Capítulo 13: Más duro que el impacto de una bala

1 0 0
                                    


[...]

Como un río, como un río

Cerrá la boca y recorreme como un río


¿Cómo nos enamoramos?

Más duro que el impacto de una bala

¿Cómo nos separamos?

Más rápido que un gatillo fácil de disparar

[...]

No lo digas, no lo digas

Solo un suspiro lo rompería

Así que cerrá la boca y recorreme como un río


Cerrá la boca, bebé, quieto y entrégate

¿Manos sagradas me harán una pecadora?

Como un río, como un río

Cerrá la boca y recorreme como un río

Asfixiá este amor hasta que las venas empiecen a temblar

Un último aliento hasta que las lágrimas empiecen a marchitarse

Como un río, como un río

Cerrá la boca y recorreme como un río


Cuentos de un corazón sin fin

Maldito está el tonto que está dispuesto

No podemos cambiar como somos

A un beso de la muerte

[...]

River, Bishop Briggs





La realidad me golpeó a la mañana siguiente. Me quería morir de la vergüenza. Ya de por sí pensar en él estaba fuera de cuestión, actuar como desesperada y llamarlo era... ridículo. Yo no era así, me había jurado no sentir, no dejar entrar a nadie porque sabía que, tarde o temprano, se terminaría rompiendo en mil pedazos. Y no tenía ni el tiempo ni la paciencia para juntar los pedazos al final. Patético.

Y para sumarle preocupaciones a mi existencia, papá empezaba a acercarse a su sobrina preferida. No me gustaba esto ni un poco, ¡Candelaria ni siquiera era una cazadora! ¿Para qué la quería? Como si tener a mi mejor amiga metida en su mierda no fuera suficiente, ahora recurría a una de las hijas de su hermano menor, ¿¡qué mierda tenía en la cabeza?! Pero conociendo a Salazar, lo hacía porque quería algo de ella. Era mi trabajo descubrirlo y sacarla de todo esto cuanto antes, podría no tener mucho trato con ella, pero tampoco le deseaba mal. Y mal es lo que irremediablemente le vendría si seguía por el camino que el jefe le marcaba.

Salazar me había enviado a Argentina por unos días para ayudar con el entrenamiento de unos cazadores de Paraná. Nada del otro mundo y nada que ningún otro cazador no pudiera hacer, así que naturalmente desconfié de sus razones para enviarme allí. Y fui sola, ya que cuando le propuse a Melissa para que fuera conmigo, se negó diciendo que ya tenía demasiado trabajo con los nuevos cazadores uruguayos para encima irse a trabajar con unos argentinos. Sí, claro... De todas maneras cumplí con mi sentencia en el exterior y volví todavía más desconfiada.

Hijos de la Luna: La Luna del Cazador [LIBRO 2] [TERMINADO/COMPLETO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora