Capítulo 10 - Cuentas Pendientes

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..."Destruiré todo lo que amas".

En algún lugar durante la noche

Tuve una terrible pesadilla. Me levanté bastante acelerada, mis nervios estaban al tope cuando lo vi. No quiero volver a imaginar algo parecido, por Dios... mi corazón sigue golpeando. Su rostro era horrible, su piel verde oscuro, sus ojos negros, no parecía humano. La verdad no entiendo por qué me está ocurriendo todo esto. O tal vez, no recuerdo lo que hice. Otra vez me siento perdida.

No lo había notado antes, pero, estaba acostada en una cama pulcra y blanca. Mi brazo está conectado a una de esas barras de metal mediante un tubo, había algo en mi dedo, una especie de pinza que me conectaba a una máquina que hacía ruidos. Si no mal recuerdo, creo que he vuelto al hospital, solo que, este es más acogedor. En mi mente volaban fragmentos efímeros de recuerdos. Me veía en unas instalaciones similares, alguien estaba a mi lado, tenía algo en la mano, parecía un cuchillo.

Mis manos eran tan pequeñas... ¿cuántos...? ¿Cuántos años tenía desde entonces? Ese hombre usaba una mascarilla, tenía una luz en la frente, pero no se parece a nadie que haya conocido, o simplemente lo habré olvidado. Yo parecía estar asustada, no me extrañaría, a penas despierto y lo primero que veo es una sala de urgencias, no sé qué herida habrán atendido esta vez. Al principio había notado esa cicatriz en mi brazo, pero debido a la oscuridad del lugar no había notado que todo mi cuerpo estaba marcado por cicatrices similares. Inspeccioné cada parte de mí solo por cerciorarse. Quedé estupefacta, mis manos empezaron a temblar, había más cortes de los que podía contar. Cómo si hubiera sido mutilada en todas partes...

Extensas marcas que convergen unas con otras, marcas que atravesaban cada parte de mi cuerpo como si fuera un rompecabezas. Ya estaban curadas, pero al verme tal como soy, no pude seguir mirando.

Levanté la mirada a la nada, sentí como mis lágrimas recorrían mis mejillas, horrorizada grité con voz al cuello. Decidí cubrirme con las sábanas lo mejor que pude para no verme más. Me envolví igual que una oruga girando sobre mí misma varias veces hasta que no pudiera moverme. No quería salir, temía volver a lastimarme y hacerme otra marca más.

Yo enserio trataba, fruncí el ceño buscando en mis memorias lo que sucedió después de esa cirugía, no recuerdo si sufrí un accidente que requirió de una operación. Recuerdo estar completamente sana. Entonces ¿por qué? ¿Por qué me sucede esto a mí? ¿Por qué parezco sacada de una película de terror? ¿Por qué no puedo recordar? ¿Quién demonios soy?

Parada en medio de un desierto árido, vacío, sin ninguna señal de vida en ninguna parte, totalmente sola y perdida; así me sentía en este momento. Dentro de capas de edredones que me envolvían sentía el calor de mi propio cuerpo y nada más. Como si fuera una fogata solitaria en medio del bosque. Nadie puede ayudarme, nadie sabe que existo, mi vida es solo una historia más de las miles que hay, así que ¿qué importa si me lastimo otra vez? No hay nadie quien me ayude. El hombre del altavoz ni siquiera fue capaz de ir a rescatarme, yo sola tuve que dar el paso, y mi recompensa es una imagen horrible de un cadáver que respira, eso soy yo.

Pensando esto lloré desconsoladamente en la cama de hospital, nadie estaba para escucharme sollozar, no sé cuánto tiempo estuve dormida, no sé si alguien me recuerda siquiera. Tampoco sé cómo fue que llegué a parar a este lugar. Si alguien me trajo aquí, nunca tuve la oportunidad de agradecerle. Tal vez ya se ha olvidado de mí también. Por supuesto, con este aspecto, cualquiera correría despavorido, quién me ayudaría en este estado. Aquella voz tenía razón, ahora dependo de mí. De mi propia suerte.

Transcurrió un tiempo antes de volver a tener las fuerzas para abrir los ojos. A penas podía respirar antes de sonarme la nariz, la almohada estaba empapada de mis propias lágrimas, se sentía frío. Alcé la mirada solo por curiosidad, seguía sin haber un alma en mi lado derecho. Iba a volver a enterrar mi cara en la almohada si no fuera por que decidí girarme a mi lado izquierdo.

Una Semana en El ParqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora