...
Narrador omnisciente
En lo más profundo de la noche, las estrellas apenas se vislumbraban en el cielo gracias a las espesas nubes.
Los mechones rubio ceniza le caían levemente mojados sobre la frente a la joven de escasos 25 años.
Entre sus delgados y pálidos brazos cargaba una hermosa bebé de cabellera castaña y ojos verdes esmeralda.
La pequeña niña lloraba, como si supiera lo que, inevitablemente, iba a suceder. Sus largas y oscuras pestañas bailaban húmedas sobre sus pómulos.
— L .. lo siento mucho, pequeña .. — Sollozaba la asustada madre, mientras besaba la pequeña pero respingona nariz de su hija.
La tormenta solo incrementaba, al igual que el llanto incontenible de la preciosa rubia.
El imponente castillo se hacía presente a través de la neblina.
La cabeza de la mujer estaba repleta de ideas aterradoras, que hacían temblar hasta sus entrañas.
La repulsión que sentía al tener que entregar a su hija siquiera la dejaba respirar con normalidad.
Un nudo en la garganta prohibía el paso fácil de la saliva; pero ella seguía a pesar de las dificultades.
La cara estoica de aquella mujer llegó como un puñal.
— Apolline ... — Susurro medio asqueada, la vil mujer.
— No tengo tiempo. Terminemos con esto de una vez. — Advirtió la joven, sin un ápice de simpatía.
La señora hizo un fingido gesto horrorizado, mientas tapaba su boca en modo teatral.
— Vaya manera de saludarme, querida. — Escupió con molestia, mientras intentaba llegar a la frágil niña.
— Ni se te ocurra hacerle daño, Elizabeth.
Las palabras de Apolline salieron con notable sorna en su tono, mientras se apartaba.
— Lo sé .. Lo sé, no le haré daño a la mini bruja. — Carcajeó.
Su risa era detestable; aguda y dolorosa como miles de agujas clavándose en los oídos.
La temida furia se despertó en Apolline. Sin siquiera intentar evitarlo, estiró la mano izquierda y desplegó toda la violencia contenida ...
La luz llenó con ímpetu cada espacio entre las dos mujeres.
Elizabeth, cayó de rodillas a la tierra. Sus manos dirigiéndose con prisa a su cabeza, mientras un gesto torturado se encajaba en su rostro.
— Vuelve a llamar a mi hija de esa forma y lo lamentaras el resto de tu miserable existencia. — Su voz podría ser considerada terrorífica en ese preciso instante; seca, cruel y .. sin sentimiento.
Cuando todo parecía querer acabar, Apolline comenzó a temblar.
Bastaron unos pocos segundos para que, Elizabeth después de componerse, se diera cuenta del momento de debilidad, y le arrebatara a la bebé de un brusco tirón, antes de salir corriendo con una sonrisa victoriosa plasmada en sus delgados labios.
La madre se quedó perpleja. No sentía sus extremidades. Su mundo se desmoronaba a pedazos.
El desgarrador llanto de su bebé se escuchaba cada vez más lejano.
— ¡N .. No!. — Gritó escandalizada de sobremanera, con sus últimos alientos.
Su dolor iba más allá de lo físico; el sentimiento de desasosiego la mantenía encerrada en su mente.
Después de todo lo que tuvo que ver con sus propios ojos, jamás pensó que ese momento sería el que la pudriría por dentro. Todo tenía que suceder así, pero vivirlo era un martirio.
Cuando tenía que volver a la realidad, no llegó a correr.
El hombre ya estaba en posición. La precisión era su mayor habilidad, pero su sangre fría para matar, su adicción.
Sin siquiera pensar apiadarse de la pobre mujer, apretó la empuñadura con violencia y soltó ...
Todo pasó en cámara lenta.
Una flecha atravesó con fiereza el corazón de Apolline.
Su cuerpo cayó estrepitosamente al suelo.
Aun que sus ojos parecían observar el inmenso cielo, en lo único que pensaba era en el destino de su niña perdida.
La sangre comenzó a brotar por su boca, esparciéndose con gran presteza.
Las quejas se acallaron. La tortura terminó y la muerte la tomaba de la mano, guiándola a su descanso eterno.
Una historia terminó en ese momento, dándole lugar a la siguiente.
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☁ ¡Fin de la introducción! ☁Una introducción tal vez larga, pero que tomará su sentido al final ...
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THE DESTINY OF THE LOST GIRL ©
Ficção CientíficaTodos tenemos una función en esta vida, lamentablemente... no siempre es una buena. ... Desde que he nacido cumplo con la condena de lo que soy. Lo pude confirmar cuando sobreviví en un bosque de mala muerte mientras escapaba de mi propia "familia"...