Noche buena la habíamos pasado en mi casa junto a mi familia. Era año nuevo y nos encontrábamos en tú casa, estábamos esperando que dieran las doce, mientras jugaba con Madi.
Cuando faltaba un minuto me abrazaste por la espalda, en ese momento los relojes marcaron las doce. Me diste la vuelta y nos besamos, un beso lleno de dulzura, de necesidad… de amor.
Nos miramos a los ojos y lo que sentí era algo inefable, supe en ese entonces que debía decirlo, era el momento.
—Te amo Marcus.
Y ahí estaba de nuevo ese tan característico brillo en tus ojos.
—Te amo tanto, Lana.
Quien diría que el chico de la estación de autobús, sería el amor de mi vida.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
