Habíamos regresado de vacaciones de navidad, hace dos semanas. Dos semanas en las que te observé desde las sombras. Ese día noté que cuando sonreías se formaban dos hoyuelos en tus mejillas. Todavía no sabía tu nombre, solo hacia eso, observar desde lejos.
Estudiabas tres salones más allá de mi clase, un día iba caminando con mis amigas cuando te vi sentado ahí solo, con tus auriculares puesto y concentrado en la música. Te estaba observando, cuando una de mis amigas me saco de mi ensoñación, para luego susurrar:
—¡Miren! Es el chico nuevo—nos dijo—me he enterado que se llama Marcus y juega en el equipo de fútbol.
Ese día supe tu nombre, y quise saber más de ti.
¿Solo era curiosidad?
Si, solo eso.
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