Capítulo 43

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Leonardo: vi como Alejandro lloraba en todo el camino, el silencio se hizo presente desde el minuto uno que arranqué el auto. No quería siquiera preguntar cómo estaba, pues la respuesta era más que obvia. Se veía tan frágil e indefenso, tan pálido y con una mirada tan fría y llena de dolor. Noté que se quedó dormido, su rostro pálido acariciaba el vidrio de la ventana.

La tarde estaba lluviosa, las nubes estaban oscuras y la neblina cubría todo el trayecto a casa. Era como si el clima supiera la nostalgia que Alejandro estaba sintiendo, era como poder ver el interior del chico sentado a mi lado. La melancolía inundaba el lugar, hiciera lo que hiciera no podría cambiarlo. El solo hecho de pensar de como la vida puede dar un jiro de trecientos sesenta grados era tan aterrador.

Llegamos a casa de Allison, el cielo estaba un poco más oscuro, no me atrevía siquiera a despertarlo, estacioné el auto enfrente de la casa, decidí esperar un momento a que se despierte, fue en vano al ver que Allison salía de la casa con un paraguas.

Tocó la ventana del auto, justo donde estaba Alejandro descansando, el dio un salto del susto al despertar tan bruscamente, pasó sus dedos por los ojos, volteó a verme e hizo una leve sonrisa mientras de su boca salía un gracias. Solo lo miré y regresé la sonrisa. Vi como el chico en mi auto abría la puerta para bajar y como su hermana lo tomaba de la cintura para evitar que se mojara. Salí del auto, abrí la cajuela y tomé las maletas, seguí el camino donde Allison y Alejandro habían pasado.

Alejandro: ¿Quieres comer? Preguntó Allison. – No, estoy bien- respondí. ¿tú quieres algo? Preguntó a Leonardo. – solo un vaso con agua, por favor- contestó.

-Estaré pendiente de ti y si necesitas algo no dudes en llamarme- dijo Leonardo yo solo asentí mientras lo acompañaba a la puerta. Su cara de preocupación me hacía sentir peor. Regresé a la sala donde estaba Allison. Me llevó a la habitación donde podía tener mis cosas. Me senté un momento en la cama y observaba a mi alrededor. – ¿te gusta? - preguntó. Si, está perfecta contesté. – voy a hacer unas cosas, si necesitas algo me llamas- dijo. Está bien, yo trataré de desempacar respondí.

Meses después

Sabía que me estaba sintiendo diferente, sabía que estaba preocupando a mi hermana ni siquiera tenía fuerzas ni ánimo para comer o tomar un baño, solo quería dormir sin que nadie me notara, prefería estar en mi cuarto oscuro y sin escuchar a nadie. Mi rostro que era el reflejo de risas y esperanzas se había apagado, ahora era el rostro de una persona totalmente distinta, era el rostro de alguien que ni yo mismo reconocía, resaltaba el enojo y el dolor. Poco a poco me fui alejando de todos, no quería saber nada más que dormir. Al dormir, sentía tranquilidad y calmaba un poco mi dolor.

Hubo un momento que mi hermana Allison y Alex llegaban a mi habitación a hacer platica o sacarme de ahí e ir a la sala, no sé si era más triste verme a mí mismo acostado todo el tiempo, con el cabello lo más largo que pueda y sin cortar mi bello facial durante unos cinco meses o ver a mi hermana preocupada porque no salía de la habitación.

Uno de tantos días decidí tomar un baño y buscar empleo por internet, el empleo de la universidad americana no era suficiente, necesitaba tener mis pensamientos ocupados, hubo un día que pensé en tomar un frasco de pastillas y hacer las cosas más fáciles, pensé que haría daño a mi familia y que quizás mamá nunca estaría de acuerdo con ello, pero también sabía que en algún momento la ansiedad y la depresión iban a ganarme y terminarían conmigo. No es necesario decir que debía buscar ayuda porque era lo más evidente en ese momento, en cambio traté de salir de mi cama y tratar de mejorar por mi propia cuenta.

Alejandro, parte 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora