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Estaba oscuro, solo se veía una tira de luz bajo la puerta que venía desde el pasillo, Seungmin se levantó a tientas para no tropezar, olvidó ponerse sus pantuflas y caminó descalzo hasta abrir.

Salió de su habitación tratando de no hacer ruido alguno pues no quería despertar a nadie, se detuvo justo frente a la habitación de su pequeña hermana pues escuchó su llanto, un llanto tan lejano que solo él podía escucharlo.

Se acercó de a poco a la puerta y colocó su oído, el llanto cesó, tal vez era solo su imaginación. Al voltearse vio a su madre frente a él, lucía ojerosa y muy enojada, lo miraba fijamente.

No podía moverse ni tampoco gritar, lo intentó pero su voz no salía, la había perdido y su garganta dolía.

Bajó la vista hasta la mano de su madre, tenía un arma y empezó a decir cosas en susurros que Seungmin no lograba comprender. Sentía que debía impedirlo pero no podía, sus brazos pesaban, quedó paralizado, solo sentía que el corazón se le saldría del pecho.

–Tu la mataste...

Seungmin solo podía negar con la cabeza, lloraba sin parar, hasta que aquel sonido se hizo presente en sus sueños una vez más, y despertó asustado y gritando con desesperación.

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Tenia ya casi listo el ramo de flores para Seungmin, justo esas flores que le había pedido que imaginara mientras le tomaba de las manos hace días.

Sabía que se pondría feliz al verlas ya que eran preciosas juntas, tantos colores y olores hermosos.

Amarró el ramo con un pequeño listón rojo y estaba por cruzar el jardín cuando escuchó los gritos de Seungmin.

Corrió lo más rápido que pudo, no le importó tropezarse con uno que otro empleado, estaba preocupado por su ángel, le dolía imaginarlo así.

Llegó y ni siquiera tocó la puerta, solo la abrió de golpe pero se detuvo en seco al ver como un hombre de mediana edad intentaba calmar a Seungmin tomándolo de los hombros y una mujer detrás de él asustada por los gritos.

Seungmin veía a la nada y temblaba, a Hyunjin no le importó la presencia de esas personas y se acercó de a poco.

–¡El jardín!– Le gritó.

–¿Quien es usted? ¡Salga de inmediato!– Hyunjin lo ignoró y se acercó más a Seungmin.

–El jardín, recuerda el jardín y las flores– Le acercó el ramo que aún tenía entre las manos.

–¡Yo no fui! ¡Yo no quería! ¡La amaba!– Sus ojos no dejaban de derramar lágrimas entre sollozos.

–Te creo– Se sentó frente a él y le tomó de las manos.

El padre de Seungmin se quedó observando cada movimiento del castaño, se sorprendió al ver como solo al escuchar su voz Seungmin entró en si.

Hyunjin le contó de nuevo sobre ese jardín al rubio y le describió cada detalle a la perfección hasta notar que Seungmin dejó de sollozar.

El padre de Seungmin se preguntaba quien era ese muchacho y por qué Seungmin no le temía como a todo el mundo.

–¿Que pasa con mi primo? ¡Hasta mi habitación se escucharon los gritos!– Entró Sehun preocupado.

Y detrás de Sehun entró Nayeon. Hyunjin se molestó al ver como había tanta gente alrededor, Seungmin se alteraba más con todo esto.

Hyunjin sintió como Seungmin lo apretó de las manos, su respiración se estaba agitando de nuevo y eso no lo iba a permitir.

–Será mejor que salgamos todos de aquí, Seungmin se va a alterar de nuevo– Dijo el castaño sin soltar a Seungmin.

–Tienes razón, sea quien seas se ve que conoces bien a mi hijo– Al escuchar eso Hyunjin solo pudo tragar en seco, era el padre de Seungmin al que había ignorado cuando cruzó la puerta.

–Lo siento, no sabía que usted era el padre de Seungmin.

El señor Kim tenía una mirada muy pesada y penetrante, capaz de atemorizar a cualquiera y a Hyunjin incluido.

Salió y todos detrás de él. Hyunjin intentó soltar a Seungmin para salir también pero el rubio se lo impedía.

–No me dejes solo, te necesito, solo a ti.

Esas palabras llegaron al corazón del castaño, sentirse necesitado y más aún por Seungmin le hacía sentir una hermosa sensación en el pecho.

–Nunca, nunca te dejaré solo, a menos que tú me lo pidas, no, mentira, ni aunque me lo pidieras te dejaría solo– Miró al rubio y le dio la mas adorable de las sonrisas.

Seungmin lo miró e hizo un intento de sonrisa pero no podía hacer más pues no tenía ánimos para nada.

–Mi padre me dijo que se había casado, esa mujer que estaba con él es su esposa, hace 5 meses que no venía a casa y llegó con esa sorpresa– Dijo cabizbajo.

–Tiene que haber un lado positivo de todo esto, piénsalo mi ángel– Le tomó del mentón para subir su cabeza y que lo mirara a los ojos.

Seungmin pensó, y si lo había, su padre le dijo que estaría más tiempo en casa debido a eso, entonces lo vería más seguido.

Una pequeña sonrisa se comenzó a dibujar en los labios de Seungmin y Hyunjin rozó un poco los labios del nombrado con su pulgar.

–Amo verte sonreír, nunca dejes de hacerlo– Dijo Hyunjin casi en un susurro.

A Seungmin no le desagradó esa caricia, al contrario, se estremeció con el tacto, ya se había acostumbrado a que Hyunjin acariciara y jugara un poco con sus manos, pero esto era nuevo para él.

Hyunjin no había quitado la mirada de esos hermosos labios de color rosa, sentía unas enormes ganas de besarlo pero si lo hacía temía que Seungmin lo tomara a mal y arruinar todo.

"¿Como se sentiría besarlos? ¿Rosarlos contra los mios? Son tan hermosos que no puedo dejar de verlos" Pensaba Hyunjin.

Seungmin se dio cuenta donde se habían posado los ojos de Hyunjin y aún tenía la mano en su barbilla, entonces el rubio bajó la vista hasta los labios del castaño y se preguntaba si un beso se sentiría igual a como lee en sus novelas.

Sintió una punzada en el corazón y sin pensarlo posó sus labios contra los de Hyunjin, solo unieron sus labios y se quedaron así unos segundos. Seungmin tenía los ojos abiertos y sentía miles de cosquillas en el estómago al ver como Hyunjin cerraba sus ojos.

Se separó de golpe y se acostó tapándose la cara con una almohada, se sentía tan avergonzado que su cara ardía y sintió que no podría volver a ver a los ojos a Hyunjin jamás.

Desde Mi Ventana ♡ Seungjin/HyunminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora