ᴛ ᴀ ʟ ᴋ ᴅ ɪ ʀ ᴛ ʏ

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Gustabo se hizo a un lado para dejar pasar al comisario, quién traía un caminar un poco raro, como si no quisiera que se le notará algo. El menor estaba realmente confundido, sin embargo, también se hacía el loco, sabía y no sabía porque estaba ahí.

Volkov caminó rápidamente a la sala, dejándose caer en el sillón de cinco plazas que esta tenía. Echó la cabeza hacia atrás y dejó soltar un gran gruñido que traía atorado de su camino a la casa. Gustabo frunció levemente el ceño y se quedó unos segundo sosteniendo la puerta abierta, la cerró en cuanto espabiló y se encaminó con un paso lento a dónde estaba el comisario.

— ¿Comisario? ¿Está bien?

En realidad, no sentía preocupación. Sabía perfectamente lo que estaba pasando, pero vio la opción de hacerse el inocente como una buena oportunidad para realizar el segundo paso a su metal final.

Detuvo el paso cuando estuvo casi en frente de él, teniendo un visual espectacular de lo que era el cuerpo del ruso tratando de relajarse. Se mordió fuerte la lengua, resistiendo el bravo impulso de lanzarse hacia él y que lo adiestrará. Tragó discretamente saliva.

El mayor incorporó su cabeza una vez que terminó de soltar el largo gruñido. Abrió los ojos y buscó la mirada de Gustabo, la encontró paseándose sobre su cuerpo, sonrió malévolo.

— Gustabo, ¿qué tal el día?

El mencionado no supo que decir. No esperaba aquella pregunta, esperaba que el comisario fuera más directo como siempre lo era. Se mantuvo alerta a sus movimientos una vez se sentó en el mismo sillón que el mayor. Sus miradas no se apartaban.

— Bien, bien. Bastante tranquilo, la verdad.

No le regresó la incógnita porque era inútil. Volkov inhaló, se acercó al menor, pegando sus cuerpo discretamente y soltó el aire contenido mientras decía:

— He estado pensando en usted.

Ahí estaba el Volkov directo que conocía. Un escalofrío recorrió todo el cuerpo de Gustabo, desvió la vista de su superior y la colocó en el televisor apagado, viendo sus reflejos proyectados. Se mordió el labio, pensando bien su decisión. Tenía de dos: 1. Se hacía el inocente y fingia que no sabía nada o 2. Tomaba las riendas de la situación y completaba el paso número dos más rápido. Evidentemente se fue por la segunda.

Sin pensarlo mucho, se giró hacía la mirada que lo acechaba ferozmente. Sonrió y antes de intentar atacar, le preguntó:

— ¿Y su compañerito también?

Susurró en su oído y empezó a saborear la piel blanca del comisario, capturando entre sus dientes su oreja, bajando salvajemente en dirección a su cuello. Una de sus manos se fue en dirección a la entrepierna del mayor, el cual, en cuanto sintió cerca el tacto retrocedió un poco.

Se miraron a los ojos, ambos sonrieron, ambos sabían que Conway los iba a cagar hasta donde Dios le permitiera, sabían que estaban jugando con fuego. Y no les importó.

Juntaron sus labios con una urgencia, sus encuentros pasados había sido siempre frustrados y nunca habían tenido tiempo de terminar lo que empezaban. ¿Por quién? Por la misma persona que los iba a inflar a hostias en cuanto se enterará. Pero, ¿por qué tenía que enterarse? ¿Quién iba a decirle? No había forma de le llegará dicha información si los dos se mantenían en silencio.

Las manos de Volkov tomaron con fuerza la cadera del menor, posicionándola sobre él. Gustabo, sin dejar de jalar el labio del mayor, empezó a moverse de adelante hacia atrás contra la zona íntima de este, haciéndola palpitar bajo las dos prendas. El comisario soltó un sonoro jadeo ante eso.

𝐃𝐀𝐃𝐃𝐘 𝐏𝐋𝐄𝐀𝐒𝐄      [Multishipp]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora