Cap VII

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(Kanata)

Mi cabeza me duele. Siento como si me fuera a morir. Mierda, creo que me desmayaré.

Resuena un nombre en mi cabeza. Haruka... Haruka...

¡Ya sal de mi cabeza, hija de puta!

Tantas cosas en mi cabeza... Canciones, recuerdos, promesas, palabras fugaces... Cada cosa que ahora recuerdo como si fueran los recuerdos de un niño de 1 año. Híper borrosas.

Necesito dormir.

Camino casi drogado hacía mi único aposento: Una estera de mimbre sobre un cajón de madera. No es tan incómoda como suena.

Me deshago de la ropa pomposa, tan sólo dejando una camisa vieja que Twi me dió. Cómoda, y sin sangre al menos. Me cambié los pantalones por unos cortos y holgados.

Miraba al techo. Los recuerdos me atormentan y empiezo a cantar una canción que no recuerdo de dónde salió.

Me reconfortaba de algún modo extraño. Logré dormirme, pero dormí muy mal. Mareado, con pesadez y dolor en las extremidades. Y escuché una voz cantando esa canción.

Es... ¿¡La voz del monstruo!?

Voy hacia su jaula. Nadie puede escucharme. La oigo cantar aquella hermosa melodía.

—¿Tú estabas cantando?— Pregunto, en un susurro más amablemente de lo que acostumbro a hablarle. Se asusta, teniendo un ataque de tos. En una acción desesperada, le cubro la boca. Esto no sirve, pero amortigua el ruido para que ella no sufra un castigo por mí culpa.
—¿Po-por qué me ayudas?— Trata de decir. Yo no respondo, sólo empiezo a cantar esa canción otra vez.

Me sigue, con un sentimiento inexplicable en mi corazón. ¿Quién será realmente esta joven que todo este tiempo yo llamé monstruo? Me siento tranquilo.

Estamos felices, hasta que veo heridas infectadas en su piel.

—Eso te hará mucho daño... Déjame ayudarte— Arranco una de mis mangas, la mojo y le limpio las heridas cubriendo su boca para que no grite. Estará mejor.
—Muchas gracias— Creo que iba a llamarme Kanata. Pero lo retiró. Le sonreí.
—Llámame como desees. No tengo un nombre real— Me miró feliz. Sacó una de sus manos a través de los barrotes y me tocó levemente la mejilla.

Es tan distinta a Twi. Más cálida y menos manipuladora.

Siento como si fuera una persona completamente diferente.

(Unas semanas más tarde)

He logrado comunicarme con Haruka, nombre del "monstruo". Nos queremos como buenos amigos.

Es agradable y ha sufrido por mí culpa. Siento que le debo mucho.

Actuar juntos es menos triste.

Pero siempre recibe castigos. Se lo digo todo el tiempo. No le costaría tanto reprimir. Sí la cantante puede, ella debería intentarlo.

Pero nunca me escucha. No puedo defenderla.

Ella haría un show especial con Lock.

Debo despedirme. Pues si llora no volverá a ver la luz.

Me arrodillo ante su jaula.

Haruka-san— Le digo— Intenta no llorar. Te lo ruego.
—Trataré— Me respondió. Yo tomé un mechón de su pelo, lo besé y me fui con melancolía.

Temo que haga una estupidez. La matarán sin dudarlo.

Pero mientras yo divago, Shut se me acerca.

—Romeo— Dice con sarcasmo— ¿¡Qué te hemos dicho de hablarle a la bestia!?
—Solo quise hablarle y lo hice. No me molestes— No sé de dónde saqué las bolas para hablarle así. Lo juro.

Me abofeteó sin delicadeza. Yo, en un reflejo, le intento devolver un puñetazo. Pero entonces me toma con excesiva fuerza, llevándome al otro lado.

Quiere hacer mis primeras flores.

Me arranca la camisa, literalmente tirando un vaso de golpe sobre mi nuca.

Esto sólo empieza.

Esto sólo empieza

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Go! Princess Precure: The Last FlowerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora