3. Pistas

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Habían pasado dos semanas desde que Mean comenzó a soñar con aquel chico de nombre “Plan", solo que en algunas ocasiones, parecía apoderarse de otro cuerpo mientras soñaba, actuando involuntariamente, pero aun llevando un pensamiento consiente junto él. Todo aquello comenzó a preocuparlo, por lo que decidió investigar un poco sobre el castillo, tal vez así podría averiguar sobre la razón de que aquel muchacho invadiera su sueño.

Alistó algunas libretas y lápices en su mochila, se arregló el cabello é ropa y llamó por teléfono a Fluke y Saint para que lo vieran frente a la biblioteca en una hora, agradeciendo internamente que los muchachos no le hicieran preguntas de más.

—¿Vas a salir?— Preguntó la madre sentada desde el césped mientras alimentaba al mismo gato negro de la ultima vez.

—Si, voy a la biblioteca con mis amigos— Contesto el castaño con simpleza —volveré antes de la cena— Al no ver respuesta de su madre, se puso en marcha con rumbo a la biblioteca.

Una vez ahí, el trío ocupó el primer cubículo desocupado que encontraron, dejaron sus cosas sobre la mesa y se dividieron para abarcar mas secciones, procurando tomar únicamente aquellos libros que hablaran algo sobre el castillo kijworalak. Pasando un buen rato de búsqueda el único en encontrar información mas completa fue Fluke, quien en su aburrimiento por buscar y encontrar siempre lo mismo, empezó a curiosear un libro viejo de “Wicca" topándose con nueva información. El trio tomó el libro y se fueron a leerlo en el cubículo.

—“La desgracia que acabó con la familia real kijworalak”— Leyó Fluke en voz alta —Bien veamos que dice…


“La familia real que habitó el castillo Kijworalak hace muchos años estaba conformada por el Rey y la Reina(Lawan y Jumpimok) y sus tres hijos varones(Earth, Perth y Plan). Cuando su primer hijo cumplió la mayoría de edad fue asignado al trono, dándole a su pueblo un reinado decente al igual que sus padres, pero que terminó a los pocos años, ya que Earth acabó con su vida al no poder contraer matrimonio con su ama de llaves de la cuál se había enamorado perdidamente.

Debido a esto el príncipe Perth fue obligado a tomar el trono a la temprana edad de diecisiete años; trayendo consigo el casi final de su pueblo ya que el negaba su posición, repudiando su apellido, y escapando del castillo poco antes de llevarlo a la ruina. Lo último que se escuchó de él fue haber sido visto, dejando el pueblo junto a un viajero de paso.

Dejando el camino libre, el príncipe Plan fue el más trágico de todos. Una vez que su hermano huyó, sus padres comenzaron a prepararlo para el trono, pero al cumplir los dieciséis su propia madre lo acusó de “Brujeria y paganismo” mandándolo a encerrar en una habitación solitaria, solo recibiendo comida, la luz de unas cuantas velas y el encadenamiento a su propia cama. No se sabe cuál fue el final del príncipe Plan, solo se rumorea que murió de hambre y sed a manos de su propia madre.

—Que horrible— Murmuró Saint una vez que su amigo terminó de leer —Que clase de padres eran.

—Bueno, al menos uno de ellos pudo escapar— Comentó Fluke mientras señalaba la fotografía al final de la lectura.

Mientras que Mean solo miraba la imagen vieja, en donde aparecía aquella mujer de vestido verde y justo tras la silla en donde ella estaba sentada la figura de un Plan mas joven -que el de sus sueños- con una mirada algo apagada y un semblante serio.

Había tristeza en aquellos pozos obscuros que se escondían bajo unas gafas circulares.

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Al pasar un rato más los tres amigos decidieron dejar su investigación para volver a su respectiva casa.

En cuanto Mean llegó a su hogar, se dio un baño, se cambio la ropa por algo mas cómodo y calientito y bajo a cenar con sus padres, sorprendiéndose al ver al gato negro hurgando en la caja metálica de galletas de mantequilla. No era que estuviera mal o le molestara, pero su madre no era precisamente fanática de los animales y en especial los callejeros.

—Cariño, me ayudas con los platos— Dijo su madre mientras revolvía con rapidez la lechuga, pollo, tomate y aderezo dentro del bowl. Tin asintió y comenzó a sacar los platos del alacena.

—¿Papá esta en su estudió?— Preguntó Mean, como forma de hacer una plática amena con su madre.

—No, salió poco después de tu llegada— Informó la mujer, para después dejar la ensalada de lado y mirar a su hijo —Mejor dime, ¿A que fuiste a la biblioteca?

—Tenía tarea vacacional— Mintió el muchacho, dejando los platos sobre la mesa —Así que decidí comenzar ya— Mean desvió la mirada de su madre para ponerla en el gato que comía pacíficamente de las galletas, comenzando a acariciarlo.

—Ajá— Carraspeo la señora posando una mano en la cintura —Entonces dime, ¿Sobre que era la tarea?

El gato movió su orejitas, levanto la cabeza por un momento y después volvió a bajarla a la caja metálica.

—Sobre investigación— Mean volvió a colocar su mano sobre la cabeza del minino —Debíamos investigar sobre algo de nuestro interés… y decidí hacerla sobre el viejo castillo.

Su madre le miró con una mueca en el rostro y una ceja levantada para después soltar un leve suspiró, volviendo su atención al bowl con ensalada, mientras que Mean retiró bruscamente su mano del felino que le había intentado rasguñar.

—No les gusta ser molestados mientras comen— Dijo la mujer a su hijo en una leve risa, llevando el bowl hacia el comedor.

Después de cenar y ver la televisión junto a su madre, Mean se fue a la cama ya que se comenzaba a sentir cansado y con sueño. No sin antes pensar en lo que averiguó con sus amigos acerca del castillo y del muchacho misterioso.


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Y como el castaño esperaba, justo ahora se encontraba, de nuevo, en el cuerpo de aquel muchacho muy parecido a él, en  aquel castillo, frente a la puerta de madera de la habitación del muchacho pelinegro; solo que esta vez no parecía haber un guion prescrito, ya que por acción propia golpeó la puerta levemente. Espero un momento y al ver que no recibía respuesta decidió entrar por cuenta propia.

Inspeccionó la habitación con la mirada hasta divisar al chico, se encontraba sentado sobre la orilla de la cama, con los pies estirados y la mirada al suelo, Mean cerró la puerta tras de si y se acercó levemente cuidando de no asustarlo.

—…Plan— Mencionó Mean no muy seguro.

El pelinegro levantó la mirada del suelo y sonrió al verle —Creí que ya no volverías.

«¿Volver? Siempre te veo en mis sueños»

Gato NegroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora