Capítulo 12 - La niña de mis ojos

42 4 0
                                    

2* de noviembre del 200*

Recién acabo de concluir mi acto. Todo el público aún me aplaude, aunque el telón ha bajado. Podría decirse que me aman, ojalá creyera que eso es realmente amor. Pero en mi interior no me siento satisfecho. Cada noche he ensayado, mi esfuerzo y sangre dejadas sobre el suelo, tragándome los insultos y las burlas de mis jefes. Ahora al final es que recibo los aplausos, es maravilloso.

Maravilloso el hecho de ser usado como herramienta todos los días. Grandioso porque mi sufrimiento finalmente se convirtió en ganancia. Agradecido de que la senda haya concluido. ¿Qué es lo que queda ahora? Lanzarme al fondo nuevamente y volver a escalar. Hay una cima que me mira desde las alturas con orgullo, aseguran que no podré lograrlo, que en poco tiempo quedaré obsoleto ¿quién se creen que son? No saben de lo que soy capaz.

Abro la puerta de mi camerino y mis pensamientos fueron silenciados por el llanto de un infante. ¿Qué clase de broma de mal gusto es esta? Otra vez habían abandonado a un niño en mis aposentos. Juro que me vengaré por su idiosincrasia. Me desplazo hasta mi cama de madera de caoba, dura y tallada a mano. La inspeccioné y noté que olvidé arreglarla esta mañana, ¿cómo pude ser tan despistado? Estos actos solo son propios de un amateur, no de alguien de trayectoria; si quiero que me tomen en serio debo actuar como tal.

En fin, vamos por el niño, ¿a quién habrán dejado está vez? ¿De qué color es? ¿Cuál es el color de sus ojos? Me gustaba jugar a adivinar su apariencia cuando descubría que alguien se escondía en mi habitación. Me dibuja una sonrisa en el rostro. Eso me recuerda a que por alguna razón la gente no quiere que sonría, dicen que soy espantoso. Son un montón de pusilánimes, no saben apreciar la belleza cuando la tienen enfrente, el talento del siglo ha surgido y su mejor opción es salir corriendo. Es divertido atraparlos en su momento de más desesperación...

Otra vez me estoy distrayendo con mis ideas, me alarmé porque el niño se puede asfixiar allí abajo. No es noble de mi parte hacer esperar a tal criatura que se retuerce de miedo y dolor. Debo ser el ángel guardián que he sido destinado a ser.

Fui creado para eso.

Descubrí que el infante se oculta bajo la cama. Es tierno, pero a la vez poco ingenioso. Otros fueron más creativos al esconderse sobre el techo falso. Claro que era inteligente hasta que el cartón se partía y se estampaban de cara contra el suelo. Pensándolo bien, éste no es tan tonto como creí. Me agacho rostro a tierra asomando mi ojo derecho bajo la cama para ver de quién se trataba esta vez.

—Vamos a ver si adivino... tez caucásica con ojos ámbar y cabello ondulado de color negro... —dije en voz alta antes de detallar lo que había allí abajo.

Bueno... creo que me equivoqué esta vez. Que desgracia, no estuve ni cerca.

Resulta que bajo mi cama se hallaba una canasta con una sábana que cubría a la criatura. Se vuelve más interesante, pues resulta que había confundido las cosas, no había oído a un niño sino un bebé. Esto ya es otro nivel, ¡qué desquiciadas están las personas en estos días!

Extiendo la mano para tomar la canasta y traerla hacia mí. ¿Qué tan pequeña es? Ah, por supuesto, mis manos son más grandes de lo que deberían, la próxima semana debería reemplazarlas. Me levanto con la criatura en manos y me quedé estupefacto. A juzgar por el color de las sábanas que la envolvían, diría que es una niña.

Que extraño, su piel es demasiado pálida para ser saludable, peligra de ser enfermiza. No paraba de llorar, no sabía qué hacer en el momento, busqué con la mirada para ver si encontraba al padre o madre de esta cosa en mi cuarto... no estoy acostumbrado a tratar con personas en miniatura.

¿Tiene hambre? ¿Tiene sueño? ¿Necesita que cambie su pañal? ¿Cómo le hacen para saber qué necesitan? Me decidí a encontrar a los padres de esta cosa, creo que el juego ya terminó. A diferencia de los otros niños, no tengo idea de qué hacer con ella, es tan pequeña...

Una Semana en El ParqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora