Capítulo 36

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Alejandro: Finalmente llegamos a casa, mis hermanos y mi mamá ya estaban dentro. traté de abrir la puerta. – No -. Dijo Leonardo ¿No qué? Dije. – deja que yo abra la puerta por ti -. Dijo saliendo del auto, abrió mi puerta para que bajara. Estás loco. Dije.

Caminaba para entrar a la casa, vi que mi anillo tiró un destello de brillo al momento de hacer contacto con la luz, bajé mis labios al gran diamante incrustado en el y di un beso. Lo logre. Dije en un susurro. - ¿con quién hablas? -. Preguntó Leonardo mirando para todos lados. Con nadie, no seas curioso. Dije sonriendo al ver de la forma que buscaba con quien hablaba.

Subía las escaleras para ir a mi habitación, escuché una voz que me detuvo, era mi madre. – hijo, ¿para dónde vas?, seguro vas a quitarte la ropa, ¿será que puedes usarla un tiempo más? Sabes que me gusta verte así -. Definitivamente iba a cambiarme de ropa y desordenar mi cabello, nunca me ha gustado usar este tipo de ropa. Si, está bien dije regresando a la sala de estar.

Eran las siete de la noche. -La cena esta lista -. Dijo juanita. – gracias, vamos para haya -. Respondió mamá. Caminamos todos hacia el gran comedor. (cuando hablo de todos somos Allison, David, Mamá, Alejandro, juanita y Leonardo).

No podía dejar de reír con los malos chistes de Leonardo, vi como mi hermano David estaba un poco serio al ver a Leonardo en la casa, él es súper sobreprotector.

-Bandido, no me habías hablado de este chico, está muy guapo -. Dijo Allison en un susurro. ¿Qué? No, él no es nada mío, un día me ayudó a traer unas compras y se hizo amigo de mamá. – amigo de mamá, pero mira cómo se te queda viendo -. Ya cállate.

- ¿Qué tanto murmullan ustedes dos? -. Pregunto mamá. Ha nada que esta cool que Alejandro tenga un amigo que haya preferido venir a comer con nosotros y no ir a la fiesta. – si claro -. Contestó mamá.

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Todo fue lindo, comimos, brindamos y hablamos de todo, mamá estaba a gusto con Leonardo, Allison de igual modo, pero David seguía teniendo esa mirada fulminante hacia él.

David: Bueno señor Leonardo, ¿así es que te llamas cierto? ¿y tú que eres de mi hermanito?

Alejandro: David el... no dejo que terminara la frase...

David: No, Alejandrito, no te pregunté a ti, deja que él conteste.

Leonardo: No sabía qué demonios contestar, me encanta este chico, pero ni siquiera me quiere como amigos, después de pensar por un momento tomé valor y conteste: Bueno, somos amigos, no tan cercanos, pero espero pronto serlo.

David: ¿te gusta?

Leonardo: ¿Qué?

David: que si te gusta mi hermano.

Leonardo: mi lengua se trabó. S,si contesté.

David: que agallas para decir que si en frente de todos nosotros.

Leonardo: Es porque estoy claro de eso, lo que aún no se si él algún día me deje ser parte de su vida.

Alejandro: hablan como si no estuviese presente, iré a mi habitación, me cambiaré de ropa. Subí las escaleras, sentía mi cara arder por la conversación anterior, tiré mi toga, birrete y estola en la cama al igual que las demás partes de mi vestimenta. Busqué algo más cómodo, tardé unos veinte minutos, se estaba haciendo demasiado tarde, vi mi celular, eran las diez de la noche.

Bajé a la sala de estar y ya solo quedaban mamá y Leonardo no sé de qué estaban hablando. Mamá deberíamos de dormir, es demasiado tarde, toma tu medicina. Dije dando sus pastillas junto con un vaso de agua.

-De eso estaba hablando con Leonardo que ya es tarde y es peligroso que tome la carretera a su casa, deberia quedarse e irse mañana -. ¿Qué?, pero el cuarto de huéspedes está ocupado con Allison. Dije. – eso es lo de menos hijo, puede dormir contigo -. ¿Qué? – si hijo, o vas a dejar que pueda accidentarse o algo en la carretera -. De acuerdo. Dije casi volteando los ojos.

Al parecer este chico se ha metido en la cabeza de todos en esta casa, ¿Cómo es posible que mamá me deje dormir con alguien que apenas conoce? Y es que ni con Tyler llegó a tanto.

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Estaba en mi habitación. – bueno puedes usar la cama, yo usaré el sofá. Dije. – no es necesario, tu usa tu cama y yo usaré el sofá -. Como se te ocurre, no vas a alcanzar, yo soy más bajo que tú, así que yo dormiré en el sofá. – porque eres tan terco Alejandro -. Dijo tirándose a mi cama. Yo solo lo miré, tomé una almohada y una sábana para mí.

Toma aquí tienes ropa que puedes usar, puedes cambiarte en el baño. Dije. – porque en el baño si ambos somos hombres -. Dije que en el baño Leonardo. Dije un poco fuerte.

-okay está bien, en el baño niño gruñón -.

Leonardo: Trataba de poner la ropa de dormir que Alejandro había buscado para mí, pero hay que recordar que Alejandro es mucho más bajo que yo, el short me queda como boxers y la camisa a mitad de mi abdomen y eso sin mencionar que el paquete se me marca por que el short es demasiado corto.

Alejandro ven acá. Dije. – ¿qué sucede? Preguntó. Miré como se reía de mi aspecto con la ropa que me había prestado. ¿Tienes algo más grande? Pregunté. – no, y David ya está dormido para preguntarle jajaja te vez chistoso -. No es nada gracioso Alejandro. – pues yo si veo gracioso -. Me lo quitaré y dormiré desnudo. –No, no ni se te ocurra -. Entonces deja de burlarte.

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¿Aun lo extrañas? Dije al ver que Alejandro estaba mirando su anillo. – sí, aún lo extraño, espera ¿tú qué sabes? -. Dijo algo desconcertado.

Sé más de lo que crees. Dije. – mi mamá ¿Cierto? -. La conoces tan bien. – obvio es mi madre -. Dijo

Ven hay mucho espacio, duerme en la cama. Dije. – he dicho que no -. Entonces yo iré al sofá y dormiré contigo. Dije dirigiéndome hacia él. – No, Leonardo, no cabemos, vete a la cama, déjame solo, quita tus bolas de mis rodillas -. Aquí me voy a quedar hasta que aceptes ir a la cama que es más amplia. – te odio, además pareces un stripper con esa ropa -. Yo también te amo Alejandrito.

Finalmente lo convencí a estar en la cama, vi que ponía almohadas entre nosotros. Si pones almohadas significa que tienes miedo de lo que pueda pasar. Dije. – Nada, que más puede pasar -. Hablamos por varios minutos, finalmente se quedó dormido, se veía tan lindo durmiendo, se veía tan calmo y por su tamaño diminuto podría decir que se confundiría con un bebé.

Quité las almohadas, me acerqué a él, tomé sus manos di un pequeño beso en su mano derecha, estaban frías, se movió al sentir que tocaba sus manos, ahora posesionó su cabeza en mi pecho y sus manos abarcaban mi cintura, puse mis manos sobre su cuerpo, se sentía tan bien, cerré los ojos y me dormí sin siquiera saberlo. 

Alejandro, parte 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora