el asombro, ante semejante confesión.
- ¿Cómo dijiste? – preguntó estupefacta.
- Mi padre… No es Gustavo Vidal… Mi padre es otra persona ¿entiendes lo que significa eso? ¿eh? – respondió Horacio.
Valeria quedó sorprendida con la confesión de Horacio.
- Me tomas de sorpresa amor. Me sorprende lo que acabas de decir.
- Amor, en realidad, no sé quien carajo soy. No existo, no soy real. A partir de ahora, todo es mentira lo que me rodea. ¿No sabes lo horrible que se siente, saber que durante casi 22 años has vivido un mundo de mentiras? – preguntó inconscientemente Horacio.