CAPITULO 9: CENIZAS DE AMISTAD

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Un día, Roberto recibe un sorpresivo mensaje de Alejandra, ella le cuenta que tuvo un sueño en que lo veía en varias reuniones de trabajo. Roberto se descoloca, ya que si bien es cierto ella ha permanecido frecuentemente en su pensamiento, la comunicación se había perdido hace un largo tiempo y ya había decidido no intentar comunicarse con ella. 

Roberto se da cuenta que su esfuerzo ha sido en vano, no le ha sido posible olvidarla, extrañando las conversaciones y por sobre todo, su compañía.

Después de unas horas, decide responder iniciándose una corta conversación, siendo el tema de lo que ha hecho cada uno en este tiempo de silencio.

Pasado unos días, Roberto consulta a Alejandra si podrá volver a ver su sonrisa, a lo que ella responde con su típico "jajajaj" y luego responde: "No están los tiempos para complicarse extra".   

Roberto no comprende el porqué de ese sorpresivo mensaje de ese sueño, ya que, por la posterior respuesta recibida de ella, concluye que no hay posibilidad de recuperar la amistad que los unía, decidiendo finalmente dejar de insistir nuevamente.

Pensando en ello, envía un último mensaje a Alejandra, con el objetivo de expresar lo que piensa de todo lo ocurrido y aprovechar de esta manera concluir la amistad, ya que estima que la confianza se ha perdido en ambos...


Cenizas de amistad.

 Hace unos días estuve leyendo tus comentarios a mis escritos, nuestras conversaciones por WhatsApp, tus emoticones, tus bromas, tu risa expresada con ese característico "jajajaj", tu mensaje desde Roma, el anuncio de tu llegada a Santiago.  Estuve recordando nuestras reuniones de trabajo, nuestros almuerzos, nuestro último café.  

También recordé las veces que te pregunté si era hora de romper mi promesa y alejarme, tu respuesta siempre fue una: "NO!!". 

Era bella nuestra amistad, fluida, existía una agradable química y parecía que había cariño y confianza mutua.

¿Y qué pasó entonces? ¿Qué fue eso tan grave que generó este alejamiento? ¿Expresar el gran cariño que tenía por ti, te ofendió, te asustó, te ahuyentó?  No tengo claro el motivo y creo que es una duda más de las que quedarán sin resolver.

No me ha sido fácil aceptar lo pasado, perder tu amistad ha sido un proceso doloroso. Por eso he insistido en tratar de revertirlo y, cuando rompiste tu silencio escribiendo sobre el sueño en que me veías en reuniones, pensé que podría lograrlo, pero al leer tu último comentario debo reconocer que no será así.  

No seguiré insistiendo, sería una equivocación seguir haciéndolo, solo traería incomodidad para ambos, "complicaciones extras" como señalas. Sin embargo, he estimado necesario comentar lo que no he podido aclarar en persona, ya que veo que ese café conversado no llegará.

Decirte que siempre sentí que tu amistad era importante para mí, que hacía muchos años que no sentía esa intensa amistad con una mujer, lo que me permitía conversar en confianza de una parte de mi vida, oculta a los demás.

Siempre mantuve respeto hacia tu persona, siempre mantuve una distancia prudente, siempre estuve cuidando de no incomodarte, siempre te sentí una amiga, amistad que comenzó cuando todavía trabajábamos juntos. 

Nunca sentí que te molestaba, solo fui sincero en decirte frecuentemente, que disfrutaba de tu compañía. Si eso te incomodaba, deberías haberlo dicho en vez de comenzar a alejarte, la confianza estaba para hacerlo. 

Me hice dependiente de tu amistad, quise más de tu tiempo es cierto, en ello me equivoqué al no darme cuenta de que era mucho pedir y que no podrías darlo.

No sabes cuánto lamento haber perdido esta bella e intensa amistad, como yo la sentía, pero la amistad es como un precioso cristal, si se quiebra ya no puede repararse, como lo que nos pasó.  Nuestra amistad se quebró cual ese cristal y vanamente intenté repararlo.

Pero, nos guste o no, la vida continúa. Y es como debe ser, cada uno con su propia vida, con sus anhelos y metas, con sus penas y alegrías, con sus recuerdos sean gratos o no, con su trabajo y la familia, disfrutando día a día de los momentos con la familia. 

Comprendiendo que tienes más inconvenientes para reunirnos de lo que yo pensaba, decidí escribir parte de lo que te quería explicar en persona.

Ya ves, esta vez no necesité preguntar si era hora de romper mi promesa y alejarme, solo bastó tu silencio.

Ahora, el esperado café conversado, ya se ha enfriado... 

Vicisitudes de un amor tardíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora