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Caminé hasta Ethan con la misma seguridad que siempre tuve pero él seguía coqueteando con aquella chica que no se percató de mí hasta que ella me miró extrañada. Volteó a ver que sucedía y al verme se mostró más serio de lo que pensé.

—Hola, ¿no? —intenté buscar un tema de conversación—. ¿Cómo está mi hijo preferido?

—No soy tu hijo —habló entre dientes—. Y déjame sólo, ¿qué no ves que estoy con Soledad? —la chica pareció ofenderse—. ¿Sofía? —preguntó inseguro mirándola a lo que ella se levantó del sofá y nos terminó dejando solos—. ¿Ves lo que haces?

—La pregunta sería... ¿Qué estás haciendo? —cuestione.

—Lo que me da la gana y lo que quiero hacer con mi vida porque eso es... ¡Mi vida! —gritó golpeando la mesa de un puño y muchas personas a nuestro alrededor nos miraron.

—En tu vida tenes a personas que se preocupan por lo que haces —hablé intentando sonar lo más tranquilo posible—. Yo quisiera que cuentes conmigo para lo que sea que te esté pasando, hijo.

—¿Hijo? —preguntó molestó alejándose de mi cuando quise acercarme—. Cuando vas a entender que no sos mi papá.

—Ethan —apareció de la nada Luna—. La tía Ámbar te espera para ensayar para la próxima competencia, anda por favor —lo menciona a él así que se levanta lo más rápido—. Ya te diste cuenta que no te quiere volver a ver... Deja de insistir.

—Yo voy a insistir hasta que él me vuelva a querer como cuando era chico —la miré unos segundos pero ella rápidamente desvío la mirada—. Él me va a volver a querer como lo hacía antes que le llenarás la cabeza en mi contra.

—Yo no hice nada —negó volviendo a mirarme—, la que se fue no fui yo y tampoco lo dejé abandonado —dice apuntando con el dedo—. Porque aunque te cueste admitirlo yo me quede para estar con él.

—Yo me fui por tus mentiras —murmure sintiendo que ya no aguanto más—. ¿Cuándo lo vas a entender?

No espere respuesta. Me dirigí a la pista, no quería volver a cruzarme con ella en lo que queda del día. Entré, se veían a varios adolescentes patinando y también lo están mi hijo como mi rubia favorita. Sonreí al ver que seguía siendo la misma exigente que siempre fue, me alegra que muchas cosas no hayan cambiado.

Di unos pasos hasta las gradas donde se sientan el público y los miré por unos segundos que parecían no acabar hasta que alguien se llevó toda mi atención. A la pista entró una persona que hacía un montón de tiempo que no veía.

Ámbar la miró sonriente, siguió con su trabajo de entrenar a Ethan mientras la joven se acercó a mí. Se sentó a mi lado mirando a su madre mientras una sensación extraña me recogía mi espalda. La joven chica rubia se ve muy segura y por momentos me mira con una sonrisa.

—Te extrañé —sonríe.

—Yo también los extrañé mucho —concuerdo con ella sonriendo.

—Muy bien, así terminamos el ensayo por hoy —dice Ámbar dando la vuelta patinando hacia nosotros—. Hijita, pensé que estarías en la mansión con...

—Me aburrí —interrumpe a su madre.

—¿Podemos hablar? —preguntó a Ethan que se ve notablemente molesto.

—Yo no tengo nada que hablar —niega dispuesto a marcharse pero Ámbar lo detiene.

—Ethan, me parece que deberían hablar —aconseja—. Después de todo es tú padre.

—Él no es mi padre, ¿por qué nadie me cree? —inquirió desesperado revolviendo su cabello en frustración.

—¿Qué estas diciendo? —pregunté sin entender a lo que se refería.

My First Real LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora