Alejandro: Estaba en la sala de estar, hablaba con mi madre, sobre la situación por la que estaba pasando mi hermana Allison, es más que obvio que ella quiera ir y estar con su hija. – hijo digan lo que digan los médicos iré a ver a tu hermana -. Dijo. No te preocupes mamá, yo tengo algo de tiempo y puedo ir, tu deberías estar reposando en casa. – dije que yo iré y no me contradigas Alejandro -. Mamá, es por tu bien, no quiero que te pase nada. – y no pasará nada, ya sabes que odio que me traten como si no pudiere hacer nada, tal cual una inútil, así que mañana mismo voy donde tu hermana -.
Mi madre es una persona de carácter muy fuerte, dijera lo que dijera sabía que nada haría que ella cambiase de opinión, así que deje de contradecirle. A veces, pienso que herede su carácter, hay días en los que suelo ser gruñón.
Está bien mamá como usted diga. – hijo, estaba pensando que quiero llevarle frutas para que ella pueda comerlas -. Bueno, deje que de eso me encargue yo, iré al súper mercado a comprarlas por usted, así no se cansa y mañana usted se las lleva. – me parece buena idea, haré una lista para que no olvides nada hijo -. Está bien mamá, iré sacando mi auto. Salí del lugar para sacar mi auto de la cochera mientras mamá hacia su lista de frutas.
Eran las seis con treinta minutos de la noche, conducía hacia el súper mercado, minutos más tarde llegué al lugar, busqué un buen sitio donde estacionar el auto, salí del auto, caminé para poder entrar al establecimiento, tomé unos de los pequeños carros para hacer las compras, en la lista podía ver que había escrito papaya, bananas, uvas, manzanas, entre otras así que decidí ir de una vez al área de las frutas.
Caminaba en unos de los pasillos del establecimiento, me dirigía hacia el área de las frutas, volteé a ver a mi lado izquierdo, no pude contenerme al ver unas bolsas de gomitas con formas de pizza, son tan deliciosas que no podía irme sin ellas así que decidí desviarme del camino y tomar algunas.
A veces, me quejo mucho de mi pequeña estatura y esta es una de las veces que deseara ser alto, odio los estantes altos, mis gomitas preferidas estaban tan altas que no podía alcanzarlas, trataba de inclinarme un poco más para ver si podía hacerlo, pero fue imposible. Casi siempre que vengo al súper mercado paso la vergüenza de buscar a uno de los chicos o chicas que están cerca para que me ayuden a bajar algún producto, esta vez no estaba dispuesto a pasar esa vergüenza, decidí intentarlo una vez más, sentía que mis brazos iban a ser separados de mi cuerpo. Ya casi, ya casi. Dije al sentir una parte de bolsa en mis dedos, me sorprendí cuando sentí un cuerpo cerca del mío y unas manos que rosaban las mías, me di la vuelta lentamente y levanté la vista para poder ver el rostro de la persona que trataba de ayudarme, era un chico, de ojos color grises, su estructura ósea era como tallada a mano, sus labios destellaban un color rosado perfecto, su cuerpo era como el de un atleta, podía ver sus músculos hasta por encima de su playera, sus ojos eran un poco estirados podría jurar que se trataba de rasgos asiáticos, su piel era perfecta, una mezcla entre el blanco y el rosado, su estatura era alta, podía ver como mi frente golpeaba con su pecho.
Vi como el chico frente de mi bajaba sus manos con las bolsas de golosinas, yo solo me quedé ido en sus ojos. – bajé cuatro bolsas, ¿Cuántas vas a ocupar? -. Preguntó el chico frente de mí, traté de salir del abarcamiento incomodo en el que estaba frente a él y contra el estante, me sorprendí al ver su rostro por completo cuando él bajo su cara hacia mí.
¿Tu? Dije con sorpresa. – hey, gracias, eres muy amable -. Dijo con voz sarcástica. Si gracias. Dije arrebatando las bolsas de golosinas de sus manos. – ¿no hablaras conmigo antes de irte? -. Preguntó. Claro que no, has intentado matarme por varias ocasiones, ¿qué esperas que haga? – bueno, en mi defensa, tú no sabes conducir -. ¿Estas loco?, tu eres el que no sabe conducir. Vi como una sonrisa se dibujaba en su rostro. ¿no es chistoso, que andes por las calles casi matando a las personas. – lo chistoso es verte enojado, eres como un niño gruñón -. ¿me estas llamando enano? – no, o bueno eres como un niño así de pequeñito, dan ganas de morderte los cachetes -. No soy un maldito peluche para que quieras morderme mis cachetes.
-Comencemos de cero, soy Leonardo -. Dijo extendiendo su mano derecha. No hice caso di la vuelta para seguir mi camino. – no creas que te libraras de mi -. Me detuve un momento. ¿Qué se supone que estás haciendo? – solo voy tras de ti hasta que quieras hablar conmigo -.
No podía dejar que este chico estuviera tras de mi así que decidí extender mi mano y presentarme a él. está bien, soy Alejandro, ¿contento? Tomó mi mano. – tu piel es súper suave -. Dijo. Lo miré con una mirada fulminante y regresé mi mano, seguí caminando.
-Y ¿Qué andas comprando? -. Solo compro unas frutas. Dije. Mientras escogía la mejor fruta en el exhibidor. –que rico, yo solo vine a comprar unos nachos para comer mientras miro una película -. Mmm pues que bien. Dije. – y ¿vives por aquí cerca? -. Si vivo a unas cuadras. – yo también vivo cerca de acá -. Que cool. Contesté.
Finalmente terminé de buscar las frutas que necesitaba, el chico aún estaba tras de mi esperando pagar por sus nachos, estuvo hablando en todo momento, es tan molesto, que deseaba salir del lugar, minutos después llegó mi turno para pagar por mis productos, deslicé mi tarjeta por el pequeño aparato efectuando el pago con éxito.
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Alejandro, parte 2
RomanceAlejandro, parte 2, es la continuación de mi primer novela Alejandro, trata sobre cómo este chico debe enfrentar la vida después de la muerte de su novio, pero jamás pensó que ésta le tenía preparado un cambio radical y que podría experimentar los t...