5. Rosas rojas.

129 31 1
                                    

Era una tarde algo fría cuanto Mean recibió la visita de sus amigos quienes traían consigo un libro de pasta roja y un animo bastante emocionado, o bueno por lo menos uno de ellos lo tenía. El castaño recibió a sus amigos en la sala en donde los tres se sentaron sobre el sofá mas grande, dejando a un emocionado Fluke en el medio.

—Recuerdan al tal príncipe Plan, al que encerraron en el castillo —Dijo Fluke mientras hojeaba su libro y sus amigos asentían —Bueno pues el nombre se me hizo familiar asi que en cuanto volvimos a casa me puse a leer mis libros de Wicca y misterio... ¡Y encontré esto! —Fluke señalo la hoja en la se había detenido.

—¿Y? Resúmelo por favor— Hablo Saint mirando a su amigo para que respondiera —No quiero leer— Puchereo el pálido.

—Bien en resumen aquí dice —Fluke señalo una parte del texto —Lo mismo que encontramos, pero con la diferencia de que al parecer el príncipe tuvo un tutor de su misma edad que solo era un pueblerino sin dinero.

—Aja ¿Y? — Volvió a decir Saint —¡Eso que tiene de interesante!

—¿Por qué una renina le contrataría un simple plebeyo? — Pregunto Mean, llamando la atención de sus amigos.

—Eso es muy simple de responder— Comentó de nuevo Saint con obviedad —El chico necesitaba dinero y la reina se lo ofreció a cambio de cuidar al brujo.

—¡Vaya! Los chantajes existieron hasta en siglos pasados— Dijo Fluke, para después palmear la cabeza del cacheton —Muy bien Saint— Felicitó mientras el nombrado sonreía halagado.

—Si, supongo que podría ser eso— Agregó Mean recordando la última plática que había tenido con la reina en sus sueños.

—A todo esto, ¿Por qué quieres saber sobre ellos?— Preguntó el castaño adorable.

El cuerpo de Mean se tenso al tener la mirada de sus amigos fija en él, dispuestos a escuchar una respuesta a su ardua investigación. Mean se mordió los labios ligeramente, pensando en una idea que pudiera desviar la plática.

—¡Oh! Ahora que recuerdo...— Dijo Mean con nervios —Mi madre preparó pizza.

—¡Qué cool! Amo la pizza que prepara tu mamá— Exclamó el pelinegro, para después salir disparado hacía la cocina.

—¡Oye! ¡Ten un poco de modales— Regaño Saint para después ir tras Fluke.

Una vez que sus amigos abandonaron la sala de estar, Mean soltó un gran suspiro, aliviado de que pudiera distraer a sus amigos y así evitar preguntas un tanto incómodas. Mientras que el gato negro le miraba desde la pequeña mesita, con sus ojos negros y las orejas levantadas en señal de advertencia.

.

.

«De nuevo estoy aquí» Pensó el muchacho al verse de nuevo, de pié, frente a la reina Lawan.

Sentada sobre la silla mientras se masajeaba las cien con fastidió, y le ordenaba que simplemente se apagará a seguir las lecciones, así evitando cualquier plática de índole personal con el príncipe. Mean asintió, apretó los libros que llevaba contra su pecho y camino al jardín en busca de Plan.

Encontrandole sentado sobre una silla de madera barnizada, mirando un bello rosal de rosas blancas, con una mirada tranquila y sus manos apricionadas sobre su regazo.

El mayor se acercó con lentitud mientras pisaba las hojas secas de palma que caían.

—¡Tin!— Exclamó Plan, al ver al mayor acercarse —Mira, te preparé una sorpresa.

—¿Una sorpresa?— Preguntó Mean una vez que estuvo frente a él.

—Solo observa la rosa— Dijo Plan, acercando sus manos esposadas hacía una de las rosas del rosal.

Pasando sus dedos sobre uno de los pétalos, comenzando a cambiar a color rojo. Mean miró la rosa impresionado, dejando salir una pequeña sonrisa en el proceso.

—¿No estás asustado?— Preguntó el pelinegro al ver sonreír a Mean.

—No— Dijo Mean— Creó que fue muy impresionante.

Aquella respuesta le sacó al príncipe una sonrisa. Mientras que por otro lado Mean comenzaba a sentir un poco de lastima hacía el muchacho, casi como un sentimiento de preocupación y tristeza al verle ser tratado como un esclavo.

Un sentimiento incómodo y malo, pero le estaba sintiendo bastante familiar.

—Plan, puedo hacerte una pregunta— Dijo el castaño un tanto dudoso, y recibiendo una afirmación como respuesta —¿Por qué estás encerrado?

Tan pronto como Mean hizo aquélla pregunta, el rostro del pelinegro se volvió inexpresivo, tal como si se le estuviera diciendo algo locamente increíble.

—¿Me odiaras?— Solto Plan ladeando la cabeza levemente y acercando sus manos a las mejillas del contrario —Me odiaras si te lo digo… Mean.

Al escuchar su nombre real y sentir los fríos dedos sobre su piel, Mean no pudo evitar sentir un escalofrío recorrer toda su espalda y unas ganas de retirarse de aquel tacto. Sin embargo solo permaneció en su lugar, tragandose el miedo para si mismo.

—No lo hare— Murmuró forzandose a sonreir, tomando las manos de Plan —Puedes confiar en mí, te ayudaré.

Plan le miró por un par de minutos con aquellos profundos ojos negros, para después relajar su expresión, hasta volverla un triste mohin.

— Tú no me recuerdas— Murmuró el pelinegro decepcionando —Ni el castillo, las pláticas y los libros viejos… Me olvidaste.

Mean estuvo a punto de preguntar a qué se refería, cuando una extraña falta de aire se hizo presente y la imagen ante sus ojos se volvía cada vez más borrosa, volviéndose un negro total.

.

.

El muchacho abrió los ojos de golpe, aun con la falta de aire y la sombra de una persona sobre él, apretando su cuello con ambas manos. 

«¡Todo es un sueño! ¡Todo es un sueño!» Se repetía en su mente cerrando los ojos,  mientras luchaba por quitarse la sombre de encima

Una vez volvió a abrirlos aquella sombra había desaparecido; Mean se levanto de la cama y encendió la luz, no encontrando más que la compañia del gato negro, hecho bolita sobre el suelo, durmiendo tranquilamente.

…………………………..

Perdón por los errores pero escribo desde mi cel por el momento, y es una tortura xD.







Gato NegroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora