Capítulo 42

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Alejandro: Bajaba las escaleras, mis ojos estaban rojos por tanto llorar, sin embargo, mi rostro no reflejaba tristeza en ese momento, mi rostro reflejaba enojo, ira y dolor, que era lo que sentía en mi interior, vi como todas las personas se me quedaban viendo, volteé la mirada, vi el féretro de mi madre, mis lágrimas salían por si solas.

Me senté en una silla cerca al féretro, no dejaba de mirarlo, mi vista se nublaba al salir mis lágrimas en todo momento, no pude levantarme de ese lugar. – hijo, come algo -. Dijo mi padre acercando algo de comida. No, no quiero. Me limité a contestar. – vamos hijo, tienes que comer, te vez muy débil -. ¿Qué no entiendes que no quiero?, déjame solo. Dije con la voz algo alzada. - ¿crees que no entiendo lo que tu sientes en este momento?, también era mi madre -. Se apartó de mí, Pude ver lagrimas salir de los ojos de mi padre.

Me levanté de la silla donde estaba sentado, caminé al féretro de mamá, no podía dejar de ver su hermoso rostro, solo parecía estar dormida, quería que se levantara de ese lugar, sentía que el tiempo se había detenido para mí, varias personas se acercaron a mí diciendo que lamentaba mucho lo sucedido, yo solo asentía, vi que algunos ex compañeros de clases llegaron al lugar.

-Alejandro, Alejandro, tu celular está sonando -. Dijo mi hermana Allison. Saqué el celular del bolsillo de mi pantalón, vi la pantalla, era Leonardo, contesté la llamada sin decir nada. - supe lo que sucedió ¿Cómo estás? -. B...bien. – perdona por no estar ahí contigo -. No te preocupes, estoy bien. Cerré los ojos, colgué la llamada, volteé para regresar a mi silla donde estaba antes, me sorprendí al ver a Leonardo a unos pocos pasos de mí.

Subí mi mirada para verlo, subió sus manos para secar la humedad de mis lágrimas en mis mejillas, me abrasó. – Llora, llora todo lo que quieras, estoy aquí para ti -. Lloré en su hombro, lloré de una manera que se sentía aquel dolor que traía dentro de mí, me aferré a él.

Septiembre 22, 2019.

Alejandro: Desperté de un salto, al parecer dormí al menos una hora, vi mi reloj en mi mano, eran las seis de la mañana, vi a Leonardo dormir cerca de mí, me levanté de la cama sin despertarlo, bajé las escaleras. ¿Señora Estefany? Dije al ver a la señora Estefany cerca del féretro. – hijo, vine en cuanto pude, al menos estar contigo en este momento -. Me abrasó. – papito, se fuerte, ella fue una mujer que siempre quiso lo mejor para ti, ahora te cuidará desde el cielo, y tienes que aprender que las personas en este mundo somos prestadas, ella era una mujer muy fuerte y es normal que te sientas mal, pero cuando todo esto pase, levántate y sigue adelante, a ella le encantaría ver desde el cielo que estas cumpliendo tus sueños -.

Yo solo me recosté a ella, me sentía débil, ni siquiera sabía si tenía sueños que cumplir, todas mis metas, todos mis logros estaban enfocados con ella a mi lado y sin ella, dudo mucho seguir a delante. – me dijeron que no has comido nada, ven come algo, aún falta lo más difícil del proceso -. Comí un poco, no sentía apetito.

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Estábamos en el cementerio, el pastor de la iglesia donde asistía mamá dijo unas palabras, mis ojos estaban hinchados, mi piel era pálida y mi cabello estaba desordenado. Intenté decir algunas palabras, pero comprendí que todo lo que estaba pensando y todo lo que saldría de mi boca lo hice y dije cuando ella estaba conmigo, decir algo ahora sería hacerlo para que las personas lo escuchen y no mi madre.

Vi como introducían el féretro en la bóveda, fue el sentimiento más doloroso al saber que no volvería a ver el rostro de mi madre. Noooo, mamá, por favor nooo, llévame contigo, llévame contigo, no quiero estar aquí solo, dijiste que serias fuerte por mí, dijiste que estarías conmigo por mucho más tiempo, dijiste que nunca me dejarías. Gritaba y lloraba desgarradoramente, la señora Estefany me abrasaba, lloré en su hombro, era un llanto de dolor, un llanto de desesperación, un llanto de impotencia, sentí mis rodillas doblarse, no podía mantenerme de pies, caí de rodillas frente a la tumba de mi madre.

Sentí las manos de Leonardo y mi hermano David ayudando a levantarme, me sentaron en una silla, todos se habían ido, esperé media hora en el lugar, Leonardo estaba conmigo, no quería salir del lugar.

cuatro días después.

Alejandro: No salía de mi habitación, no quería saber nada de nadie, solo quería dormir, sentía rabia y tristeza por todo lo que había pasado. – Alejandro, Alejandro -. Tocaban la puerta de mi habitación. Escuché que alguien entraba, era mi hermano David. – Alejandrito, ¿ya empacaste? -. Señalé donde estaban las maletas. – si no quieres irte, puedes quedarte aquí conmigo hermanito, esta es tu casa -. Mamá dijo que me fuera con Allison, quería cumplir sus últimos deseos. Vendré a visitarte en cuanto pueda, estar en esta casa me duele al recordar, en cada rincón de este lugar tengo recuerdos con mamá y mis lágrimas aparecen de inmediato.

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Suena mi celular, era una video llamada de Leonardo. ¿Qué quieres? - te vez mal Alejandro, hoy viajas donde tu hermana ¿cierto? -. Si, ¿por qué? - ¿puedo llevarte?, me quedaría más tranquilo, no quiero que conduzcas así -. Okay. Contesté. 

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Leonardo conducía, yo iba de copiloto, miraba a través de la ventana, mis lágrimas no dejaban de salir. Entendí que lo peor que le podría pasar a una persona era perder a su madre, nunca vuelves a ser esa misma persona alegre que algún día fuiste, comprendí que hay un dolor más allá de la muerte y más allá de las palabras. 

Alejandro, parte 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora