Capitulo 12: Una historia un poco larga

528 59 6
                                    

El café ya estaba cerrado. Tatsuo dio la orden de cerrar un par de horas antes.

—Sube —me indicó abriendo la puerta de su auto.

—¿A dónde piensas llevarme? —pregunté

—Ya lo verás, no está tan lejos de aquí.

La curiosidad no era suficiente para calmar el miedo que tenía.

A los 30 minutos de camino, paramos frente a un edificio.

—Es aquí... —me dijo

—¿Qué es este lugar?

—Entremos y te lo contaré.

Subimos el elevador hasta el piso 80. Era un restaurante elegante.

—Bienvenidos, ¿Sera mesa para dos? —preguntó el recepcionista.

—Tengo una reservación a nombre de Nakamura.

El recepcionista agachó la mirada al libro que estaba encima del atril

—Si, aquí está, síganme por favor.

Nos llevaron a una mesa a lado de los gigantescos ventanales del lugar. Daban una espectacular vista.

—Enseguida mandare a alguien a tomar su orden —camino de vuelta al despacho.

—¿Una reservación? —pregunté

—No es nada complicado de conseguir en días de entre semana —me sonrió.

—Pero no era necesario, podíamos conseguir una mesa sin reservación, está casi vacío el lugar —mire a mi alrededor.

—Si era necesario... sabrás por qué —su rostro mostró una expresión de melancolía. Podía notar lo asustado que estaba.

Al llegar el mesero pedimos una orden de Inari sushi* y un par de bebidas ya que no teníamos tanta hambre.

—lo que voy a contarte... no quiero que sientas que es una excusa o justificación,  porque no lo es... pero quiero que la escuches.

—Esta bien..

—Será largo... quiero contarte todo, desde el inicio.

—No importa.

—Cuando nací, mi madre sufrió una embolia de líquido amniótico* de la cual no sobrevivió. Eso es lo que mi padre me contó y es lo único que me ha dicho de ella. Estoy seguro que a la fecha no pudo superarla del todo, pues jamás volvió a casarse. Dedicó la mayor parte del tiempo en su trabajo y en mi crianza. Tenía una vida hecha para mi.

Fue muy frío y estricto conmigo, me daba pocas libertades. Quería que siguiera sus mismos pasos. Yo aun sabiendo esas intenciones, hice lo posible para complacerlo, cumpliendo cada una de esas expectativas: fui de los mejores en mis escuelas y participaba en competencias ganando varios premios.

En la secundaria ya estaba consciente de que personas me atraían, pero lo mantenía oculto de él y mis amigos más cercanos —río levemente —Para ser sincero no me molestaba, me divertí mucho en esos años.

Cuando cumplí 18 años, compré un edificio pequeño el cual se convirtió en el café actual. El éxito que tuvo, fue suficiente para continuar con el, hasta que mi padre decida incluirme en sus planes laborales.

Será Nuestro Secreto Donde viven las historias. Descúbrelo ahora