CAPÍTULO XVIII – CHEQUEOS DE RUTINA
Tras ese encuentro entre Perla y Diego, aquella tarde en el festival electrónico, los días transcurrieron. De esta forma, pasó una semana de aquello y Diego continuaría abocado a cuidar de su madre. Por otra parte, Babi seguiría insistiendo con Perla para lograr la reconciliación. A pesar del enojo que había tenido por el encuentro con Hugo, Katina se predispuso a ayudarlas.
Pero si había algo que aun no se terminaba de definir, era la situación amorosa en la vida de Perla. Ella aun amaba a Diego, pero la aparición de Xavier la confundía cada vez más. Para colmo, Babi continuaba creída que Diego era un peligro para su hija. La situación se agravó en el almuerzo:
- Perla, ¿Cómo te ha ido hoy? – preguntó Gustavo
- Muy bien papá. Hoy tuve un examen bien bravo. La verdad, lo he pasado con éxito.
- Bien hecho hija – dijo Babi tratando de capturar la atención de Perla – eso hay que festejarlo.
- Ay má, no es para tanto. Es solo un simple examen. Mejor preparémonos para lo que se viene – dijo Perla, generando una sonrisa en su madre.
- ¿Y qué es lo que se viene? – preguntó Babi.
- Mamá, ¿olvidas que fecha es?
Babi hizo esa pregunta a propósito, logrando de esa forma capturar la atención de su hija. Gustavo se sintió feliz de poder verlas nuevamente dialogando, luego de casi dos meses de cortocircuito. Sin embargo, no duraría mucho.
- Por supuesto que no me olvido pequeña – dijo Babi riendo - ¿Cómo puedo olvidarme el cumpleaños de mi niña?
- Mamá, tampoco soy una bebé – dijo Perla un poco avergonzada.
- Pues te sigo queriendo como tal mi niña. A propósito, ¿Ya decidiste que hacer?
- Si tú me permites, daremos la fiesta aquí. Traeremos a toda la gente que conozcamos, por un lado para celebrar mi cumpleaños y por el otro, para que vosotros tengan una velada agradable con vuestros amigos.
- Eso me gusta hija. – dijo Babi – Por cierto, ¿A quienes invitarás?
- Pues a mis amigas del colegio, a un grupo de chavales del Colegio Militar, a las chicas del gimnasio… y a Diego.
El rostro de Babi cambió por completo cuando lo oyó nombrar.
- Perla ¿Sigues viendo a ese joven?
- Por supuesto mamá. Nos amamos, nos queremos. Y es lo más hermoso que me pasó en la vida.
- ¡Hija, no puedes estar al lado de ese muchacho! ¿No has tenido ya bastante con ese lío con la policía?
- Mamá, eso fue un accidente. El no es una mala persona. Estudia, hace deportes, tiene una vida bien llevada. Aquella noche él me salvó la vida. ¿Eso no cuenta?
Horacio que participaba de la comida al escuchar rememorar esa situación tragó en seco lo que comía, con miedo a que a su hermana se le escape material incriminatorio. Sin embargo, Perla en eso era muy astuta y cuidada.
- Hija, si tu amiga Valeria está de novia con un salvaje, ese es su problema. Tú no puedes pretender lo mismo que ella. Ambas pueden tranquilamente seguir siendo amigas, aun con diferencias. – decía Babi. Horacio bajó súbitamente la mirada, mirando su plato.
- Pero te digo que no es un salvaje, madre – insistió Perla.
- ¡Basta! No permitiré que me vuelvas a contradecir – ordenó Babi.
- Babi, contrólate – intervino Gustavo – Hija, si tú me permites voy a hablar con ese joven. Lo quiero conocer y cerciorarme si es el tipo de persona que dices que es. – dicho esto, la comida continuó en paz. A medianoche, Gustavo buscó el número de Diego en el móvil de Perla y lo agendó para poder concertar una cita con el pretendiente de su hija.