Abril 2017.
Había pasado ya, un mes desde nuestra cita. Siempre me esperabas después de clases y me acompañabas a casa. Me contaste que antes estabas en un colegio al otro lado de la ciudad, pero a tu papá le ofrecieron un trabajo cerca de aquí y por eso se mudaron.
Me hablaste de las mujeres de tu vida, tu madre Meredith y tu hermana de cinco años, Madison.
Ese día después de clases, me invitaste a ir por un helado, al estar ahí preguntaste de que sabor quería mi helado, te dije de chocolate y tú lo pediste de fresa.
Te conté que era amante de las fresas, pero que no me gustaba su sabor en helados. Reíste cuando te lo dije, y me respondiste que era algo contradictorio. Refuté que el chocolate era mas sabroso en él, y me contestaste:
—Hay que comprobarlo—te ofrecí de mi helado, pero me tomaste de la cintura y me besaste, era un beso suave. Al separarnos, me hiciste aquella pregunta, una que me tomó desprevenida.
—Lana, ¿Quieres ser mi novia?
Sentí un cosquilleo en el estómago, mi pulso se aceleró, no podía pronunciar palabra alguna. Lo único que hice, fue asentir, sonreíste y de nuevo uniste nuestros labios.
Ese día supe que el helado de fresa, sabía muy bien desde tus labios.
Ese día mi sabor favorito, era el de tus labios.
ESTÁS LEYENDO
18 Cosas que contarte✓
RomanceNo tienes idea de lo feliz que me hace haberte conocido. ~Anónimo. **** Historia corta✓