confesiones

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—Vamos dense prisa que no tenemos todo el día —exclamó la señora molesta apurando a todos los estilistas que estaban arreglando a Charlotte para la tan ansiada fiesta de anuncio de compromiso.

—¿Te gusta así? —le preguntó con una sonrisa la joven maquilladora a Charlotte.

La chica subió la mirada para apreciar su rostro, hasta ella podía decir con sinceridad que se veía preciosa, pero sus ojos reflejaban la más enorme miseria.

—Si —se encogió de hombros —Me gusta.

—Para ser una chica que está celebrando su compromiso, no te ves muy emocionada —hizo una mueca —¿Te pasa algo cariño?

Suspiró, Charlotte estaba por abrir mi boca pero ni si quiera sabía que decirle, además, estaba ese estúpido acuerdo que le impedía contar lo que pasaba, podía meter a la mujer en problemas y eso es lo último que quería.

—Es solo que no he dormido mucho, deben ser los nervios —se rió algo incómoda.

—¡Oh! Eso es normal, antes de casarme también los tenía, pero luego me ponía a pensar que iba a estar con el amor de mi vida y que era algo que los dos deseábamos mucho y se me pasaba, deberías hacer lo mismo, ya verás como te ayuda a sentirte mejor —le aconsejó con una sonrisa cálida.

Ese era el gran problema, que Charlotte no quería eso, no quería saber nada de Mark, mucho menos casarse con él.

—Llegamos con el vestido —exclamó una rubia alta entrando al cuarto de Charlotte, la había visto antes, trabajaba con el diseñador y la había ayudado varias veces a tomarse medidas y cosas así —Quedó espectacular señorita Charlotte, creo que le va a encantar —sonrió cálidamente.

—No puedo esperar a verlo —dijo intentando parecer aunque fuera un poco emocionada.

Para su mala —o buena— suerte, Crystal era una chica muy observadora y se daba cuenta de prácticamente todo, solo le bastó con ver el inexistente brillo en los ojos de la chica y el tono decaído que usaba para darse cuenta de que no estaba para nada feliz, ahora solo debía descifrar el por qué, pero claro, ¿quién en su sano juicio pensaría que en pleno siglo XXI, aún hay familias que obligan a sus hijos a casarse? Es absurdo.

—Al final la señora Melissa nos comentó que querías cambiar de color, fue algo inesperado pero conseguimos terminarlo a tiempo —explicó Crystal sacando el vestido del protector plástico.

Charlotte rodó los ojos internamente, no le sorprendería que el vestido que estaban sacando  fuera totalmente diferente al que había escogido hace días, total, vienen haciendo con su vida lo que les da la gana sin consultarle a la chica, así que eso no sería nada en comparación.

—Charlotte, querida, ¿por qué no quitas esa cara de disgusto y te lo pruebas? —preguntó Melissa con su típico tono pasivo-agresivo —Yo bajaré a cerciorarme de que todo este en orden, cualquier cosa me informan ¿está bien? —le preguntó a todas las empleadas —Que solo se queden Charlotte y la señorita —exigió viendo con cierto disgusto a Crystal, no sabía como referirse a ese tipo de chicas.

Todas hicieron caso y abandonaron el cuarto de la chica, dejándolas a las dos solas.

—Perdona por la grosería de Melissa, como te das cuenta, el dinero compra todo menos la educación —rodó los ojos haciendo reír a Crystal.

—No te preocupes, si tu vieras a las personas con las que me he topado trabajando en el taller —abrió los ojos de par en par y negó —Ya estoy curada en eso.

Charlotte se rió y comenzó a quitarse la bata que estaba usando, el vestido ahora era de un color perla que en realidad no le molestaba tanto, no era el color que había escogido anteriormente pero estaba lindo, no era muy entallado a la cuerpo pero tampoco le quedaba suelto, el tipo de tela era seda y era de tirantes con un poco de escote por delante, nada de encajes ni cosas por el estilo.

ELECTRIC LOVE | Luke HemmingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora