CAPÍTULO 21

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Pequeña aclaración antes de leer: van a ver en este capítulo que hay ciertos saltos entre los sueños de Sonia y la realidad. Los sueños en sí son muy fantasiosos, realmente tienen muchos elementos de fantasía que me ha encantado explorar (siempre quise escribir este género pero no considero que estoy preparada para hacer una buena historia). Más allá de eso, tengan en cuenta que los sueños de los humanos siempre son así. Lo que quise mostrar narrando los de Sonia es cómo ella proyecta los sentimientos que tuvo antes de quedar inconsciente en sus sueños. Además, si lo notan, en varios sueños hay metáforas sobre, por ejemplo, la muestra de su angustia por no poder ayudar a otros. Sin más que agregar, disfruten del capítulo.

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Flores, animales y sangre.

Sonia.

Mi sueño es siempre el mismo.

Estoy vestida de blanco, limpia, perfumada y feliz. Cruzo caminando unas rejas que llevan a un jardín hermoso, lleno de flores y animales. Al final del jardín, junto a una fuente, está Alaia con un vestido rosa. Ella me sonríe. Es una sonrisa que me tranquiliza, que me invita a ir hasta ella.

Estoy por llegar cuando empiezo a sentir picazón en el cuerpo. Mis brazos y piernas están rozando las flores, que son venenosas y me están intentando matar. Asustada, observo a los lados, donde los animales se acercan lentamente a mí. Me quieren de cena.

Deposito mis últimas esperanzas en Alaia. Observo al frente, donde ella está. El agua de la fuente se convierte en sangre y la sonrisa de mi novia se convierte en una mueca de dolor. Está llorando, pero de sus ojos sale sangre. Intento gritar, pero mi boca no produce ningún sonido. Mis piernas comienzan a temblar y caigo. Los animales se reúnen a mi alrededor y pierdo la visión.

***

Siento voces a mi alrededor.

Alguien me está intentando hablar, pero yo no puedo responder. Tampoco puedo distinguir quién es. Lo único que sé es que tengo que decirle algo.

—No te rindas, ¿quieres? — susurra la voz, llorando. — Te he dicho que soy más fuerte de lo que crees, pero no puedo ser fuerte si no estás conmigo.

Quiero contestarle, decirle que todo va a estar bien, que yo estoy bien, pero no puedo.

Un dolor punzante en mi abdomen me devuelve a mis sueños y dejo de escuchar la voz.

***

Mi sueño nunca cambia. Se reproduce siempre lo mismo, aunque a veces Alaia es reemplazada por mis padres, mis hermanas o mis sobrinos. Pero, al fin y al cabo, a todos les pasa lo mismo. Yo no puedo ayudarlos, no puedo ayudar a nadie, ni siquiera a mí misma.

A veces las flores envenenan mi abdomen y hacen que me doble sobre mí misma del dolor. Cuando pasa eso deseo estar muerta, dejar de soñar esas cosas.

En el mismo sueño a veces siento un apretón en mi mano. No hay nada en ella, pero aun así en esos sueños logro llegar más cerca de la persona que está junto a la fuente.

***

Me vuelve a despertar una voz. Es distinta a la de la última vez y eso me entristece.

Siento que alguien se mueve sobre mi mano mientras dicen «dormir así te va a hacer daño. ¿Por qué no vas a tu casa a asearte y descansar?». Entonces vuelve a aparecer la voz de la vez anterior, esa hermosa voz que me tranquiliza momentáneamente, hasta que empieza a gritar.

—¡No quiero irme! ¡Ella me necesita!

Entonces la escucho llorar otra vez y necesito despertarme, consolarla, ayudarla. Tengo ganas de abrazarla y tranquilizarla como ella lo hace conmigo. Mi cuerpo no me contesta. Le ordeno que haga algo, aunque sea que mueva un dedo.

Cuando Dos Chicas Se BesanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora