Detengo el auto en el estacionamiento, me quedo en el auto un largo rato. Todo se ve tal y como lo recuerdo, la autopista, el parque a la entrada del Cementerio, las casas de los alrededores, y se me vienen destellos de recuerdos. Mientras miro hacia un lado de la avenida recuerdo muy bien la carroza venir lento, los ojos llorosos de mis hermanos, las caras llenas de angustia y dolor, el olor a flores en el ambiente, el cansancio, el estrés emocional y físico. No lo pude evitar, se me hizo un nudo la garganta y los ojos se me inundaron de lagrimas.
Bajo del auto, el viento imponente golpeaba mi saco y la chalina que me puse ocasionalmente, el mismo viento soplaba hasta mí los aromas a flores que tanta nostalgia me daba, el cielo gris, quizás todos sentimos algo parecido en este lugar.
Me acerco a las tiendas de flores, los colores tan variados, la fragancia de estas; a mamá siempre le gustaron las margaritas blancas por encima de las demás, recuerdo venir de niño con ella cuando les pondría flores a los abuelos, siempre eran margaritas blancas.
Divise aquellas margaritas (que, aunque haya pasado tanto tiempo de alejarme de las flores porque de alguna manera me recuerda a los funerales) y que estaban mescladas entre tantas más flores y rosas, de muchos colores, la fragancia de estas era mucho más penetrantes, aquellos pétalos y el rocío de estas agudizaban en mi aún más los destellos, era como ver en pequeños clips recortes de los momentos más intensos de aquella experiencia.
No me di cuenta de que la señora que atendía me miraba extrañada del escenario.
- ¿Acaba de perder a un ser querido verdad? - Dijo por fin, me pareció muy indiscreta su pregunta y poco afable, pero aun así respondí.
- No, la perdí hace mucho, cuando apenas era un muchacho, era mi madre. Pero ha pasado mucho tiempo que no venía a este lugar. - Suspire profundamente y continúe - ya debo irme.
Pagué y salí de allí interrumpiendo la charla.
El pórtico grande, las rejas desgastadas y oxidadas por el paso del tiempo me daban paso a un camino que llevaba a muchos otros caminos, el silencio envolvía aquel lugar, en el camino ocasionalmente me cruzaba con alguna persona que llevaba flores o que regresaba al pórtico para retirarse.
Las sepulturas seguidas y ordenadas por pabellones, todo tan lúgubre, las margaritas en mis manos se sienten tan frágiles, hay un sentimiento en mí que no logro describir.
Camino como quién camina sin rumbo, como si nada de esto tuviese sentido, apenas ayer (en mi sueño) estuve aquí, caminando entre estos senderos angostos. Entre mis pasos lentos y tímidos observó los detalles tan reales que parecían las imágenes que tuve en mi sueño, y aunque parezca que lo digo al revés, sí; aquel sueño fue tan real que superaba todo esto, pude sentir su aroma, escuchar su voz y el tacto fue tan o más real que cualquier absurda realidad, fue como por fin dejar atrás los límites de la vida y la muerte.
Al llegar al lugar, el sueño de anoche se me desvaneció de la mente, la imagen de mamá vestida de blanco se transformó en una sepultura, una de tantas, pero tan diferente a la vez.
- Es inevitable contener mis lágrimas al estar de pie frente a tu sepultura - dije mirando aquel retrato junto al epitafio.
Las rodillas me tiemblan y atino a hincarme ante la sepultura, las margaritas en mis manos tocan el césped.
- Por muchos años quise abrazarte después de nuestro adiós, pienso ahora cuanto tiempo desaproveche cuando estuviste conmigo y mis hermanos en casa y no lo hicimos - aprieto el puño lleno de impotencia, mis lágrimas caen y me arden los ojos.
- ¡¿Por qué?! - Dije, mientras mi puño golpeaba el césped - Jamás pensé tener que visitarte aquí, siempre te imagine anciana, con todos tus cabellos pintados, y contando historias a tus nietos, ¡pero no! Sufriste, el proceso fue el peor que pude haber visto. ¡Perdóname mamá!, por no decirte lo suficiente mientras agonizabas, cuando tuve la oportunidad de decirte que te amaba, sé que te prometí que reuniría la mayor gente posible para hacer una cadena de oración, pero ¡no lo logré!, y cuando agonizabas de madrugada escuche tu voz entre sueños pidiéndome que orara por ti, y sabes, oré pero el cansancio me gano, y dormí profundamente, ¡perdóname por favor por fallarte! - se me hace un nudo la garganta, y se me agita el pecho al pensar en esto
- ¡soy un cobarde!, por no venir a verte aquí, ¡soy un cobarde! por no haber aprovechado en abrazarte cada vez que pude, y me arrepiento de todo lo malo pero no de lo bueno, pero sí de que haya sido tan poco los momentos que te hice feliz, lloro como un perdedor, y las lágrimas no descansan en mí, perdóname si aquí y después de mucho tiempo lloro pero es que si no dejo fluir estas lagrimas se me concentran en el alma, y quisiera que sepas que lo siento mucho, siento mucho no estar a tu lado en el momento que más me necesitaste para sostener tus manos, o para ver cuando se te escapaba la luz de tus ojos. - Los suspiros se me agolpan en el pecho como olas en el mar, pero es que este dolor me inunda como una tormenta de emociones, no puedo respirar y siento que me duele el pecho, pero las lágrimas no cesan.
Ojalá la vida tuviese música de fondo y pienso que en este momento se inundaría este escenario de una zampoña tocando muy lentamente al ritmo del viento golpeando mi rostro y llevándose mis lágrimas (espero que hasta el cielo) - Seré un buen hombre mamá, ¡te lo prometo! Para un día, ¡muy pronto! Vernos en el cielo - Silencio absoluto, no pude más, mi frente toco aquel epitafio, un señor y su joven hijo que llevaban unas flores me miraron de lejos.
Sentía que el cuerpo me temblaba de dolor emocional, de una impotencia que me desbordaba, como cuando llegas al límite del dolor y el cuerpo te comienza a responder con temblor y agitación, los ojos me ardían, los sentía hinchados tenía la espalda encorvada, de rodillas y la frente pegada a la lápida fría de mi madre, y dije - ¿Por qué no bese tu frente tibia cuando pude? - Llore hasta mas no poder, de pronto un suspiro me trajo tu recuerdo.
Pose las margaritas sobre aquella sepultura, bese mis dedos y estos tocaron el retrato en la sepultura, me puse de pie y mire al cielo, gire a la vez que recordé que en el sueño cuando giraba la descubría vestida de blanco, termine de girar y, nada.
Salí de allí cabizbajo con una fuerte agitación en el pecho, la frente me sudaba, subí al auto, suspiré, mis manos tomados del volante, maneje unos minutos, pero el dolor no cesaba, me orille a la berma, sentí un gran peso en el pecho que me dejaba sin aire, sentía presión en los ojos y que la cabeza me explotaba, me lleve las manos al pecho y de pronto, me desvanecí; escuche a lo lejos que alguien golpeaba el vidrio, que llamaban, pero no pude responder, las luces se me apagaron, luego de eso escuche unas sirenas de ambulancia y que abrían la puerta.
Quizás sea el fin, o solo es el principio...

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Apocalipsis 21: 4
SpiritualApocalipsis 21:4 es un libro que te impactara. Benjamín tiene una vida muy normal, hasta que un sueño lo hace trastabillar, le devuelve sus miedos y penas mas ocultas. De esto nace una filosofía para la vida, la filosofía de la muerte. Te identifica...