Capítulo 2

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POV AMAIA

El último mensaje suyo fue con la hora y el lugar donde íbamos a quedar. Y aquí estaba, con antelación por primera vez en mi vida, después de despedirme de mis padres.

Estaba muy nerviosa, no podía dejar de dar vueltas de un lado a otro. Estaba nerviosa hasta de que no me reconociera por no ir con mi moño mal hecho y mi pijama.

Me siento en el banco, me levanto, vuelvo a sentarme y así mil dieciséis veces hasta que por fin, lo veo allí, de pie, aparecer entre la multitud, como si de una comedia romántica cualquiera se tratase.

Y entonces me ve, me sonríe y me saca la lengua antes de empezar a andar a pasos agigantados hacia mi.

Yo me quedo en mi sitio, paralizada, con miedo de que si doy un solo paso voy a acabar en el suelo. Y entonces ya está, está aquí, justo delante de mi, y antes de poder ser consciente, Alfred ya está abrazándome con fuerza contra su pecho y yo me dejo llevar por ese abrazo, se lo devuelvo y escondo mi cara en el hueco de su cuello impregnándome de su olor.

No puedo creerme que esto este ocurriendo, después de seis meses, está aquí, conmigo, dándome el mejor abrazo que nadie antes me había dado.

Se separa de nuevo y me dedica una sonrisa amplia y sincera, dejándome ver esa paletas separadas suyas que me hicieron morir de ternura el primer día que las vi.

Y aquí estamos, seis meses después, de pie uno delante del otro, sin decir nada, solo mirándonos sin poder creernos que esto sea real.

-Hola-dice con voz de bebé y yo sonrió mientras le devuelvo el saludo, un saludo casi inaudible. ¿Por qué estaba tan nerviosa? -¿Quieres que nos sentemos? ¿Prefieres dar una vuelta?

Mi cabeza va a mil, preferiría dar una vuelta para que esto no fuera tan raro y así quizás empezar a normalizar esto, pero a la vez, me muero de hablar con él, de estar como siempre pero sin esa pantalla que siempre nos separaba. Estaba demasiado nerviosa para pensar.

-No sé, me da igual, jo es que estoy nerviosa-digo sin pensar y me arrepiento cuando lo veo reírse.

-Jo, no me río de ti, no me mires así-dice sin parar de reir-perdón, es que yo también estoy muy nervioso-dice haciendo que me relaje-esto…bueno es raro, pero también es algo que llevo meses esperando y no quiero…no quiero que pase el tiempo sin disfrutarlo. ¿Dejamos los nervios atrás? Después de todo, nunca nos ha costado hacerlo-dice con una sonrisa y yo asiento, mientras le agarro la mano para tirar hacia el centro de la ciudad para que pudiera conocer mi pequeña, pero hermosa ciudad.

No sé cuánto tiempo llevamos recorriendo las calles de mi ciudad, ni sé cuántas anécdotas vergonzosas le he contado ya, pero empezamos a sentirnos muchos más tranquilos cuando llegamos a la Plaza Consistorial.

-Bueno, y esto ya si supongo que lo conocerás, es el lugar más conocido de la ciudad.

-Si claro, pero no es lo mismo verlo por la televisión. Además seguro que tienes muchas anécdotas aquí.

-Tu lo que te quieres es reírte de mí. Pues no, se siente-digo sacándole la lengua y lo veo reírse lo que hace que ría yo con él.

-¿Nos sentamos un rato?

-Claro-digo señalando un banco libre al otro lado de la plaza.

Nos sentamos el uno al lado del otro, y otra vez los nervios se apoderan de mi, no sé si es su cercanía, su olor, o el tener que mirarle a la cara todo el tiempo, pero hace que me tiemble hasta los dedos de los pies.

-Ha estado guay el paseo.

-Si ha estado guay-le respondo con una sonrisa.

-Oye quiero darte las gracias por acceder a que nos viéramos. La verdad es que tenía miedo a que dijeras que no, y lo hubiera entendido.

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