Capítulo 7

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Nathaniel

La sangre pareciera que se me va del cuerpo. De todos los posibles escenarios, este era al que más temía.

Me tenso completamente. La culpabilidad llena cada hueco de mi intranquila consciencia. ¿Verdaderamente murió?, digo, a penas la conocía.

Esto no pudo haber pasado ..

Volteo con mis dos manos la prehistórica computadora, con el objetivo de verificar la noticia.

Mis ojos hacen un detallado recorrido por la pantalla. Veo el comienzo del nombre y me pongo nervioso. Sin embargo, cuando termino de leer, me enojo de sobre manera. DICE NADIA, ¡NADIA!. Esta amargada siquiera se fijó si escribió bien o mal el maldito nombre.

- Con todo el respeto del mundo, - la miro con crueldad. - se puede meter su mal genio donde le quepa, si no le gusta su trabajo, no me importa. Otra persona se podría haber infartado con esta falsa noticia.

La mujer abre sus dos ojos como platos. Frunce el ceño y agarra la pantalla, mientras se coloca otra de sus ochocientas gafas, probablemente, de aumento.

El asombro y vergüenza que tiñen sus facciones, hace que suelte una carcajada sin gracia.

Tecleo rapidamente el nombre Nadine en el buscador para ver si a aparece algo... Pero para mi mala o buena suerte no aparece nada. No hay ninguna Nadine registrada.

Le doy una patada al mostrador con todo el disgusto del mundo.

- Me voy antes de que haga que la despidan. - Mi cara de malhumor creo que es notable, ya que todos me abren paso como si fuera una celebridad.

Me alejo a todo lo que da. Entiendo que todos cometemos errores, pero cuando tienes que avisar el estado de una persona, lo haces con profesionalidad. Cosa que a esta mujer le falta bastante.

A lo lejos, veo a Héctor haciendo cola. Me acerco instantáneamente, intentando disminuir el enojo.

- Héctor, - Se voltea a verme, con preocupación. - Me voy, la chica no aparece y tengo que declararla desaparecida cuanto antes.

Le extiendo unos cuantos billetes, a lo que el pone una expresión de duda. Al extender mi mano, mis pocos anillos, reflejan la escasa luz de sol, cubierta por un manto de nubes.

- ¿Por qué me das dinero?. - Cuestiona mi acto.

Paso mi peso a la pierna izquierda, un poco apurado porque en verdad necesito irme.

- Para un taxi, Sr. inteligente. - Exclamo sarcásticamente.

Él toma el dinero y me dice que me lo devolverá, aunque se que no lo hará.

...

La comisaria aparece a mi costado. Paro mi coche a un lado de la acera y me bajo seguidamente.

Miro a los dos lados de la calle, por si las mocas.

THE DESTINY OF THE LOST GIRL © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora