Podría haber dejado el tema sin tocar. Es mucho más fácil cuando una situación que se vuelve incómoda se deja morir y jamás se desentierra. Pero no, tenía que recordarlo. La sensación, emoción...Era demasiado como para dejar que destruyera algo que nunca tuvo nombre hasta poco después de haber sucedido. Y es que se me hace normal que haya sucedido, pero lo que no lo es, es que realmente el resultado fue totalmente contrario a lo que habría querido.Por eso es que esa noche tendría que esforzarme en saber cómo volver a revivirlo. Pero tenía varios problemas para poder hacerlo, y uno era curiosamente alguien que bien podría haber sido contado como buen amigo. No quiero decir que me caiga mal, por el contrario es una persona que estimo a pesar de chocar en algunos puntos de vista. Pero para poder tener una plática más allá de lo normal en un bar, tendría que dejarlo afuera.
Por eso es que cuando llegamos, le pedí a mi otro amigo (el que tendría que fungir como aliado en este caso) que en caso de que sucediera, evitara que se nos juntara y arruine un momento incierto. No puedo relatar muchas cosas de lo que sucedió después. Podría echarle la culpa al alcohol, pero realmente es porque no me acuerdo. Y quiero evitar llenar con mentiras o relleno lo que podría ser una historia probablemente un tanto interesante. Quizá fueron las bromas, confesiones, quejas habituales, y compartir los mismos pensamientos que se dan durante los preliminares de los bares.
Por primera vez me puse atento a cosas que jamás habría puesto atención, es decir; estar más pendiente de sus ojos, fijarme a sus movimientos y sentir las veces que nuestros tactos coincidieran. Conforme pasaba la noche, podía sentir que se me agotaba el tiempo. para ser sincero, el reloj no jugaba a mi favor. Sabía que pronto sería el momento en que tendría que irme y al ver que no podría lograr mi cometido sentía la presión de ser un fracaso. Así que rendido, salgo a la terraza para fumar un cigarrillo. Por suerte estaba vacía y eso la hacía más cómoda, aprovechando que había viento y le daba la sensación de estar más fresca de lo que el día había sido.
Llevaba apenas 2 caladas del cigarro y una voz me distrae de mis pensamientos. Era ella, pidiéndome que le regalara uno de los que me quedaban porque a ella se le había olvidado su cajetilla en la mesa.Sin pensarlo le extendí la mano para que la tomara y le presté el encendedor. Hubo un momento de silencio, entre incómodo y normal. Entonces me pregunta sobre porqué no les había dicho que me iba a venir a fumar, porque ella con gusto me acompañaba.
No supe qué contestar, pues tendría que ser honesto y admitir que era un pequeño escape ante la derrota de mi nula habilidad social. Ella me sonríe, dándome a entender que no tenía que responder. Camina al barandal y se apoya mirando a la ciudad la cual, alegremente brillaba artificialmente frente a nosotros. Me pregunta sobre como me ha ido, y comenzamos una plática un poco más cercana. Hablando sobre el tiempo que hemos pasado incomunicados, el trabajo y las dificultades que se han presentado.
De pronto setí que mi corazón se estaba acelerando. Sabía que se estaba acercando el momento de tener que sacar el tema de lo acontecido. Temía la respuesta y estaba dando vueltas infinitas a cada una de las respuestas.¿Le gustó? ¿ Desagradó? ¿Era necesario decirlo?
-Y bueno, no lo sé. ¿Hay algo más de lo que quisieras hablar mientras estamos aquí?- Preguntó mientras volteaba a verme.
No puedo recordar el momento en que se viese más atractiva. Iluminada levemente por los faroles de la calle, dejando ver la mitad de su rostro y la otra oculta levemente por el manto oscuro de la terraza que mala iluminación tenía. Su cuerpo estaba apoyado de espaldas al barandal que le llegaba a la cintura y le favorecía en sus curvas. Eso, sin olvidar mencionar que traía un vestido entallado que dejaba ver un cuerpo trabajado.
En ese preciso instante escuchamos que la puerta corrediza se estaba abriendo lentamente, como si la persona que estuviese detrás no quisiera que pasara el viento. Volteo y veo que es Javier. Y antes de que pudiese abrir completamente la puerta, Ron aparece y ágilmente le toma de los hombros, dice algo y se van.No puedo describir el alivio que sentí cuando vi que se alejaban. Sabía que se me había regalado un poco de tiempo más. Pero no era capaz de poder dar con las palabras que podrían transmitir lo que realmente quería. Y ella, en lo que podrían haber sido años, paciente, estaba esperando la respuesta.
-Yo, bueno...- Comienzo dando traspiés y maldiciendo mi torpeza para poder hablar, aún cuando mis habilidades de escritura no son nada malas. -Esteee... Bueno, quizá sí hay algo que podría tener pues... Ato...rado.-
-Pues dime- Contesta sonriendo.
-Ajá. Bueno, lo de ese viernes. Tal vez.-
-Ese es un buen tema chavo. Qué bueno que lo tocas. ¿Qué te pareció?-
-No lo sé. No fue algo que hubiese esperado. Menos de esa forma y en ese lugar.-
Ella sonrió un poco y no pudo bufar un poco por aguantarse la risa.-¿Esperabas que fuese en un lugar más privado, sólo nosotros dos? ¿Algo así como estamos ahora?-
Las preguntas al ser totalmente inesperadas fueron como un pequeño golpe en la boca del estómago, pero sabía que tenía la oportunidad de elegir los mejores diálogos que quizá ayudaran a salvar un barco que se daba más perdido que el Titanic.
-Quizá, pero no me quejo de eso exactamente. Sino que mi mayor preocupación es que nunca supe como tratarlo.
Sin darme cuenta estábamos más cerca. Casi al punto de poder percibir en mi nariz la combinación mortal del aroma natural de su piel más el de su acondicionador de cabello que desde hacía mucho tiempo me había atraído.Nuestros ojos se habían clavado en los del otro. Los suyos, grandes y cafés como el barro del que los dioses aztecas nos hicieron no se apartaban de los míos.
-Pues es cierto que nunca lo hablamos. Tampoco lo que podríamos haber significado el uno para el otro. Pero no sé...-
Entonces la noche ganó, cada una de las estrellas se volvieron más grandes y como si fuera mágia podía escucharla cantar. Mientras nos acercábamos lentamente, mientras que en el horizonte el sol se ocultaba y levantaba en una velocidad vertiginosa. Nuestras sombras se tocaban y las palabras sobrabanY antes de saber qué es lo que seguía, un vórtice gigante me absorbió, llevándome por cada una de las realidades posibles para despertar en mi cama, sin recordar lo que había sucedido.
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Incompleto
Short StoryAquella tarde supe lo que realmente sentías. No porque lo hayas dicho, sino el mero hecho de no haber respondido fue suficiente como para haberme dado cuenta. Recuerdo que te encontré por la mañana, no por casualidad. Había esperado ese momento. Sab...