Prefacio

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Tan cerca sin importar cuán lejos

No podría ser mucho para el corazón

Por siempre confiando en quiénes somos

Y nada más importa

Nunca me abrí de esta manera

Nuestra vida la vivimos a nuestra manera

Todas estas palabras no simplemente las digo

Y nada más importa

Busco confianza y la encuentro en ti

Todos los días para nosotros algo nuevo

De mente abierta para otro punto de vista

Y nada más importa


Nunca me importó lo que hicieran

Nunca me importó lo que supieran

Pero yo sé


Tan cerca sin importar cuán lejos

No podría ser mucho para el corazón

Por siempre confiando en quiénes somos

Y nada más importa

[...]

Nothing Else Matters, Metallica




El término «luna del cazador» se origina con los nativos norteamericanos. Esta forma de luna llena le precede a la «luna de la cosecha». Los cazadores de dichas tribus la llamaban así, ya que después de las cosechas y gracias a la luz emitida por el satélite podían ver mejor a sus presas, facilitándoles la caza de animales durante la noche. Debido a un sangriento suceso ocurrido en la luna llena del más frío noviembre, este término fue empleado por un sector secreto de la humanidad: los cazadores de cambiantes y los cambiantes en cuestión. Esta nueva versión de la luna del cazador nació de la imposible unión entre un beta y su cazadora.

El descubrimiento de estas criaturas mágicas llevó al miedo e inseguridad debido a la clara desventaja humana frente a esta fuerte especie mitad humana, mitad animal. Pocos años habían transcurrido desde la victoria de los licántropos contra los vampiros, ambas especies habían hecho sus mejores esfuerzos por mantenerse en secreto, pero la verdad finalmente había salido a la luz. Ahora, aquellos a los que los hombres-bestia habían protegido con sus vidas, se levantaban para terminar con sus fieles protectores.

Esos primeros días de noviembre fueron crueles. El nuevo sector de humanos nombrados a sí mismo como «cazadores» se abstenían de cazar durante la noche y más cuando había luna llena, ya que era cuando sus enemigos estaban más fuertes que nunca. La destrucción de las pocas plantaciones que habían sobrevivido el frío, junto con unas casas y la desaparición de una jovencita durante la noche, apuntaban a una jauría nómada. No había tiempo que perder si querían encontrarla con vida.

Aunque no fue fácil, finalmente lograron encontrarlos. Una manada de veinte, sin rastro de la muchacha, probablemente la habían despedazado en otro lugar, devorándola en segundos. Si el hambre le hacía cosas horribles a los hombres, ¿quién podía saber lo que haría con esos monstruos?

Los cazadores descendieron sobre la dormida manada de lobos gigantes. La más joven de los cazadores, una muchacha huérfana debido al ataque de los malditos (palabra con la que se referían a aquellos seres inmortales devoradores de sangre humana) fue derecho hacia el beta, a pesar de los gritos de sus superiores en contra de ello. Los ignoró con la mira fija en su presa, ella quería probarles que ese lugar junto a ellos se lo había ganado, nadie le había regalado nada, ella era tan buena como el resto; no era tonta, ganarle al alfa estaba fuera de cuestión, ¿pero al menos con le beta podría, verdad?

Hijos de la Luna: La Luna del Cazador [LIBRO 2] [TERMINADO/COMPLETO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora