CAPITULO 7: CERRANDO EL CIRCULO

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La conversación interna entre la mente y el corazón de Roberto ha dado como resultado una verdad que no ha sido fácil de aceptar. 

Los pensamientos encontrados y las conclusiones que surgieron, han hecho que Roberto se dé cuenta que ha comenzado a sentir algo más. Percibe que algo anda mal, que esto se está escapando de su control, está haciendo que cada vez necesite más de la compañía de Alejandra. 

Después de muchos años, ha vuelto a sentir esos sentimientos acerca de una mujer en su vida, pero que lo aleja de lo más preciado que tiene en su vida, lo aleja de su familia que ha formado junto a Eliana, su amor de siempre.

Recuerda que algo similar que pasó hace años, en el que su juventud no fue capaz de resistir ese sentimiento y que después, tuvo que tomar la difícil decisión de detenerse. Piensa que aún es tiempo para interrumpir, detener todo esto y se prepara para ello.

Roberto intenta buscar respuesta a todo esto y, por primera vez, envía este escrito a Alejandra, en que hace presente sus pensamientos y sentimientos con el objetivo de justificar su alejamiento y también conocer la reacción de Alejandra...


Cerrando el círculo.

Cuando nos reunimos a almorzar hace un tiempo, tenía temas que quería conversar, no me atreví a hacerlo, preferí callar y escuchar tu relato del viaje que habías tenido. He estado esperando poder conversarlos con el café que quedó pendiente ese viernes, tampoco ha sido posible y el tiempo, ya cada vez más valioso para mí, ha seguido pasando.

No he estado pensando con claridad, esa claridad que siempre estuvo en mí y que me mantuvo apartado de volver a querer. La claridad que en parte disminuyó al desear disfrutar de tu compañía, haciendo que el corazón apresurara sus latidos al verte o hablar contigo, perdiendo parte del control estricto que tenía.

Estaba equivocado, de pronto me di cuenta de que a pesar de mis años, podía volver a querer y lo hice en ti. Cuando comencé a darme cuenta de ello, no hice intento alguno para aislar y anular ese sentimiento, lo dejé llegar sin oponer resistencia, era rico volverlo a sentir otra vez, más, en una persona como tú.

Comúnmente, se dice que es el corazón quien toma el control cuando uno quiere, pero sabemos que no es verdad; es la mente la que prioriza ese sentimiento sobre los otros. Y mi mente puso en alta prioridad tu persona, eso hizo que me confundiera y que haya insistido repetidamente en querer verte y escucharte, hasta quizás, lograr agobiarte.

Aun sabiendo lo que yo sentía, mi intención era lograr mantener nuestra amistad y así disfrutar al menos de tu compañía, ya que el escucharte o verte, alegrabas mi día. Esto te lo comenté en más de una ocasión, sin escuchar respuesta alguna. 

Más de una vez te comenté que sentía estar haciendo el loco contigo. Lo que no te dije era que no me importaba y que ni vergüenza me daba, bastaba tu risa, otras veces tu abrazo y mi día se iluminaba.

Recuerdo ese viernes después del almuerzo, en que te pedí un esfuerzo para vernos más seguido, tú lo aceptaste, más no lo has podido lograr. Al parecer, no estoy en tus prioridades, como tú lo estás en las mías, créeme que lo siento y también lo comprendo. 

Mi necesidad de verte y escucharte ha ido en aumento, me he convertido en una persona molesta para ti, como también lo soy para mí. Como todo en la vida deja una lección, he aprendido que el cariño a esta edad es egoísta y exigente, he pedido más de tu tiempo del que puedes dar.

Siento que te has ido alejando y pienso que tú también lo sientes así. No tengo claro los motivos para ello, quizás es cansancio por mi insistencia loca de estar contigo, quizás ya no tienes esa necesidad de escucharme, quizás tus nuevas funciones en el trabajo requieren más de tu tiempo y concentración... No sé qué ha motivado el alejamiento que siento, de verdad quisiera saberlo, ya que duele.

Bueno, ahora sabes en verdad lo que quizás antes intuías, no puedo negar que en este último tiempo has hecho surgir un bello sentimiento olvidado o reprimido por mí. Y, aunque sea unidireccional, me siento feliz de volver a sentirlo y por ello, no siento vergüenza ni remordimientos. Solo lamento pensar que quizás traicioné tu amistad, si es así me disculpo por ello, lo siento.

Tengo la costumbre de cerrar mis círculos, no dejar temas pendientes en el tiempo. Este círculo tan grandioso y particular que fue para mí se cierra aquí, al confesarte mis sentimientos por ti. No sé cuál será tu reacción frente a todo esto, es probable que definitivamente te alejes y créeme que lo entenderé perfectamente. Solo que no deseo tu risa, mucho menos tu enojo, solo espero que lo comprendas.

Por mi parte, prometo no insistir en vernos, solo estaré a la escucha por si algo necesitas de este amigo, que pasó sin querer los límites de nuestra amistad.




Vicisitudes de un amor tardíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora