Capitulo VIII

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Y aquí estamos, está cama de hospital parece una condena que nunca acabará, el silencio en los pasillos. El techo de este cuarto ya lo tengo memorizado de tanto estar acostado en está cama, la ventana opaca que apenas muestra el verdadero brillo del día y más aún los días nublados los hace verse aún más tristes.

Quisiera salir de este miserable castigo, no quisiera morir. Pero si he de morir quisiera hacerlo a mis anchas, entre mis familiares, conversando con ellos y riéndonos de nuestras anécdotas, y en cierto momento quizás olvidar que estoy al borde de mi vida, o quizás al borde de mi muerte ¿Qué sé yo?, solo quiero ser libre, y que, si mi alma al fin tendrá que soltar este frágil cuerpo, entonces que lo haga en un ambiente que inspire tranquilidad, y no en un lúgubre lugar en el cual la mayoría de sueños se acaban.

Tienen tan mala imagen los hospitales, solo Dios sabe cuántas lágrimas se evaporaron en el tiempo en estos pasillos, incluso dejo mi imaginación volar y me pregunto, ¿en realidad es digno pensar que este fue el mejor lugar para caer muerto? Sí la soledad fuese la única que sostuviese mi mano para dar mi último suspiro... ¡no es justo!, después de haber hecho el bien incontables veces, algún alma se acordará de mí, lo sé.

El ángel de la muerte tiene muy mala fama, ¿Por qué ha de pensar la gente que la muerte separa familias?

Ha pasado 1 mes y 4 días desde que tengo en mi poder papel y bolígrafo, he escrito desde el momento en que tuve aquel sueño que me llevo hasta la camilla en la que estoy agonizando, las sabanas han sufrido los estragos de mi bolígrafo, están marcadas por doquier, a veces las marco inconscientemente.

Me pase este tiempo para relatar lo acontecido, de alguna manera pienso que puede ser de ayuda para los días posteriores a mi muerte, para que de algún modo mi familia pueda aferrarse a mis palabras cuando la eternidad silencie mi voz. Alguna vez estuve en los zapatos de mis hijos, tuve días muy oscuros sin un hombro en el cual sostenerme. En cierto modo porque siempre fui muy reservado con mis sentimientos, me costaba mucho desnudar mi alma ante alguien porque me sentía expuesto y frágil. Siempre pensé: "Es bueno desahogarse, pero no con cualquiera" pues no todos tienen la sensibilidad para escuchar, de prestar atención, o de darle el mismo valor a tus sentimientos. Lo que para algunos puede ser un completo drama, para ti puede significarlo todo, alguna palabra, algún detalle, y en ocasiones la soledad es la mejor compañera.

Siempre busque la manera de desahogarme de mis penas, intente muchas formas, siempre fui una persona desde mi punto de vista, "equilibrada", pero ante situaciones adversas, y una situación nueva, busque formas de aliviar el dolor por la pérdida de un ser que amaba, busque ahogar mis penas por ejemplo con el alcohol, pero descubrí que las penas flotaban, no era el método, después de algunos años pensé superada la situación cuando me enfoque en el trabajo, en la rutina diaria, pero como alguna vez dije: "Dejar de pensar en ello no es superar".

Antes de lo ocurrido con mamá rara vez escribía, intente muchas veces anterior a ello, escribía cartas de amor, uno u otro poema, para poder desencadenar las palabras que tenía hechas un nudo en mi garganta. Hoy he encontrado mis más fieles amigos, entre mis papeles y el bolígrafo hemos tenido muchas horas de privacidad, yo les cuento lo que traigo en el interior y el bolígrafo inmediatamente las siente en sus venas mientras el papel las marca sobre su piel. De alguna manera escribo porque es la forma más cuerda de hablar solo.

Pensé toda la mañana en ello, es una idea que no se va de la mente, quisiera creer que aunque ya no esté para verlo, luego de mi deceso espero sinceramente que un pequeño brillo de esperanza cubra aquel lugar donde yacen mis restos y aquellos que una vez pensaron que no habría más por qué luchar se abracen una vez más y que jamás se vuelva a cerrar los corazones de aquellos que siempre llevaron la misma sangre pero que por malos entendidos, o por cosas sin sentido, o que no valían la pena, terminaron separándose por largo tiempo, que no les pase como a mí que estando con el tiempo a punto de acabar pienso y me lamento cuántas ocasiones dejé pasar con mi familia, por trabajar, por amigos que ahora son grandes ausentes, por algún vicio, ¡No! ¡No es correcto! No es correcto priorizar algo tan efímero y dejar como secundario o para el último la familia, los hijos o la esposa, espero algún día sepan perdonarme... ¡Dios espero que me perdonen!

Ojalá pudiera retroceder el tiempo y arrepentirme de cosas que pude hacer y no las hice, ¡estaba loco!, siempre me prive de cosas las cuales justo ahora, en esta cama de hospital me gustaría hacer.

Por eso, no te prives de nada; canta, baila, corre y abraza, pide perdón y perdona sinceramente, pues, aunque no lo creas en este horrible calvario no imaginas lo hermoso que sería ver el cielo al aire libre y no detrás de este cristal.

— Buenas tardes Benjamín –Apareció de pronto el doctor José Altamirano con su carpeta de apuntes habitual cuando estaba distraído en mis pensamientos y los apuntes. – ¿Cómo te sientes?

­­— Buenas tardes doctor, me sorprendió. Estoy bien, me siento un poco mejor cada día. — No supe que mas decir, y solo me quedé callado mirándolo y desviando la mirada ocasionalmente.

— Eso está muy bien y los análisis que te hacemos constantemente lo demuestran. — Hojeo los documentos que tenía en su carpeta, se quedó mirando una, luego busco otra por unos segundos sin decir palabra.

— Eso espero doctor, quisiera recuperarme — en un pensamiento rápido quise decir también: "Y recuperar el tiempo perdido".

— Bueno, creo que tendrás tu oportunidad —interrumpió mi pensamiento continuando — Voy a trasladarte a un área menor, con el doctor Jhon Fisher, ya estas estable, y sería mejor que estés bajo su cuidado, pero lo más probable es que te dé el alta médica para que puedas retirarte a casa... Pero eso sí, tienes que cuidar tu alimentación y tendrás calidad de vida.

— Esta bien doctor, haré todo lo que se me diga —Mi corazón salto de alegría, por fin podré salir de este lugar. Quizás sea mi última oportunidad para hacer las cosas bien esta vez.

— Bueno, haré el papeleo correspondiente para el traslado de área. — Me miro por encima de sus anteojos y se retiró antes de que pudiera agradecerle.

Incline la cabeza contra la almohada con alivio, pienso que puedo recuperar algo de lo que perdí. Estoy dispuesto a luchar por mi familia, quizás sea solo un destello para mi hasta mi muerte, pero para ellos que se quedan, serán recuerdos interminables de solo momentos efímeros.

Apocalipsis 21: 4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora