1. Ojos negros

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Una tarde bastante fría se podía sentir en aquel pequeño pueblo, donde las familias preparaban pequeños pastelillos de calabaza y ponche frutal, mientras que los niños se preparaban para pedir dulces una vez que la noche cayera y los jóvenes adolescentes iniciaran con sus pequeñas fiestas con algo de alcohol y música muy alta. Sin duda una festividad muy esperada para todos en aquel pueblo de Bang Krowg.

En especial para un grupo de amigos que se encontraba en el pequeño jardín de la familia Phiravich mientras esperaba la llegada de la noche y con ella su tan ansiado plan para pasar de forma distinta en octubre.

—Entonces ¡Está decidido!— Afirmo con entusiasmo Fluke mientras elevaba su puño al aire y sujetaba un libro con la otra —Hoy visitaremos el castillo abandonado a las afueras del pueblo.

—No lo sé... No creo que sea muy seguro— Agrego Saint no muy seguro de lo que sus amigos planeaban.

—¿Tienes miedo? — Pregunto esta vez Mean mientras posaba una mano sobre el hombro del castaño a su lado. En respuesta Saint solo negó —Tranquilo esta vez llevaremos agua y una lampara.

—¡Aja! Y también podrás tomar algunas fotos— Dijo Fluke en un intento de convencer a su amigo, ya que si Saint decía que no entonces Mean tampoco iría por hacerle compañía al paliducho —¡Vamos, por favor!

Saint miro una ultima vez a sus amigos, soltó un suspiro de resignación y asintió a forma de respuesta, sacando un grito de emoción en Fluke y una pequeña sonrisa agradecida de parte de Mean.

—¡Chicos la cena esta lista! — Grito la señora Phiravich desde la ventana de la cocina, por lo que el trio de chicos se puso de pie y entro corriendo en el hogar listos para degustar la rica cena y por la noche ir a visitar el hermoso y algo tétrico castillo.

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—¡No se como me convencieron de hacer esto! — Reclamaba Saint mientras intentaba sacar unas cuantas hojas de palma que lo habían atorado en un tronco de palma.

—¡Oh vamos! Cállate y sigue caminando— Intervino Fluke sin interrumpir su caminata mientras que alumbraba su camino con una linterna.

—¡Lo haría si pudiera! — Con aquel grito de Saint el chico pelinegro detuvo su andar para poder girarse hacia su amigo quejumbroso.

—Déjame ayudarte— Intervino esta vez Mean, dejando su linterna en el suelo y comenzando a tirar de la hoja de palma con fuerza —Listo, estas libre.

Saint le agradeció con una pequeña sonrisa tímida que fue correspondida casi en seguida, mientras que Fluke solo viro los ojos y comenzó a caminar como una forma de apurar a sus amigos y dejaran sus miradas para otro momento.

Después de un largo rato y tras pasar el portón principal oxidado el trio de amigos logro llegar al desolado lugar. Con un ambiente aun mas frio que el de antes, paredes viejas y hojas secas de palma rodeándolo el castillo Kijworaluk estaba frente a ellos; por lo que cada uno de ellos encendió su linterna, tomaron algo de valor y finalmente ingresaron con el escalofriante sonido de la puerta crujir al ser abierta.

Al entrar solo un enorme pasillo que conducía a otra puerta fue lo que los guiaba a seguir explorando, ya que no había más que ver ahí que no fuera el candelabro casi a punto de caer sobre ellos y las paredes viejas.

—Vamos, hay que seguir por ahí— Señalo Fluke apuntando su linterna a aquel pasillo, los otros dos muchachos asintieron para después caminar tras Fluke y dejando que Saint caminara en medio de ambos.

Tras cruzar aquel pasillo y cruzar la segunda puerta un recibidor en tapiz rojo fue lo que encontraron, y en las paredes de frente otras tres puertas esperándolos.

—Deberíamos dividirnos para abarcar más rápido— Sugirió el pelinegro girándose para ver a sus castaños amigos.

—¡No! — Se apresuro a decir Saint cruzándose de brazos —Ni en broma cruzo este lugar solo.

—Creo que esta vez Fluke tenga razón— Dijo Mean viendo al chico de mejillas abultadas —Si nos separamos será más rápido.

Saint vio con algo de súplica a Mean —Solo no te alejes mucho y si pasa algo solo grita y iré corriendo a buscarte. El castaño menor asintió en respuesta.

—Bien entonces, — Fluke apunto la puerta de la izquierda —Yo iré por esa puerta.

—Yo iré por aquella —Saint señalo la puerta derecha no muy convencido.

—Eso solo me deja esta puerta— Menciono Mean señalando la puerta de en medio —Hay que vernos aquí en media hora.

El trio de amigos conto hasta tres y abrió al mismo tiempo la puerta señalada. En el caso de la de Mean, esta solo lo llevaba a subir unas escaleras de madera vieja y posiblemente peligrosa.

Así que el castaño no tuvo más opción que subir con cuidado aquellas escaleras e ingresar en lo que parecía ser una habitación; con una gran cama con velos blanco y una cadena de fierro oxidado en la pata de la cama. Dejando de lado que todo era viejo y gastado parecía una habitación medianamente normal, y al no haber mucho que ver decidió irse, pero antes de que pudiera hacerlo un extraño ruido llamo su atención.

Mean se acercó al enorme ropero de donde provino aquel ruido, dudando un poco si debía abrir la puerta finalmente se decidió a hacerlo, encontrándose con un gato de pelaje obscuro que al verlo salto sobre el haciendo que retrocediera y resbalara al suelo dándose un golpe en la cabeza.

Desorientado y con todo dándole vueltas el muchacho enfoco su mirada en aquella sombra que le miraba desde arriba, dando finalmente la forma de un pequeño muchacho de tez aperlada. Con una camisa blanca, un viejo chaleco rojo vino, unos pantaloncillos cortos verde obscuro, una fea capa negra y unos sucios y mal abrochados tenis negros, el muchacho le veía levemente inclinado hacia abajo con una expresión confusa en sus ojos.

En sus profundos ojos negros.

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Casi no me gusta escribir sobre Halloween porque se me da pesimo pero pues estoy triste y necesito con que distraerme.

Esperó les guste

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