Se trataba de mantener lucido para observar las reacciones que tenía Gustabo mientras ricamente se movía dentro de Horacio. Quería enfocar toda su atención en romperle el culo al menor, cuál estaba seguro de que al día siguiente no sentiría ni los brazos de tantas cogidas que lleva en una semana.
El chocar de sus muslos con los glúteos del moreno, llenaban los oídos de Gustabo, así como los pequeños jadeos que soltaba de vez en cuando Volkov al sentir el calor de Horacio en él.El ruso tomó de la cresta caída y guio la cabeza del menor, él también hacía movimientos con su cadera para facilitarle el trabajo. Conway miraba fascinado al comisario a la par que entraba con mayor fuerza en el menor.
- Sin quejidos, Horacio.
Dijo espontáneamente al escuchar uno que otro saliendo de la garganta del menor ante la fuerza que ocupaba Volkov para embestir su boca. Horacio asintió como pudo y se silenció, de su retención de sonidos aparecieron lágrimas que expresaban el placer. Conway tomó con fuerza la muñeca de la mano que estaba sobre el cabello del menor y la llevó en dirección a su cara. Subió su tacto a sus dedos, tomando un par, sin preguntar se los llevó a la boca. Volkov veía con hambre de algo a los ojos de su superior, quien también le veía excitado.
Horacio sintió la fuerza con la que era penetrado tanto por delante como por detrás, podía deducir que aquellos hombres se estaban excitando entre ellos con la mirada, estableciendo una guerra de haber quien se cogía mejor a Horacio. De alguna manera, no le importó. Era atendido como quería y tenía a su merced a los dos hombres más dominantes que había conocido.
Lo gozaría hasta el último nervio, se dejaría hasta no sentir nada o sentir todo, necesitaba todo lo que no había recibido en un buen tiempo. Y estaba seguro de que esa no iba a ser la última vez que aquellos le dieran la atención que requería.
- Muévete para mí, pega tu piel a la mía. Papi necesita sentirte.
El moreno no pensó que su superior fuera de utilizar las palabras correspondientes, lo mismo pasó por la mente de los dos restantes, Volkov ignorando un poco y Gustabo alzando las cejas en señal de sorpresa. Este último se había ido a sentar al único sofá individual que había en la sala, con las manos muy tentadas en sus muslos, su miembro pedía ser liberado ya, dolía de placer.
Horacio hizo caso a lo dicho por el mayor, quien se dejó de moverse de inmediato, el menor empezó con un vaivén de su cuerpo, de adelante hacía atrás, sintiendo como él solo se buscaba su punto utilizando el miembro de Conway. Volkov disminuyó paulatinamente sus movimientos, ya que se encontraba a nada del clímax, pero algo le prendió al mirar a Gustabo observándolos. Iba a correrse, pero no sin antes haber escuchado a Gustabo gemir su nombre.
- Eh, eh, eh. ¿A dónde, Volkov?
Conway le dirigió una mirada autoritaria cuando vio que se alejó de Horacio para encaminarse al rubio, quien empezaba a removerse nervioso en su asiento al percibir como el comisario se le acercaba con el miembro hinchado y con unos ojos oscurecidos. Tragó en seco.
Horacio giró levemente la cabeza en dirección a su mayor, quien miraba enojado a Volkov. En cuanto vio el gesto, escondió su rostro en el sofá, nunca iba a poder ser atendido como el quería, no a menos de quitar a Gustabo de en medio.
Volkov tiró de la camiseta del menor para atraerlo, se miraron a los ojos, Gustabo sonrió deseoso y le guiñó un ojo, guiñó que vio Conway cabreado. Las ganas que sentía el rubio por el mayor no eran normales.
- ¿Qué? ¿Una mamadita, comisario?
Estoy hasta la polla de este. Salió de Horacio sin importar si hacía daño, dio solo una zancada y apartó a Volkov de un jalón, ocupando su posición delante de Gustabo. Al comisario ya le daría su castigo por pasarse de listo, castigo que probablemente el ruso se arrepienta de todo lo que tenga la palabra Gustabo.
- Voy a darte lo que quieres, Gustabín.
El mencionado miró con los ojos entrecerrados al superintendente, con una breve sonrisa ladeada. Quería comprobar que no mentía. Esperó a que el mayor volviera a hablar.
- Quítate el pantalón y siéntate.
Conway no había terminado de disfrutar la pieza musical que había estado tocando con el comisario y Horacio, se sentía molesto, nadie iba a interrumpirlo cuando estaba apunto de alcanzar su éxtasis, ni siquiera un capullo de mierda. Gustabo obedeció sin reprochar, se bajó los pantalones junto con el bóxer, liberando por fin la presión, regresó a su asiento y abrió sus piernas, echó la cabeza hacía atrás soltando un gruñido ansioso.
- Venga, que deben turnarse.
Los dos mayores miraron al rubio, Horacio seguía con el culo parado y el rostro escondido, esperando sentir el falo del superintendente dentro de él. Volkov miraba con hambre a Gustabo, parecía que en cualquier momento se abalanzaba a él y lo saboreaba a su gusto, Conway, por otro lado, había soltado el inicio de una risa, una incrédula.
- Ninguno de los dos va a chupártela, Gustabo. Te vas a masturbar mientras miras.
El rubio giró los ojos molesto, lo habían molestado para nada, pero algo era algo. El ruso miró con hastío a su superior, el cual le hizo un ademan para que se fuera a colocar detrás de Horacio, su semblante cambió totalmente cuando hizo lo que le ordenaron.
- De rodillas, nena.
Se dirigió a Horacio con dominancia, el cual levantó con pesadez su cabeza e hizo lo pedido, incorporó su tronco para rozar brevemente su espalda con el pecho del comisario, un escalofrío lo asaltó cuando sintió la piel caliente sobre él.
- Volkov.
El intendente le asintió en señal de que tenía autorización de penetrara Horacio, el ruso se acomodó abriendo un poco más las piernas, colocó su virilidad a la par que abría un poco el culo del menor con sus manos sudadas. Horacio sintió como era embestido por segunda vez en el día y soltó solo un jadeo largo, esperando instrucciones firmes de Conway, las cuales no llegaron. Volkov empezó a moverse dentro de él.
El director de la orquesta miró a como ejecutan la pieza satisfecho, se giró un momento hacía el público, quien todavía no empezaba a aplaudir. Le sonrió malvadamente.
- Puedes empezar, princesa.
Gustabo tragó una vez más saliva, colocando su mano alrededor de su miembro. Ahogó un jadeo en cuanto sintió su propio tacto, comenzó con un suave vaivén, arriba y abajo. Trató de no cerrar los ojos y centrarse en el comisario y su hermano, pero su cabeza hacía movimientos de reflejo, llevándola hacía atrás.
Conway, una vez tuvo bajo control se acercó a Horacio saciante, le miró el sudoroso rostro y dijo con la mirada que no quería escuchar ningún gemido de parte suya, seguidamente, se agachó a la altura del duro miembro del menor.
- Quiero oírte, Gustabo.
El mencionado dejó salir un largo jadeo que había estado aguantando. Una vez el superintendente confirmó que Gustabo había acatado su orden, tomó con una de sus manos el pene de Horacio, lo masturbó un par de veces y luego se inclinó a lamerlo. Horacio sentía que en cualquier momento moría, las estocadas de Volkov eran mucho más agresivas que las de Conway, dejando una sensación entre el dolor y el placer, contrayéndose con Volkov dentro y Conway estimulando su glande con constantes relamidas.
Gustabo gemía mientras le lloraban los ojos por no ceder ante los intentos de cerrarlos, mientras se masturbaba lentamente ante la supervisión del superintendente. Nunca en su vida había sentido tanta excitación por tocarse.
Volkov entre más separaba los glúteos de Horacio, más fuertes eran las embestidas que este le daba. Las ganas de llegar a profanar al menor salvajemente lo acosaban constantemente, y a ahora que había oportunidad, no la desaprovechó. Apretaba fuerte, mordía su hombro y Horacio no podía emitir ni un solo sonido.
Conway disfrutaba cada lamía que daba, mirando hacía arriba de vez en cuando para supervisar que Horacio siguiera su única indicación, para después fijar la vista en Gustabo. Sonrió complaciente. Realmente se había vuelto loco.
Horacio no pudo aguantar como hubiera querido, después de correrse en la cara del superintendente y unas cuantas estocadas de parte de Volkov, gritó, gimió y gruñó como nunca antes lo había hecho, dejando a los tres presentes expectantes. El mejor puto orgasmo que había tenido en su corta vida.
El mejor puto castigo que te va a caer, Horacio.
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𝐃𝐀𝐃𝐃𝐘 𝐏𝐋𝐄𝐀𝐒𝐄 [Multishipp]
FanficSimplemente dónde Conway acepta ser el papi de los hermanos, a Volkov no le gusta esto. Edades: - Conway: 40 - Gustabo: 28 - Horacio: 27 - Volkov: 38 Obviamente aquí no hay ningún tipo de parentesco. Habrá Volkacio, Volkway, Jackacio, incluso un p...