Capítulo 8. Augusto

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Hacía apenas una hora que había vuelto al hotel para terminar con su jornada. Podía notar como su cuerpo le pesaba. Había dormido, pero no descansado. No había conseguido contactar con Flavio y sus compañeros seguían sin hablarle. De tanto llorar por la tarde y de no haber hablado con nadie en mucho tiempo, se tuvo que aclarar la garganta cuando tuvo que responder a la pregunta de un cliente que requería usar más de una palabra.

Pasaban pocos minutos de las 10 cuando todo su rango estuvo servido y entretenido con el espectáculo. Se retiró a su sitio habitual, a una esquina de la terraza, para tener una visión clara de la clientela y poder atender a quien lo necesitara. Con el área bajo control, aprovechó para ir al baño rápidamente. Fue a dejar la bandeja rápidamente a la cocina.

- Voy al baño rápido, don Francisco. Enseguida vuelvo – avisó Samantha a su jefe que estaba preparando un cocktail.

Se recorrió el salón y cruzó la recepción para dirigirse al comedor de empleados, ya vacío, y meterse en los baños designados para los trabajadores. Se metió en un cubículo y se tomó su tiempo, quería pasar el menor tiempo posible en el bar donde sus compañeros le hacían el vacío. Quería que el día terminara ya, se le estaba haciendo eterno. Quería salir de allí y despejarse. Estaba agotada pero no quería volver a casa, donde se encontraría con sus compañeros. Tal vez se diera un largo paseo nocturno por la playa hasta que estuviera segura de que su casa estuviera vacía y pudiera volver sin miedo a sus miradas.

Pasó unos minutos sentada en el retrete sin pensar en nada hasta que el abrir y cerrar de la puerta de los aseos la sacó de su ensimismamiento. Se apresuró a salir de su cubículo porque no sabía cuanto tiempo había estado allí. Cuando salió, se encontró a alguien que no esperaba. A Rafa.

- ¿Rafa? – dijo ella con cierta sorpresa – ¿este no es el baño de chicas?

Rafa se encontraba frente la puerta de salida, estaba mirándola con cara de vergüenza y disculpa.

- Sí... – bajó la cabeza y se mordió el labio sin saber como seguir – yo... quería decirte que lo siento.

Samantha se quedó en silencio sin saber bien qué contestar, lo que le dio motivo al moreno para continuar.

- He venido para disculparme – dijo ahora mirándola a los ojos – sé que no te hemos estado tratando bien. Especialmente yo...

Samantha se quedó en silencio, pues su trato era el que menos maldad le había transmitido.

- Hoy te he visto un poco mal – continuó Rafa

¿Solo un poco mal? pensó Samantha para sí. No sabía si el cordobés pretendía ser generoso y considerado con la elección del "poco" o si de verdad había estado tan ciego.

- No ha sido de mis mejores días – concluyó ella.

Rafa asintió y prosiguió.

- He... he venido a explicarte el por qué, ya que también te he visto un poco confundida.

La valenciana asintió, dándole a entender que prosiguiera.

- Bueno, yo hace unos días que estoy un poco raro contigo, no sé si lo habrás notado.

Otra vez se estaba quedando corto con el uso del "poco". Samantha volvió a asentir, pues desde luego había notado que la persona más alegre del hotel había dejado de mirarle y hablarle de un día para otro.

- Bueno, pues tiene un poco que ver con lo que pasó la otra noche en la discoteca entre tu y yo. Fui un poco infantil, lo sé. No tendría que haberte dejado de hablar de esa manera, ya no soy un crío – tragó una gran bocanada de aire para seguir – Me gustabas, ¿sabes?

Oscuridad blancaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora