Capítulo 18: La diosa helada

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Mira lo lejos que hemos llegado

Mira el desastre que hemos hecho

Todavía le sigo rezando al sol

Que aleje mi cuerpo de la sombra

Dime que fuimos demasiado lejos

Dime que estaremos bien

Juro por Dios que me iría ahora mismo

Si el Paraíso no estuviera tan lejos


Pero esto no es un simulacro

Y nadie sale de aquí con vida

Detenerme, ¿y qué? ¿Y qué si me detengo?


Palomas de luto me encuentran en la mañana

Amor, ¿y qué si...? ¿Y qué si muero antes que te despiertes?

Te prometo, te prometo que puedes apoyarte en mí

Puedo ser tu hombro

Todavía hay espacio para estacionarnos

Pero no podemos detenernos

Así que por la mañana, amor

Podemos estar juntos como palomas de luto


Sí, te das cuenta de que ninguna escapatoria

Te libera de tus errores

Oh, no es una advertencia

Pero la inocencia llama

Y presiento que es un abrazo ignorado

[...]

Porque ambos sabemos

Que nos estamos quedando sin tiempo

[...]

Mourning Doves, MikkyEkko





Se puede decir que llegué a casa con el espíritu elevado. Eso me duró todo el día y estuvo conmigo hasta que nos volvimos a encontrar a un lado de la carretera en la madrugada. Esas pocas horas robadas que disfrutaba estando junto a ella en la oscuridad eran el motor de mi felicidad durante el día. Allí estaba yo, haciendo mi mejor actuación de Roman cuando en realidad era el hombre más feliz en el mundo. Sabía que era horrible mentirles de esa manera, pero no podía hacer otra cosa. Era eso o nada, y jamás elegiría nada.

Pero claro, siempre podía contar con Roman para apaciguar la culpabilidad con ira que a toda costa trataba de reprimir pero que, poco a poco, comenzaba a elevarse hacia la superficie. Al menos tres veces por día soltaba algún comentario desagradable sobre Salazar y «su rebaño de locos». No se había referido a Alexis directamente, pero solo era cuestión de tiempo, y con cada comentario se acercaba un paso más a hacerlo.

Roman entraba al cuarto después de hacer sus ejercicios diarios. Yo estaba por irme a bañar.

—No —dijo—. Ni lo sueñes. Voy yo primero.

Lo fulminé con la mirada pero no le respondí. Tomé mi toalla y me dirigí a la puerta, pero me cerró el paso, poniendo una mano en mi pecho. El calor en mis venas empezó a aumentar su temperatura, el autocontrol empezó a escurrirse entre mis dedos.

Hijos de la Luna: La Luna del Cazador [LIBRO 2] [TERMINADO/COMPLETO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora